La semana pasó rápido para los pequeños, a pesar de que cada veinticuatro preguntaban cuánto faltaba para viajar. El viernes llegó y los niños aparecieron con ropa de calle en la habitación de sus padres, sobresaltando a la pareja.
—Papi, mami. —Ingresaron a la habitación gritando..
—¡Carajo! —espetó Kimberley asustada.
—Mami —exclamó asombrada Siena.
—No tiene que entrar gritando a la habitación —protestó la mujer aturdida.
—¡Lo siento, mami! —exclamaron al unísono con tristeza.
—No entristezcan pequeños, s
Kimberley comenzó a juntar las cosas y colocarlas en el lavabo para limpiarlas y luego guardarlas. Abrió el grifo para que corriera el agua y tuvo que tomarse del borde del lavabo, respiró profundo cuando sintió que el vientre se le ponía duro y eso hizo que se inclinara hacia delante.En ese momento ingresó su hermana a la cocina.—¿Kim estás bien? —inquirió su hermana preocupada.—Sí, solo fue un dolor en el vientre. —Se incorporó para saludarla.—¿Estás en labor de parto? —preguntó preocupada.—No, claro que no —dijo espantada—. Apenas estoy entrando en las veintiocho seman
El hombre le indicó la dirección que debería tomar y sin que pudiera decirle más nada el joven salió corriendo en la dirección indicada. Cuando llegó abrió la puerta e ingresó, en el momento en que la enfermera estaba colocando una inyección en el goteo conectado al brazo. La mujer se alejó y elevó la mirada con una sonrisa dibujada en sus labios, un gesto con la cabeza señaló un saludo para el joven y Kimberley volteó.—Fran. —La joven estiró una de sus manos para tomar al joven.—Vengo de la calle, no sé si es seguro que te toque, amor —espetó el joven.—En la mesita de noche tiene gel desinfectante, puede ponerse sin problemas —espetó la mujer&mda
—Felicidades papis —musitó dulcemente el doctor.—¡Lana! —Vio cómo pudo, a la pequeña desde la posición en la que estaba.—¡Es hermosa! —exclamó el joven acariciando la cabeza de la bebe.—¿Cómo se llama?—Lana Rose Roux Galanis —respondió Francis con una gran sonrisa y con los ojos llenos de lágrimas.—Muy bien, bienvenida al mundo Lana Rose —espetó el doctor—. Debemos vestirla y llevarla a su incubadora.—¿Qué? ¡No! No se la lleven. —Kimberley vio cómo el doctor se la daba a una enfermera.
—Creo que se llenó —expresó su hermana con una sonrisa.—Eso parece. ¿Me ayudas a cambiarla?—Por supuesto —Jennifer se levantó en el momento en que Kimberley apoyaba sobre las piernas a la bebe—. ¿Cuál quieres? —preguntó la mujer mostrando dos bodies en alto.—El rojo es más abrigado.—Pienso igual.—De todas formas, debemos traer más ropa de ella.—En el fondo la esperaban —comentó la hermana sonriente.&mdas
—Es muy pequeña. ¿Crecerá? —preguntó Misael.—Claro, se pondrá grande y fuerte cómo ustedes.—¿Nosotros éramos así de pequeños, mami? —inquirió Siena.—Un poquito más pequeños, porque eran dos y debían repartirse el lugar dentro del vientre de mamá.—¿También estuvimos en tu vientre? —preguntó Misael asombrado.—Así es, todos los bebés vienen del vientre.—¿Tuviste más bebés, mami?—¡No! —exclam
—¿Qué pasa si no lo hago bien? —inquirió Francis aturdido—. Me di cuenta que dentro de mí hay una bestia dispuesta a salir con la menor de las provocaciones, y últimamente no puedo controlarla.—¿De qué estás hablando, Fran? —preguntó extrañada.—Me he dado cuenta en estos últimos días, que soy una persona muy violenta.—Tú no eres violento, Fran.—Claro que lo soy, por mi culpa te tuvieron que practicar una cesárea. Lana nació antes, y no puedo ver a mi hermano a dos metros, temo que los mellizos me tengan miedo.—Fran, escuchame —El joven volteó a verla&m
2 Meses Después Kimberley estaba cargando a su bebe al salir del consultorio de la pediatra junto a la mujer que la había acompañado hasta ese momento, la enfermera que le habían designado por Dustin, el día del nacimiento de Lana fue la última vez que habían visto al doctor, una vez que se fueron del hospital ya nada supieron de su paradero.—Voy a extrañar a esta pequeña —musitó la enfermera viéndola al llegar a la entrada.—Ella te extrañará también… y yo. —Miró a la mujer—. Has sido una gran ayuda.—Cuando necesites algo por ella o los mellizos, me hablas directamente, estar
—¡Kim!, ¿qué sucede?—Hola Francis —espetó la joven con la voz quebrada—. Dame un momento —dijo respirando con dificultad—. Aún estoy temblando.—¡Kim no me asustes! —Se mostró preocupado a través de la cámara—. ¿Qué pasó?—Es un poco largo de contar, tienes tiempo.—Estoy por entrar a la reunión, se atrasó un poco. Pero dime.—Trataré de ser breve —espetó entre suspiros—. Estaba amamantando a Lana cuando alguien arrojó por debajo un papel con una amenaza, abrí la puerta esperando encontrar a quien lo había hecho,