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    CASÁNDOSE CON LA FEA

                                             Narrador.

                                        Una semana después: 

Charlotte estaba cansada de escuchar los parloteos de la ex primera esposa de su padre que no se callaba criticando el hecho de que su prometido no había ido a conocerla y de lo desagradable que representa eso para la familia, ella estuvo a punto de tomar todas sus cosas y regresar a filadelfia, pero se frenó de hacerlo para no fallar con lo que prometió, su madre y su hermano no lo merecían, ahora estaba siendo nuevamente arreglada para la boda, se decía a sí misma que esperaba que el esposo no enviaría a otro a casarse en representación de él por qué ya eso sería el colmo de los colmos.

— ¿Para qué rayos me aplican tanto maquillaje?, si de todos modos me cubrirán el rostro con esa funda de tela, mínimo eso lo hicieron para mujeres feas y se convirtió en la moda— protestaba en un perfecto español que las madrastras no comprendían y se guían untándole talco en su rostro y peinando su largo cabello mientras hablaban entre ellas de lo poco que le duró la oportunidad de vestir a una chica, ya que ellas soñaban con tener niñas, pero ninguna tuvo la posibilidad así que cuando Charlotte fue llevada por Ashk sintieron una mezcla de felicidad, puesto que estas mujeres no saben lo que es sentir celos por el esposo que comparten porque se acostumbran a tener presente que el marido es de todas y puede tener cuantos hijos y mujeres quiera. Era la primera vez que en la casa se realizaban los rituales de una novia y eso les emocionó mucho, estaban encantadas con las preparaciones realizadas durante esos días, sin embargo, para Charlotte todo fue muy agotador, estaba exhausta y ansiaba que todo aquello llegara a su fin rápido.

—Porque no pudo ser una boda tradicional americana, hubiera sido hasta más emocionante, quizás hubiera elegido un vestido blanco precioso, me casaría utilizando unas converse, total el vestido se encargaría de cubrirlo, pero soñar no cuesta nada Charlotte— hablaba consigo misma y al final terminó riéndose de su propia locura.

 Más tarde empezó la extraña ceremonia que para Charlotte era algo fuera de serie, pues no estaba acostumbrada a esos tipos de boda, se realizaba en un gran salón de una casa que no sabía, total, no conocía nada allí, apenas había salido muy pocas veces, así que supuso que era un sitio especial o una casa de un amigo del novio, a donde fueron bastante invitados.

— ¿De dónde salieron tantos invitados? — se preguntó a sí misma, sin limitarse a decirlo en voz alta, ya que cuando quería decir algo para que no la comprendieran lo decía en español, y se limitaba hablar en inglés por dudas a que ellos entendieran.

Mientras que Karim estaba junto a sus tres esposas, que seguían tan molestas, por la nueva esposa y que a él solo le causaba alegría notar lo silenciosas que estaban, caminaban a su lado hasta que fueron a tomar asiento a la mesa asignada para ellas, luego que las dejo ubicadas, él fue hacia Charlotte, quien se quedó sin aliento cuando ese hombre tan apuesto se detuvo delante de ella.

—¿Será este?, o es que tengo alucinaciones; cabello negro, ojos grises verdosos, brazos musculosos, y dedos deliciosamente largos y bien cuidados, “apetecible”—lo detallaba, mediante balbuceos mostrándose incrédula, pero tras ver el gesto de desagrado de Karim volvió a susurrar— no hay duda, es él, la belleza deja de ser importante cuando se tiene un carácter tan asqueroso como ese.

Karim le brindó su brazo, sin tan siquiera mirarla; fueron ante el imán que lo casó, haciéndolo firmar el acta matrimonial después de hacer algunos rituales, fue todo muy rápido, mucho más de lo acostumbrado, ya que así lo exigió Karim, y bueno como él es el del dinero había que cumplir su voluntad. Todos notaban el poco interés del novio, cero alegrías, siempre era la novia la que mostraba esa conducta, hoy era el esposo que se tornaba frío ante la celebración.

En un momento Karim sintió curiosidad y miró las manos de Charlotte decoradas con diseños hechos en henna, ya que el shalwar kameez cubría cada parte de su cuerpo y el velo en su cabeza no le dejaba corroborar lo que le habían dicho su beta y delta.

                                                    Narra Charlotte.

—Vamos a sentarnos— me dice con voz profunda y ronca, muy masculina. 

Yo me sobresalté, pues ni siquiera estaba pendiente a la bendita ceremonia tan extraña. Si no que me encontraba ensimismada, estaba contemplando lo glamuroso que es este lugar y su belleza, que he perdido por completo la noción del tiempo y el espacio. 

Cuando lo miré, sentí mi corazón latiendo a mil por hora y sin saber por qué, ya que he visto hombres muy guapos, pero con este presumido, el aliento se me atasca en los pulmones y la sensación se hace mucho más intensa. 

Tan intensa que no puedo apartar la vista de él. Siento que cada segundo de mi vida, cada decisión y giro inesperado, me han llevado hasta este momento. 

