La noche ha caído, su perversidad venenosa se inyectó en mi alma maltrecha, otra vez. No hubo sutileza, no existió compasión. Mis ruegos fueron apagados con la violencia de sus labios moviéndose fieros. El mismo capítulo apropiado del mal, la misma historia en la que fui utilizada y tirada después del acto.
Nadie puede acostumbrase a un maltrato así, y no me queda otra opción que resignarme a su brutalidad.
La repulsión me atrapa cada que sus manos me tocan y se adueña de mi cuerpo. Y lo miro ahí, indiferente, tan despectivo que lo creo de otro mundo. No tiene corazón. Aleksander se sube el zíper del pantalón, después termina de abotonar su camisa blanca. Sigo cada uno de sus movimientos hecha bolita en la cama.
La intensidad de sus verdes grisáceos conservan la lascivia, ese brillo malintencionado que le genero.
—Como siempre, ha sido un placer poseerla, señorita Luna Miller —comenta burlón.
POV. Aleksander—Estén atentos, a Elmo le encanta jugar sucio —hablo a través del comunicador.—Sí, señor.Estos días de verano son húmedos y las precipitaciones recurrentes. Me encuentro en el auto, a la espera del Italiano. Se supone que ya debería de estar en el lugar, aguardar me pone de mal humor. La paciencia no es mi fuerte. Tamborileo los dedos en el volante, descontando cada segundo.Cuando estoy a punto de creer que ese infeliz me ha engañado, un deportivo negro aparece. De este baja el hombreTrajeado, detrás viene una camioneta de la que bajan cuatro hombres armados. No es de extrañar que viniera con seguridad. Abandono el convertible quedándome a la par de la portezuela.—Señor Ferreti —saludo desdeñoso.—Señor Konstantinov, la última vez que nos vimos, usted tan solo era un piccolo —comenta deslizando una sonrisa hipócrita
Esos enormes ojos azules se parecen a los de una tigresa al acecho. Con la escasa ropa provocativa que trae, me pongo duro. No queda rastro de la niña que un día fue.—¿Por qué querías verme, Aleksander? —cuestiona, es innegable que mi presencia le molesta.—Sara, te pagaré por sexo esta noche. El triple de lo que pides por ello —expreso sin rodeos.Abre los ojos con sorpresa.—¿Estás tan desesperado?—No, pero quiero un poco de acción esta noche. No te hagas la importante, no eres más que una cualquiera. ¿Aceptas o dejas el dinero? —repito, me mira ofendida.—Solo aceptaré porque necesito el dinero —comenta poniendo los ojos en blanco. No puedo evitar fijarme en los pendientes que usa. Estoy seguro de que los he visto en otro lado. No obstante, puede ser solo una coincidencia —. ¿Te vas a quedar ahí? Vamos.—Espera —rodeo su brazo con
Estoy en la habitación, peinando mi cabello. La rutina me aburre, y aquí no encuentro mucho qué hacer. Los últimos días Aleksander brilla por su ausencia, es probable que esté en mi país, eso me alerta. Konstantinov se muestra como un ejecutivo de prestigio, recto, perfeccionista y demandante, pero sus empleados no saben que es un verdadero asesino, no los culpo por incrédulos, ¿quién creería que un mafioso pudiera lucir tan bien con traje y corbata? Verónika me lo comentó, incluso enfadada por lo sucedido con su compañera, me habló de la dos caras de Aleksander; he oído de muertes estos días, no es una sorpresa, es de lo más corriente que suceda en un mundo como este. Dimitri, Amber y un par de hombres asesinados por la mafia Ferreti. Ese apellido suena conocido, recuerdo haberlo escuchado antes o es común y por eso lo he asociado de inmediato con alguien que tal vez haya visto.Me hago un trenzado en el cabello, necesito poner en marcha el plan, quizás puedo
Esos aviesos dedos saben cómo hacer dinamitas mi interior. Entran y salen, se deslizan con facilidad haciendo que me arquee con frecuencia, quema, el ardor nunca se sintió así de fuerte y placentero. Las corrientes que serpentean me tienen atrapada. Sus movimientos se incrementan hasta que no puedo más, exploto.Sé que es mi turno. Con su ayuda logro sentarme en la cama con las rodillas flexionadas. A continuación sonríe lujurioso, me acerca a su miembro. Su tamaño sigue dejándome perpleja, el grosor me aterra porque sé que todo eso volverá a enterrarse en mí, todavía no me acostumbro. Comienzo deslizando la lengua en su glande, hago círculos, también de vez en cuando uso mis manos. Está caliente y palpita en mis palmas que muevo de arriba hacia abajo y viceversa en su pene. Finalmente me lo meto en la boca y succiono, a diferencia del otro día no me dan ganas de vomitar, ni me siento asqueada.—No te detengas —ronronea empujando hacia a
