El sonido insistente de la puerta de la habitación hizo que Raquel por fin se despertara, se estiró un poco y al levantarse a abrir la puerta vio frente a ella a Flor. —Disculpe que la haya despertado, señorita. Su merienda está lista. —No te preocupes, no me molestaste, ya debía despertar, porque si duermo demasiado se me complica dormir en las noches... Y por cierto te he dicho que me hables de tú. Raquel sonrió y salió de la habitación caminando a un costado de Flor que estaba feliz de tener a Raquel en casa nuevamente. —Mmm... ¡Esto está delicioso! Exclamó feliz Raquel al probar bocado. —Me alegra que le haya gustado. —Gracias. Soltó Raquel mientras continuó degustando la merienda que con mucho amor había preparado Flor para ella. Estaba un poco desanimada, ya que extrañaba mucho a Sara y aún no me hacía a la idea de que estuviera en casa. Había pasado mucho tiempo y se sentía como ajena, mi vista se clavó en los ojos del mismo tono que los míos y que me los había heredado
Sara dejó el celular sobre la cama donde permanecía recostada, esto después de colgar la llamada con Raquel, suspiró un poco preocupada por lo que acababa de oír con respecto a la posibilidad de un matrimonio arreglado e inevitablemente recordó aquella época, ese había sido el problema que había orillado a su amiga a huir de casa. Sonrió nostálgicamente al recordarse en el parque vendiendo paletas para poder solventar sus gastos, que implicaba el deseo de continuar estudiando, cuando un par de meses atrás sus padres le habían quitado totalmente el apoyo dejándola a la deriva y obligándola a buscar una forma de conseguir algo de ingresos sin descuidar sus estudios. —¿Qué precio tiene tus paletas? Preguntó la chica castaña con una sonrisa de comercial, haciendo que Sara se sintiera cohibida en un solo segundo por aquella chica. — 2 por 10. Respondió amablemente Sara e intentó imitar la sonrisa de la chica frente a ella. —Ah, pero... La chica que aún sonreía recorrió con su vista a
Raquel comenzó a reírse al verse en el espejo, no podía controlar su risa por la forma tan extraña en la que lucia con el cabello lacio. Durante sus 24 años nunca lo había hecho y esa mañana, después de colgar la llamada con Sara, dedicó tres horas para alisar su cabello y quizás así sentirse solo por esa mañana como otra persona lejos del dolor y tristeza que conllevaba el dejar a su amiga y sobre todo al recordar a Samuel. Susana vio bajar de las escaleras a su hija que lucia con un vestido color blanco que le llegaba hasta las rodillas, las sandalias color negras hacían un buen contraste con dicho vestido y sobre todo se sorprendió de ver el cabello de Raquel que estaba un poco más abajo de sus hombros a diferencia de los días anteriores con el rizado de su cabello que apenas rozaba sus hombros. —Luces muy bonita. Exclamó feliz Susana. Gracias mamá, aunque me siento algo extraña. —Luces bien, aunque si te ves distinta, es sorprendente como un estilo de cabello hace que una pers
—¡Buenos días! Saludó la joven pelirroja detrás de recepción. Raquel amablemente sonrió e igualmente la saludó. —Buenos días, Liz, ¿cómo estás esta mañana? —¡Muy bien, gracias! ¿Y usted? —También bien. Hoy parece que será un buen día. Raquel sonrió aún más dejando ver la hermosa sonrisa. —Licenciada, yo... La chica se alejó del cubículo que la separaba de Raquel y se acercó a ella. —Es algo muy pequeño, pero... ¡Feliz cumpleaños! La joven extendió su mano entregando una caja de chocolates con un pequeño moño rojo y una tarjeta de cumpleaños por encima de este. Raquel lo recibió mientras sus ojos se llenaron de felicidad y agradecimiento ante este detalle. —Al contrario, no te hubieras molestado. Lizeth sonrió tímidamente. —Usted ha sido la mejor jefe que he tenido, le agradezco por ser como es. —Gracias, pero todos ustedes son parte de la empresa y forman parte de mí, así que en verdad los aprecio. Raquel se acercó a la chica y finalmente la abrazó. —Bueno, me voy por q
