—Creo que se llenó —expresó su hermana con una sonrisa.
—Eso parece. ¿Me ayudas a cambiarla?
—Por supuesto —Jennifer se levantó en el momento en que Kimberley apoyaba sobre las piernas a la bebe—. ¿Cuál quieres? —preguntó la mujer mostrando dos bodies en alto.
—El rojo es más abrigado.
—Pienso igual.
—De todas formas, debemos traer más ropa de ella.
—En el fondo la esperaban —comentó la hermana sonriente.
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—Es muy pequeña. ¿Crecerá? —preguntó Misael.—Claro, se pondrá grande y fuerte cómo ustedes.—¿Nosotros éramos así de pequeños, mami? —inquirió Siena.—Un poquito más pequeños, porque eran dos y debían repartirse el lugar dentro del vientre de mamá.—¿También estuvimos en tu vientre? —preguntó Misael asombrado.—Así es, todos los bebés vienen del vientre.—¿Tuviste más bebés, mami?—¡No! —exclam
—¿Qué pasa si no lo hago bien? —inquirió Francis aturdido—. Me di cuenta que dentro de mí hay una bestia dispuesta a salir con la menor de las provocaciones, y últimamente no puedo controlarla.—¿De qué estás hablando, Fran? —preguntó extrañada.—Me he dado cuenta en estos últimos días, que soy una persona muy violenta.—Tú no eres violento, Fran.—Claro que lo soy, por mi culpa te tuvieron que practicar una cesárea. Lana nació antes, y no puedo ver a mi hermano a dos metros, temo que los mellizos me tengan miedo.—Fran, escuchame —El joven volteó a verla&m
2 Meses Después Kimberley estaba cargando a su bebe al salir del consultorio de la pediatra junto a la mujer que la había acompañado hasta ese momento, la enfermera que le habían designado por Dustin, el día del nacimiento de Lana fue la última vez que habían visto al doctor, una vez que se fueron del hospital ya nada supieron de su paradero.—Voy a extrañar a esta pequeña —musitó la enfermera viéndola al llegar a la entrada.—Ella te extrañará también… y yo. —Miró a la mujer—. Has sido una gran ayuda.—Cuando necesites algo por ella o los mellizos, me hablas directamente, estar
—¡Kim!, ¿qué sucede?—Hola Francis —espetó la joven con la voz quebrada—. Dame un momento —dijo respirando con dificultad—. Aún estoy temblando.—¡Kim no me asustes! —Se mostró preocupado a través de la cámara—. ¿Qué pasó?—Es un poco largo de contar, tienes tiempo.—Estoy por entrar a la reunión, se atrasó un poco. Pero dime.—Trataré de ser breve —espetó entre suspiros—. Estaba amamantando a Lana cuando alguien arrojó por debajo un papel con una amenaza, abrí la puerta esperando encontrar a quien lo había hecho,
—Ya están por salir, voy a acercarme —espetó la joven por la ventanilla—. Vuelvo enseguida.—¡Claro!, ve tranquila —aseguró la mayor—. Yo me quedó con esta belleza.Kimberley caminó relajadamente hacia la puerta del establecimiento a esperar con el resto de las madres que ya se encontraban en el lugar, mientras abuelas, y padres también lo hacían.—Me alegra verte nuevamente —espetó una de las mamás del grupo donde la joven se acercó—. ¡Felicidades! Supe que tuviste una hermosa beba.—¡Gracias! Sí fui mamá hace dos meses, debería haber tenido en estas fechas, pero la niña se adelantó. No qui
Misael llegó tomado de la mano de la oficial hacia donde estaba la madre, el pequeño se zafó del agarre para abrazar a su mamá.—¡Hola mami! Te extrañé.—Pequeño ven aquí.—Lo abrazó también—. Mami también los extrañó mucho —espetó entre sollozos.—¿Por qué lloras mami? —preguntó Misael secando una de sus lágrimas.—Porque mami está emocionada —intervinó su hermana al ver que la joven no pudo emitir una palabra.—Señora Roux, debo escoltarla hasta el hospital —comunicó la oficial—. Es testigo ocular
Jennifer se encargó de pagar los cafés, a pesar de que su hermana insistió en pagar su parte. Luego abandonaron el bar nuevamente rumbo al hospital. La joven deseaba tener noticias de su prometido, aunque no había pasado demasiado tiempo. Rogaba porque ya estuviera fuera de peligro. Ingresaron por guardia y se acercaron a recepción. —Buenas tardes, quisiera saber si hay alguna novedad del joven Francis Galanis. —¿Qué es usted del señor Galanis? —preguntó la recepcionista. —Soy su prometida. —Revoleó los ojos mirando a su hermana. —Bien, el señor Galanis se encuentra en cirugía. —¿Sabe cuánto tiempo más tardará? —No sabría decirle señorita. ¡Lo siento! —Podría averiguar, por favor. —Claro le averiguo. Tomé asiento, que en un momento le digo. —Gracias —espetó cordialmente, aunque fue más por cortesía que por amabilidad. —Estoy segura que está bien —acotó su hermana, mientras caminaban para sentarse. —Me desespera no saber nada. —Aún no llamas a Amber. —le recordó su hermana.
—Lo siento —espetó finalmente a los pocos segundos—. Ya me voy. —Está bien, puede quedarse unos minutos más. —Kimberley se levantó—. Solo vine a chequear sus signos vitales, y veo que se encuentra estable. —Me quedaría toda la noche… —Lastimosamente no se puede. —Sí lo sé, me lo informó la doctora que me trajo. —Pero sin embargo, puede quedarse unos minutos más. Despedirse de su esposo. —¡Ojalá pronto lo sea! —musitó la chica, viendo al joven y luego giró para ver a la enfermera—. Estamos comprometidos, hay fecha para marzo. Pero aún no sé qué sucederá. —Saldrá, parece un hombre fuerte —comentó la enfermera tocando el hombro de