Verónika aparece con un abrigo rosa palo, botas marrones de piel, dos prendas más que al entregarme puedo ver que se trata de una camisa de lana y jeans. También hay una bufanda y guantes para el frío. Cuando conecta conmigo una sonrisa surca sus labios, la igualo con la misma sinceridad que transmite el gesto que me ha dedicado. Algo tan corriente que hacen las personas como lo es salir, pasear y andar por el mundo, en mis circunstancias además de un aliciente por el mal vivo que, es un milagro del cielo. No lo puedo creer, de seguro ella tampoco. —Deja que te peine, ¿quieres? —se ofrece. Como una niña pequeña asiento emocionada —. Entonces ve a vestirte, Luna. —Muchas gracias. Me meto en el baño y me pongo todo, mirarme vestida así me hace evocar momentos de mi vida en el pasado. Siento que recupero una parte que creí perdida. Vuelvo a habitación, la admiración de la rusa me cohibe un poco. —Estás hermosa, supuse que era tu talla. Ven aquí —señala el diván, me muevo adónde me in
¿Privilegio? A esto no se le puede considerar así. Es un imbécil. Pero es cierto que esto es poco convencional. No es lo que normalmente hace un secuestrador, y lo que hace él es lo más extraño a sabiendas de lo peligroso que es. Me abre la portezuela del auto, no pretende ser caballero solo cerciorarse de que aborde el deportivo. Me meto, no es como si voy a salir corriendo a estas alturas. Mientras el rodea el auto, yo miro el arma sobre el tablero, quizá sí esté cargada. Bato la cabeza, descarto la intención. Ya he evaluado lo que pudiera pasar si lo apunto con esa pistola. No conseguiré nada. Me pongo el cinturón de seguridad, él hace lo mismo. De inmediato nos ponemos en marcha. En la radio suena una melodía, la canción llena el espacio que hemos condenado al silencio de su parte y la mía. No hablamos, callados transcurre todo el camino. Una salida esporádica, sorpresa y reconfortante en medio de esta tempestad, ya forma parte del pasado. Esos malditos portones que se corren de
POV. AleksanderMe descontrola que los planes cambien, no obtener el resultado, odio que a veces mis hombres sean tan estúpidos, lo que ellos llaman ser precavidos, lo considero cobardía. No perderé más el tiempo, yo mismo mataré a ese idiota, no me importa si se desata la tercera guerra mundial.—¡Dominic, nos vamos! —ordeno. No lo dejaré cerca de Luna, la miro a ella, sabe que debe volver a la habitación.Es un chico con las hormonas alborotadas y no me fío en la forma como se le queda viendo.—¿No me puedo quedar platicando con tu amiga?Ni en sueños.—¡No, no puedes!—Yo regresaré a la habitación, no me siento bien —dice ella dejando la silla, se pone en pie —. Hasta pronto.Eso es, buena chica, Lunita.—Nos vemos luego, Luna —le corresponde Dominic con una sonrisa.
Verónika me ha traído el biógrafo y la hoja de papel que le pedí. Uso la mesilla de noche como apoyo. Y aquí voy a expresarme, a dejarlo todo por escrito. Sellaré hasta mis pensamientos más recónditos en él. Lo haré con la esperanza de que pueda llegar a papá.Lágrimas escapan sin parar, a medida que voy dejando hasta el alma en cada palabra.Papá, ha pasado mucho, tanto tiempo sin poder abrazarte, besarte y decirte lo orgullosa que estoy de ti o lo mucho que te amo. De la noche a la mañana todo cambió, lo que no imaginé vivir jamás, lo estoy viviendo ahora.Si llegas a leer esta carta, quiero que sepas que el día de hoy, 2 de diciembre, sigo viva, aún resisto incluso en el infierno.Estoy en Rusia, en una habitación, he pasado los últimos meses encerrada, sin modo de encontrar una escapatoria porque estos tipos no son cualquiera. Es la mafia, la mafia rusa, padre. Quizá su apellido te sonará famil