Mientras tecleaba arduamente Raquel, la pequeña caja frente a ella, la voz que escuchó hizo que apartara sus ojos de la pantalla. —¡Feliz cumpleaños! Soltó en voz baja Aurora para no alterar el ambiente de concentración que había en el aire. Raquel sonrió conmovida. —Gracias. —Es un pequeño detalle. Ábrelo. Raquel sujetó la pequeña caja y al abrirla unos hermosos pendientes de oro hicieron que sonriera. —¡Gracias!, ¡están hermosos! —Son los que te gustaron cuando fuimos a la plaza, Aurora era una persona tan bella por fuera y por dentro y estaba muy feliz que después de que se mudara pudiera congeniar bien con Sara y en los últimos años hemos sido inseparables y eso era el mejor regalo que la vida me había dado, el tener dos fieles compañeras de vida. —Disculpa que llegué hasta esta hora. Raquel negó con su cabeza. —No te preocupes. Que bueno que ya estás aquí porque necesito empezar la junta. —Pero Pilar no vendrá hoy, está enferma y Verónica está de vacaciones. —Si lo d
Había convencido a Sara de acompañarme al evento de caridad y aunque hubiese querido que Aurora también me acompañara, ese día era "noche de películas" con Cristina, así que entendí.Raquel sobó su cuello mientras cerraba sus ojos, tratando de hacer desaparecer el cansancio de estar frente a la computadora todo el día.—Toma.Raquel abrió sus ojos y vio los ojos castaños de Alexander frente a ella y una cálida sonrisa mientras sostenía el café.—Te traje un café.—Gracias.—Es como te gusta.—Con leche y poca azúcar.—Así es.Ambos sonrieron para después Raquel aceptar el café con leche que Alexander había llevado gentilmente para ella.Alexander se recargó ligeramente en el escritorio de Raquel.—Sé que te irá bien esta noche.Raquel tomó un sorbo del recipiente.—Eso espero, por qué no me gustan estos eventos.—Lo sé.Ambos se miraron sin decir nada por un breve momento, mientras que Sara regresaba a su escritorio.—Oye, ¿por qué a mí nunca me traes café?, solo a la jefe.Alexander
Raquel caminó tomada del antebrazo de Sara y ambas bromeaban mientras entraban al gran salón.— Wooah, para ser un evento de caridad este salón se ve tremadamente costoso.— Nunca he entendido estos eventos.Respondió Raquel.Bajaron por algunos escalones a la parte baja del salón y ahí se encontraba la persona que los dirigió hacia la mesa que le correspondía.—¡Mira toda esa gente!Susurró con sorpresa Sara observando a las personas con hermosos vestidos y trajes elegantes.—¿De que crees que estén hablando?Cuestionó Sara.—Seguramente del día tan difícil que tuvieron al derrochar el dinero.—Ojalá alguno derrochara su dinero en la empresa.Raquel cubrió su boca para reírse disimuladamente de las ocurrencias de Sara.—¿Les puedo ofrecer algo?Preguntó el mesero a las dos chicas.—Dos copas de vino tinto, por favor.—Bien, ahora se lo traigo.—Gracias.Respondieron al unísono las dos chicas.—Bueno, y no pregunté, pero ¿de que tema es este evento?—Era una cena benéfica y creo que a
Empuñé mi mano derecha recogiendo un poco de la tela del vestido. En sus ojos negros estaba yo y era como si no se tratara de la realidad, es decir, cuando él y yo terminamos esa tormentosa relación y me fui, hubo días en los que imaginaba encontrarme con él, pero ahora era tan inesperado, siempre pensé que tendría muchas cosas que decir si ese día llegaba, pero el silencio hacía evidente que me había equivocado. —Raquel, yo... Samuel por fin pronunció, pero rápidamente detuvo sus palabras cuando Raquel levanto su mano para hacerlo silenciar. —No. Soltó Raquel. Haciendo que él exhalara profundamente por la respuesta tan firme que ella soltó. Era como si no hubiera pasado un solo día desde que lo vi por última vez, no había cambiado nada, seguía luciendo realmente atractivo, su altura, su cabello, inclusive su aroma. Mis piernas estaban a punto de fallarme, pero sentí la tibia mano de Sara y en ese momento por fin aparté mi vista de los ojos de Samuel. —Es hora de que nos vayam