Raquel se colocaba sus zapatillas cafés, mientras que Alexander la esperaba sentado en la cama admirando lo hermosa que para él era.—Amor, ¿me podrías pasar el par de aretes que tengo en mi cajón?Preguntó Raquel mientras aún peleaba con el cintillo de la zapatilla.—Claro.—Son unas lunas, por fis mi vida—Vale, ahora te las busco.Alexander se sentó en el tocador de Raquel y abrió el cajón donde sabía que ella guardaba toda su joyería, dudó un poco al ver todo en estuches y pequeños alhajeros.—¿Está en los alhajeros?, o... ¿En su estuche?—No recuerdo, pero me parece que en el estuche donde venían.Alexander encogió sus hombros y comenzó a abrir algunos estuches, pero solo bastaban unos segundos para volverlos a cerrar al ver que aún no estaban los que Raquel había pedido. Sus ojos se centraron en el par de anillos que estaba en aquel estuche que había abierto y no entendió muy bien por qué ella tenía ese tipo de anillos.—¿Los encontraste?Preguntó Raquel acercándose a Alexander
Samuel podía sentir el cálido aliento de Raquel que solo lo observaba sintiéndose realmente incómoda.—Sé que podemos empezar desde cero, si aún existe algo dentro de nosotros y por mi parte aún está ese amor que nació con tu hermosa presencia en mi vida.Raquel sonrió sin creer lo que escuchaba.Raquel trató una vez más de liberarse del agarre de Samuel, pero una vez más fue inútil.—Samuel, hablo en serio, ya dejemos esto así como está, no quiero continuar con esto.—¡No!, no puedo creer que todo el amor que sentí que tenías hacia mí se haya esfumado.—Cuando no te aprecian y te hieren, así pasa, el amor se esfuma.—¿Te deshiciste de los anillos?La pregunta le pareció tan extraña a Raquel, pero mantuvo su seriedad.—Sí.—No es cierto, sé que mientes, después de muchos años aún reconozco cuando mientes: si yo no lo hice por varios años, menos lo harás tú, no te desharás de algo que fue tan preciado para ti.Samuel abrazó finalmente Raquel y ella no movió ni un solo músculo de su cue
El sonido del despertador hizo que inevitablemente Raquel despertara, estaba tan cansada que había decidido ignorar el sonido del celular que solo le recordaba que debía ir a trabajar. Solo fueron pocos minutos de calma cuando el sonido que ya se había detenido comenzó a sonar nuevamente, con fastidio buscó el celular entre las sabanas y después de unos segundos logró encontrarlo apagando el molesto sonido.Frotó sus ojos y resopló, porque la búsqueda había esfumado su deseo de continuar con el plácido sueño. Se tornó un poco pensativa y teniendo el celular en la mano nuevamente se dirigió a ver el último mensaje que había recibido de Alexander, aun conservando la misma sensación extraña que tuvo la noche anterior al leerla… Finalmente, chasqueo su boca y arrojó nuevamente el celular sobre el colchón, queriendo olvidar esa rara sensación.Raquel, aun en la cama, se estiró un poco y se dispuso a levantarse para arreglarse, pero antes de bajar sus pies de la cama se detuvo.Nunca he sid
—¿Qué quieres?Preguntó Raquel un poco fastidiada, apenas entraron a la sala de juntas.Samuel sonrió un poco apenado.—Quería disculparme.Raquel frotó su frente en señal de frustración para después soltar un resoplo molesta.—Te la vives disculpándote, pero no pasa mucho tiempo para que vuelvas hacer otra cosa que traerá otra disculpa falsa... Estoy cansada de eso.Samuel se acercó a Raquel mirándola fijamente.—No me culpes por amarte… Trataré de no hacer nada que te moleste porque sé que estás con ese “chico”Raquel se sintió sumamente triste al pensar que esa relación había terminado.—Sí. Así que por favor, no sigas con esto.—Haré mi mayor esfuerzo.—Bien, ahora, ¿Podrías dejarme sola?Samuel asintió un poco decaído.Raquel, una vez estando sola, encargó sus manos sobre la mesa colocada en el centro de la sala y bajó su cabeza.En verdad quería que dejara de molestar, así que, no lo contradije cuando mencionó mi relación con Alex, pensé que solo así me dejaría en paz, aunque fu
