Reconstruyendo PuentesEl día había comenzado con una mezcla de responsabilidad y reflexión para Verónica. Después de acompañar a Carolina a firmar la denuncia apenas llegaron a la ciudad, sabía que aún quedaba trabajo por hacer. Hoy era su turno de completar el trámite, un paso importante para cerrar ese capítulo oscuro y proteger a su hija.Le había avisado a Emanuel del trámite y le pidió que pasara por ella, por su casa para ir a la cena. Antes de dirigirse a la comisaría, decidió visitar a Georgina. Había algo en la situación de esa joven que despertaba su empatía, aunque la relación no hubiera comenzado con el mejor pie. Verónica sentía que, pese a los errores del pasado, todos merecían una segunda oportunidad, y Georgina parecía estar aprovechando la suya.Al llegar al apartamento, Verónica tocó la puerta suavemente. Georgina abrió, y aunque su rostro mostraba cansancio, también irradiaba calma. Estaba vestida con ropa cómoda, y su embarazo ya comenzaba a ser evidente.—Hola,
Esa noche, Verónica se había esmerado más de lo usual. Su vestido negro con un delicado encaje en los hombros y un maquillaje que realzaba su mirada eran prueba de ello. Emanuel, al verla, quedó completamente maravillado. Sus ojos azules la recorrieron de arriba abajo con una intensidad que la hizo sentir que era la única mujer en el mundo. Él, impecable con un traje gris oscuro y una camisa blanca, también había hecho un esfuerzo por impresionar.—Estás hermosa, Vero —dijo Emanuel, ofreciéndole su brazo para escoltarla hasta el auto.Verónica sonrió, algo nerviosa, y aceptó el gesto. La forma en la que él la miraba le hacía dudar. ¿Era una cena de negocios o algo más íntimo? Pero no quiso preguntar. Emanuel era un caballero, siempre atento a los detalles. Le abrió la puerta del auto, la ayudó a colocarse el cinturón y, antes de cerrar la puerta, le dio un beso en la mejilla. Ese gesto, tan natural y espontáneo, la hizo sonrojar.Cuando llegaron al elegante restaurante, Emanuel la tom
La noche estaba en calma, y las estrellas brillaban con una intensidad especial, como si el universo quisiera ser testigo de lo que estaba por suceder entre ellos. Verónica se acercó a Emanuel, con el corazón latiéndole rápido, pero decidida a decir lo que llevaba dentro.—Necesito pedirte perdón, Emanuel —dijo, con la voz entrecortada.Él la miró sorprendido, con una mezcla de curiosidad y preocupación, mientras ella continuaba:—Me equivoqué contigo. Fui injusta, terca y no quise ver todo lo que hacías por mí y por mi hija. —Tomó aire, tratando de mantener la compostura—. Hoy, al entender todo lo que pasaste por defenderme, todo lo que sacrificaste para protegerme... solo puedo decir que lo siento y, sobre todo, gracias.Emanuel la miró en silencio, dejando que cada palabra de Verónica calara profundamente en él. Finalmente, tomó su mano con suavidad, transmitiéndole la calma que solo él sabía darle.—No necesitas pedirme perdón, Vero. Lo hice porque te amo. —Su voz era firme pero c
Mientras el sol comenzaba a despuntar tras las montañas, Verónica y Emanuel se despertaron abrazados, con las sábanas enredadas y el corazón ligero. Habían recuperado el tiempo perdido, y ambos estaban encantados de vivir ese presente que tanto se merecían.Verónica, con una sonrisa traviesa mientras se acurrucaba contra él, le dijo:—Bueno, señor incómodas cuotas, debo admitir que estoy disfrutando mucho de este "plan de pagos".Emanuel la miró con ternura y respondió mientras le acariciaba el rostro:—Me alegra saberlo, porque pienso seguir cobrándote cada día de nuestras vidas.Entre risas, Verónica tomó su celular para escribirle un mensaje a Caro. Quería asegurarse de que supiera que no volvería esa noche. "Hola, hija. No voy a dormir en casa. Avísale a tu abuela, ¿sí? Te quiero".Mientras esperaba respuesta, Emanuel miró el mensaje por encima de su hombro y bromeó:—¿Qué le dijiste? ¿Que te secuestré?Verónica sonrió mientras dejaba el celular en la mesa.—No hace falta, ella ya