«Vamos Charlotte, recuerda que te has hecho ver cómo la novia más patética y fea de la historia» me digo a mí misma. Porque suponer que siento atracción por él, me asusta. 

Él es tan alto que tengo que alzar mis ojos para poder verle la cara. 

Su cabello es negro y corto y sus ojos son de un hermoso gris. Su rostro cincelado es digno de admirar; su barbilla y mejillas están cubiertas de una fina barba tan oscura como su pelo, bien cuidada y recortada. 

Es tan apuesto que, durante unos segundos, soy incapaz de pensar en nada más que en lo mucho que me gustaría verlo desnudo. Ver si el resto de él está tan bien cincelado como su perfecta cara de Adonis. 

Su cuerpo es firme y musculoso, y la anchura de sus hombros y sus bíceps hace que mis rodillas se sientan débiles y que mi entrepierna se humedezca como si fuese una adolescente calenturienta. 

Soy una mujer con una libido bastante normal. Jamás en la vida había tenido una reacción así al ver a un hombre. Es tan intensa mi reacción que siento mis capullos endurecerse contra la tela de mi sujetador, y agradezco ahora la tela gruesa que cubre mi cuerpo.

 Él tampoco ha dejado de mirarme intensamente. Sus ojos grises me recorren de arriba abajo y hay algo oscuro, pero para nada lujurioso en su mirada; sin embargo, aun así, logra que me estremezca. 

Tragué saliva intentando respirar hondo y calmarme a mí misma.

Tengo el impulso de acercarme a él y lamer la piel de su ancho cuello para probar el sabor de su piel, y la necesidad es tan urgente que apenas puedo contenerme. 

Nos acercamos a una mesa donde hay varias personas más y él jaló hacia adelante la silla para mí indicando que debía sentarme —Gracias —Mi voz suena entrecortada y sin aliento. Como si acabase de correr un maratón y estuviese agotada. Soy incapaz de controlar mi respiración. 

Mis palabras se apagan, una vez mis ojos vuelven a posarse en los suyos. 

Sus pupilas están tan dilatadas que sus ojos ahora parecen negros. —Eres americana, ¿verdad? —inquiere él señalando lo obvio.

Yo vuelvo a tragar saliva y asiento. Aún soy incapaz de decir nada más. 

Él aspira una bocanada de aire y cuadra los hombros, y mi mirada nota otra vez la anchura de estos. Como si fuese una degenerada calenturienta que no pudiese evitar sexualizar al narcisista.

«Trágame tierra.» - Exclamé en mi interior porque no me puedo creer interesada, así sea un poco en un hombre como este.

—Deberías tomar algo frío, hace mucho calor—Dice él, relamiéndose los labios y acerca un vaso con agua hacia mí.

Se escuchó sugerente, ¿tanto se me nota la calentura? 

                                                   Narrador.

Ya la ceremonia había terminado, Charlotte se sentía con una extraña mezcla de sentimientos, porque en realidad su esposo era muy guapo, recordó que no era únicamente de ella y a pesar de que ya lo sabía que no sería ni la primera ni la única esposa, sino la cuarta, eso le dio rabia, y apretó la mano que la sujetaba encima de la mesa, porque ahora se disponían a comer, el bello hombre que ahora es su esposo la miró a los ojos, Charlotte entendió que lo había sujetado aplicando algo de fuerza y quizás eso era mal visto, a saber cuánto había metido la pata y cuánto le falta.

—Sientes que se te dificultará comer —dijo Karim con amabilidad, no era una pregunta, más bien era un comentario burlón referido la gran boca que la cree tener, pero casualmente hasta ese momento ella no tenía idea de cómo iba a comer, ya que al hacerlo en la casa no tenía que cubrirse y observó a otras mujeres como rápidamente metían el tenedor debajo de la tela, la verdad era algo que debía practicar, la comida se veía buena y sintió hambre; no obstante, supuso que era peor si se echaba la comida encima.

—No se preocupe, esperaré. — dijo frunciendo los labios con molestia, si así iba a hacer su nueva vida, se dijo a sí misma que morirá, pero de hambre.

Karim se levantó, después de todo era el novio, no era bien visto, pero qué diablos nadie lo ahorcaría, por ello, tomó a su recién estrenada esposa de una mano y el plato de comida de él en la otra y se marcharon del salón. Charlotte lo siguió a una biblioteca enorme, había libros en las paredes y llegaban tan alto que había que buscar una escalera para acceder, ella miró con la boca abierta, igual no se le veía, Karim se la llevó porque ya no soportaba la espera, quería verle el rostro, donde esos ojos hermosos vivían, eran los ojos más brillantes y expresivos que había visto, en ellos había inocencia, pero también determinación, y profundidad; la voz de ella también era linda y con un acento tan pesado que él deseaba ver como movía su lengua al hablar, cuando ella apretó su mano, notó a través de la henna que también eran unas manos lindas, muy femeninas y delicadas.

—Puedes quitar el niqab, para que comas con comodidad —le pidió Karim con amabilidad. 

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