Capitulo:El Juego Sucio La habitación de hospital olía a desinfectante y tristeza fingida. Las sábanas blancas contrastaban con la palidez cuidadosamente calculada de Margaret Jones, quien, recostada entre almohadones, jugueteaba con el borde de su bata como si el acto mismo le costara la vida. La puerta se entreabrió y entraron Charlotte Ashford, su eterna aliada, y su hija Amalia, seguida por la cardióloga de confianza, aquella mujer seria que había "avalado" los informes médicos fraudulentos. Margaret sonrió débilmente, con la sonrisa arrogante de quien cree haber ganado una guerra sin siquiera mancharse las manos. Charlotte fue la primera en acercarse. —Te ves tan... —buscó la palabra adecuada para no reírse— auténticamente enferma, querida. Margaret suspiró teatralmente. —Qué actuación la mía, ¿verdad? —susurró, con fingida modestia—. Por un momento hasta me creí la mejor actriz del West End. Charlotte soltó una risa baja, mientras Amalia miraba alrededor, asegurándose
Capítulo: La Guerrera de la NeonatologíaEl reloj del hospital marcaba las siete de la mañana cuando Joselín, enfundada en su bata blanca, cruzó el pasillo iluminado por la luz azulada de los neones.Caminaba despacio, acariciándose el vientre sin darse cuenta, con una sensación de mareo ligero que venía acompañándola en las últimas semanas. ya hacía casi diez días que Stephen estaba en Londres ,ya había avisado del porque se tuvo que susentar y en el hospital lo hiban a esperar,su lugar estaba seguro. Reorganizaron a sus pacientes y le dijeron a Joselín que no se preocupara que cuide a su madre . Ella tenia mareos y algunas náuseas que se los atribuía al estres de esas semanas . estaba por terminar el curso y tendría más tiempo para descansar .Nada grave, se decía a sí misma. Nada que no pudiera manejar.Tenía un propósito hoy. Un propósito pequeño, frágil, milagroso.Al llegar a la unidad de cuidados neonatales, su rostro cambió, como si el mundo entero se suavizara ante sus ojos
Capitulo La salida perfecta El aire de Londres parecía más espeso cada día para Stephen. Había pasado casi una semana desde el desmayo de su madre, y la vida en el hospital se había convertido en una rutina opresiva de análisis, monitoreos, visitas forzadas y sonrisas falsas. Stephen lo veía. Lo sentía. Pero no podía hacer nada. Estaba atrapado. Cuidaba a su madre como el médico responsable que era. Pero había algo que le dolía todavía más: ver a su padre, Edward, desmoronándose lentamente ante sus ojos. En el rostro de su padre, la angustia y el cansancio eran evidentes. Había bajado de peso, sus manos temblaban más de lo normal, y su piel había perdido ese brillo sano que Stephen recordaba. Esa tarde, mientras revisaba las constantes vitales de Margaret, no pudo ignorarlo más. —Papá, vení un segundo —le pidió, llevándolo a un costado del pasillo. Edward obedeció, arrastrando los pies. Stephen le tomó la presión en silencio. Alta. Demasiado alta. —Papá, tenés
Capítulo: Entre mentiras y fotografíasStephen recorría los pasillos del hospital, con una carpeta de análisis bajo el brazo, el rostro sombrío y el corazón cansado.Cada día era más evidente que algo no cerraba.Los exámenes de su madre parecían demasiado graves para lo bien que ella lucía a simple vista. Aunque Margaret se esforzaba en actuar débil frente a él, Stephen —cardiólogo al fin— comenzaba a notar las incongruencias.Pero la lealtad y el amor por su familia lo retenían.Ese día, después de una ronda rápida de control, Stephen fue al consultorio de la cardióloga que seguía el caso. La misma doctora que,la semana pasada, había entregado los análisis "críticos".Ella lo recibió con amabilidad forzada.—Doctor Jones —dijo, evitando su mirada—. Ya está todo lo que necesitaba su madre. Yo... voy a transferir el caso a otro colega.Stephen frunció el ceño.—¿Por qué?La mujer respiró hondo, como buscando fuerzas.—Problemas personales. Prefiero no involucrarme más.Su madre tien