El casado casa quiereLa semana comenzó con una energía diferente. Emanuel y Verónica regresaron de su escapada romántica con una complicidad renovada, una conexión que ambos anhelaban y que finalmente podían vivir sin miedo ni reservas. Pero al llegar a la casa, los esperaba alguien con quien todavía quedaban cuentas pendientes.Gloria los esperaba en la puerta, con los brazos cruzados y dos tazas de café en la mano. La sonrisa que se dibujaba en su rostro no ocultaba la chispa inquisitiva en su mirada.—A ver, mister, ¿qué intenciones tiene con mi hija? —preguntó, alzando una ceja mientras le entregaba el café a Emanuel.Él sonrió, con la seguridad de quien ha esperado mucho tiempo para decir esas palabras.—Las mejores, Gloria. Lo prometo.—Oh, perdón, señora Gloria. No me pegue —agregó con tono burlón, recordando la vez que Gloria, en su enojo, casi lo sacaba a golpes.Todos rieron, incluso Gloria, aunque después suspiró y miró a Verónica con ternura.—Hija, yo solo quiero verte f
Capítulo La Nueva Vida en Familia Caro se encontraba en el umbral de la sala, observando cómo su madre y Emanuel organizaban las cajas. El sonido de los objetos al ser trasladados de un lado a otro hacía que el aire se volviera denso, cargado de una mezcla de nerviosismo y emoción. En sus ojos, se reflejaba el peso del cambio. Todo estaba por transformarse, y aunque sabía que era algo que debía suceder, la idea de perder lo que siempre había conocido la inquietaba profundamente. Las tres habían sido un equipo, una unidad indestructible: Gloria, su abuela; Verónica, su madre; y ella, la hija y la nieta. La vida con ellas había sido una constante, una rutina tranquila que se veía alterada ahora por la mudanza. No era la presencia de Emanuel lo que la preocupaba. Sabía que era un hombre bueno y, aunque al principio le costó aceptar su relación con su madre, no veía ningún motivo para dudar de su sinceridad. Tampoco le causaba inseguridad Ismael, que se había convertido en un buen a
Capítulo: Reflexiones de un Perdón No OlvidadoEra tarde, y el sol ya comenzaba a esconderse, tiñendo la habitación de Ismael con una luz suave. Caro estaba sentada en el borde de la cama de Ismael, hojeando los apuntes para el examen de la universidad. Aunque su concentración era plena, algo en el aire parecía diferente esa tarde . Ismael había pasado el día ayudándola con los estudios, y mientras ella preparaba su mudanza para ir a vivir a la universidad, él se sentó junto a ella, pensativo.—¿Sabes, Caro? —comenzó Ismael, rompiendo el silencio—. Hoy hablé con mi padre . Le dije lo que sentía, pero, aunque quiero pensar que las cosas van a mejorar, no puedo dejar de sentir que no puedo confiar completamente en él. Es raro, ¿sabes? Después de todo este tiempo, todavía esa sensación de que me falló sigue ahí.Caro lo miró con una comprensión profunda.—Yo sé lo que es sentir que alguien te falló, aunque… —dudó por un momento—, aunque, en mi caso, nunca tuve lo que tú tienes. Mi viejo
Capítulo: "Hasta el último día" Era un viernes como cualquier otro, pero para Emanuel y Verónica, ese día significaba mucho más. Después de varios meses de vivir juntos, después de tantos altibajos, risas, discusiones y reconciliaciones, sentían que finalmente habían encontrado la estabilidad que tanto buscaban. Había algo en el aire esa noche, una energía especial, como si todo en su vida hubiera encajado finalmente. Emanuel se despertó temprano, como de costumbre, pero hoy tenía algo diferente en mente. Se acercó a Verónica mientras dormía, la miró en silencio y no pudo evitar sonreír. Su cabello desordenado, su rostro relajado, la imagen de ella en paz lo hacía sentir más enamorado que nunca. Sabía que, a pesar de todas las pruebas que la vida les había puesto, ella había sido su refugio, su compañera, la razón por la que su vida había cambiado por completo. La besó suavemente en la frente y salió de la cama, decidido a hacer de este día algo inolvidable. Cuando Verónica des