Raquel trataba de continuar durmiendo a pesar de llevar casi una hora escuchando las llamadas insistentes de su celular. Estaba tan exhausta por haber llorado gran parte de la noche sin saber en qué momento el sueño dominó su cuerpo. Dirigió su mano hacia el celular para contestar a la llamada que la regresaba a la triste realidad.—¿Qué?Solo atinó a decir Raquel sin ánimos de absolutamente nada.—¡¿Estás bien!?Preguntó algo alterada Aurora.—Sí. Solo dormía.Contestó Raquel, aún carente de ánimo ante la pregunta llena de preocupación de Aurora.—Dormía.Dijo Aurora, repitiendo las palabras de Raquel a quien seguramente era Sara.—¿Estás enferma?Preguntó ahora más tranquila Aurora.—No.—Es que… Es raro en ti que no vengas a esta hora a trabajar y no saber nada de ti.Raquel alejó de su oído el celular para ver en el reloj de este, percatándose que ya pasaban del medio día.—Si es algo tarde.Retomó la llamada Raquel.—¿Tomarás el día libre?Preguntó Aurora.—No. Ahora voy. ¡Ah, po
Raquel se detuvo frente al escritorio de Ana, su secretaria, que solo la observó mientras esta resoplaba con cansancio. —¿Tenía alguna cita para hoy? Preguntó Raquel con voz tenue con la ausencia de la sonrisa que todos los días le brindaba a Ana. —¿Eh?… Sí, sí, era con el señor Castro, para hablar sobre los detalles de su línea que lanzara en unas semanas. —Cierto. Raquel se frotó su frente un poco estresada porque, de no haber llegado tarde ese día, podría haber cumplido con su agenda sin problemas. —Le dije que mañana lo atendería. Soltó Ana al ver que Raquel se notaba preocupada.] —Bien, sí, mañana a primera hora lo atenderé... Gracias Ana. Bueno, me iré a trabajar porque si no me seguiré atrasando. Sonrió un poco con lo último que había dicho, tratando de recuperar el ánimo de los días anteriores. —Sí. Licenciada. Raquel entró ante la mirada de los demás que trabajaban, Alexander la observó y ella solo sonrió gentilmente. Él no pudo evitar ver un poco de la hinchazón de
Verónica bostezó un poco mientras seguía escribiendo todos los puntos que se trataron en la junta que acaba de dar fin después de 4 horas.—Bueno, chicos, entonces cada uno tiene su tarea…Raquel vio su reloj viendo que la jornada laboral había terminado desde hacía un par de horas.—Ya pueden retirarse.Pilar se levantó del asiento y unos segundos después lo hizo Verónica.—Alex.Pronunció Raquel al ver que este se levantaba de su asiento.—¿Sí?— Necesito hablar contigo un momento.El rostro serio de Alexander hizo que una sensación de dolor se colocara en su corazón.—Sí, está bien.—Bueno, entonces los dejamos solos... Mientras le hablaré a Ivonne para decirle que ya estamos libre... Te esperamos en la oficina.Soltó Sara mientras sujetaba el antebrazo de Aurora que sonreía.—Sí, no tardaré mucho.—Bien.Hubo un poco de silencio mientras los demás salían de la sala de juntas. Raquel organizaba su carpeta para reducir el incómodo momento de silencio.—Dime.Soltó Alexander al ver q
Raquel despertó en el suelo justo a un costado de su cama, el despertador sonaba insistentemente. Antes de levantarse sujetó un poco su cabeza debido al dolor que le provocaba la resaca. Al estar de pie caminó un poco hacia el baño, pero se detuvo al ver tirada a Aurora también sobre el suelo, y no pudo evitar reír. —Aurora. Raquel movió un poco a Aurora. —Mmm. —Despierta. ¿Qué pasó ayer? No recuerdo mucho de lo último. —Eh, ¿De qué hablas? Con dificultad habló Aurora. —Nos emborrachamos de más. Río un poco Raquel. Aurora se levantó del suelo y también se río. —¿Dónde está Sara?, ¿Ivonne se fue? Preguntó Raquel. —No lo sé. Raquel tomó del antebrazo a Aurora y caminó hacia la sala donde rápidamente vio en el sofá a Sara dormida y sobre el otro costado del sofá a Ivonne. Al acercarse Raquel junto con Aurora, a las dos chicas dormidas cubrieron sus bocas para que sus risas no las despertarán. Raquel vio sobre la pequeña mesa de centro el celular de Sara. —Pásame su teléfon