Capítulo – Sombras en el Té El reloj marcaba las cinco en punto cuando Margaret anunció, como quien lanza una orden, que irían a tomar el té.Ya estaba en su casa hacia varios días . Edward, cansado pero siempre dispuesto a complacerla, aceptó de inmediato. Emily sonrió débilmente, aunque sus ojos grises seguían mostrando una sombra de preocupación. Stephen, como cada tarde desde hacía semanas, se dejó arrastrar por la inercia, la culpa y el amor filial. Lo que no esperaban era que, como siempre, Amalia apareciera. Vestida impecablemente, con un vestido claro y una sonrisa que se quería tímida, pero resultaba forzada, Amalia se sumó a la mesa del te como si hubiera sido invitada. Stephen apretó la mandíbula. No dijo nada. No era su estilo armar escenas innecesarias. Pero cuando vio cómo Amalia ocupaba el lugar junto a él, cómo su madre le lanzaba miradas cargadas de silencioso mandato, sintió una punzada de enojo helado. Pidieron té, pastelillos, y la conversación giró en torn
Capítulo – Corriendo hacia Vos Desde el mensaje de Emily,se sentía con una fuerza interna que la hacía vibrar. En cómo, incluso sin verlo, podía sentirlo. En cómo, incluso en la distancia, su alma sabía que lo estaba esperando. Y así, con el corazón latiendo entre nervios y amor, Joselín emprendió el viaje más importante de su vida. Un viaje que no solo la llevaría a cruzar un continente,sino también a cruzar todas las mentiras, todas las sombras, todos los miedos. Porque a veces, la fe es el primer paso hacia el verdadero final feliz. Y Joselín estaba lista para darlo todo por él. Lista para correr hacia él. Los papeles se desbordaban sobre su escritorio. Los exámenes venideros ,las fechas de entrega y las pruebas finales. Todo parecía aplastarla, arrastrarla lejos de su sueño. Pero había una sola cosa que brillaba, intensa y clara, en el centro de su mente que era llegar a Stephen. Ya no podía esperar más. La distancia dolía como una herida abierta, profunda. Saber q
Capítulo – La Cena de la TraiciónLa noche caía suave sobre Londres, tiñendo las calles de un gris melancólico.Dentro de la casa de los Jones, la atmósfera era otra tan densa, cargada de segundas intenciones y Secretos de Traición que habitaban en esas cuatro paredes .Margaret, impecable en su bata de satén, sonreía con una paz fingida mientras organizaba la cena "familiar".Charlotte y Amalia habían llegado temprano, trayendo consigo esa risa forzada que a Stephen siempre le resultaba sospechosa y hasta irritante.Stephen, agotado, apenas probó bocado.Su mente estaba en otra parte.En Alicante con su futura esposa Joselín Torres.En cuánto la extrañaba.Amalia, en cambio, se movía con nerviosa eficiencia, sirviendo copas de vino, acomodando platos, asegurándose de estar cerca de Stephen a cada instante.—Vamos, Stephen, relájate un poco —dijo, sonriendo—. Brindemos por la recuperación de tu madre .Stephen levantó la copa por educación, sin entusiasmo.Lo que no vio fue el pequeño
Capítulo – La Telaraña—Mandala —susurró Charlotte, con una sonrisa torcida en los labios.Amalia, sentada junto a ella en el pequeño salón privado de la casa de Charlotte, revisaba las fotos una por una en su celular, el brillo de la malicia iluminándole el rostro.—¿Cuál mando primero, mamá? —preguntó, divertida.Charlotte se inclinó, revisando por encima de su hombro.—Esa —señaló con una uña perfecta pintada de rojo—. La del café en el hospital. Donde Stephen está sonriendo, relajado. Que parezca que todo es tan... natural entre ustedes.Amalia sonrió.Tocó la imagen.En un segundo, la foto voló a través del WhatsApp, directo al número de Jocelyn.—Listo —dijo.—Ahora esta —continuó Charlotte, señalando otra.Era la foto de una de esas tardes de té en las que Amalia, como un parásito, se deslizaba siempre al lado de Stephen.La imagen captaba el instante exacto en el que Amalia le rozaba la mano sobre la mesa, una caricia robada que, congelada en fotografía, parecía íntima.—Perfe