Pensé que tal como lo había dicho Samuel, las cosas se calmarían y todos esos rumores dolorosos desaparecerían, pero fue todo lo contrario, ya que conforme los días avanzaban estos aumentaban y hacía que detestara ir a la empresa.Mi semblante era distinto y Sara pudo darse cuenta, pero había decidido omitir lo que sucedía porque en verdad si creía que todo regresaría a la normalidad y no quería preocuparía.Estaba harta de los murmullos y las risas cada que estaba por los pasillos, estaba harta de las miradas de los hombres suponiendo mil cosas y creyendo que podían intentar algo conmigo y sobre todo estaba harta de que Samuel no hiciera nada cuando fue él que dijo que quería protegerme y me hacía preguntarme por qué ahora que lo necesitaba no lo hacía.—¿Estás bien?Preguntó Sara observando a Raquel que miraba hacia el exterior de la ventana sin decir nada, perdida en sus pensamientos.—Sí.Respondió sin ningún tipo de emoción.—¿Segura?Sara dudaba, ya que la afirmación de Raquel n
Mientras estaba sentada en el pequeño sofá de mi oficina, solo podía tener en mente el cómo dejé la sala de juntas, sin decir nada más ante la mirada incrédula de Samuel y la de odio de su madre, pero ¿qué debía decir?, si no recibí apoyo de él, me sentía sola en ese mentó y abrumada por lo que estaba pasando y solo pensé en huir de ahí.La oscuridad de la oficina me invadió y solo esperaba el momento en el cual Samuel entrara por esa puerta y claro no me equivoque al escuchar el sonido de esta, cerré levemente mis ojos al él encender la luz tenue de aquel lugar donde trabajé arduamente por muchos días.—Raquel.El suspiro de Samuel se escuchó.—¿Qué quieres de mí?... He pensado en que tú nunca me has dicho que me amas.Era tanto pensar que le reclamaba sobre sus sentimientos en lugar de la posición de mi empleo, pero es que todo era una sola cosa, todo llevaba a lo mismo, todo estaba conectado, todo comenzaba con este secreto que ya era doloroso y el que había provocado todas aquella
—¿A dónde vas tan bonita?Preguntó Sara con una sonrisa al ver a Raquel salir de su habitación con un vestido blanco de flores rosas y amarillas, que hacía contraste con las sandalias doradas.—Iré a visitar a Samuel a su departamento.Sara trató de mantener su sonrisa, pero esto le resultaba difícil por el descontento que sentía al solo escuchar el nombre de Samuel.—¿Por qué no mejor vemos una película? Hoy es mi descanso y no hemos pasado mucho tiempo juntas.Sugirió Sara.—Es que...Raquel jugó con un mechón de su cabello rizado.—Ayer hablé con él y dijo que hoy estaría descansando, así que quería sorprenderlo.—Ah, bueno, está bien amiga, no te preocupes, será para la próxima.—Sí, discúlpame.—No te preocupes, pero ¿Si desayunas conmigo?—Va, eso si puedo hacer contigo.Sara sonrió.—Bueno, entonces preparemos algo rico.—Sí, así también puedo llevarle algo rico a Samuel.—Pues sí, aprovecha y así lo sorprendes aún más.Ambas sonrieron.Después de haber terminado de hacer el de
Sara abrió ligeramente la puerta de la habitación de Raquel que se encontraba en completa oscuridad, caminó hacia la cama sigilosamente y prendió la lámpara que estaba en el buro a un costado de la cama, suspiró al ver a Raquel dormida, su mejilla izquierda estaba sobre su mano, se podía ver su ojo derecho con rastros de lágrimas. Sara se sintió un poco aliviada que después de 4 días Raquel por fin pudo dormir, aunque sabía que había sido por la pastilla para dormir, que esa mañana ella la obligó a tomar. Sara cubrió a Raquel con una manta y finalmente se alejó saliendo de la habitación. La luz del sol hizo que obligadamente Raquel abriera unos de sus ojos, percatándose que Sara había abierto las cortinas que le daban la oscuridad que buscaba. —Amiga, debes desayunar. Raquel cubrió su cara con la sábana tratando de evitar que Sara viera el estado deplorable en el cual estaba su rostro. —No tengo hambre. Soltó con tristeza a través de las sabanas. Sara suspiró y arrebató la sában
Raquel buscaba en uno de sus cajones del tocador blanco, sonrió finalmente al encontrar lo que busca, tomó entre su mano la tijera de metal y dirigió su mirada hacia el espejo enfocándose el su cabello castaño claro y largo. Los rizos de mi cabello no eran tan definidos como podrían llegar a hacer los rizos normales, a decir verdad parecían más como ondulados, pero más rizados que los ondulados normales, es difícil de explicar, pero lo que sí sabia es que nunca me había causado conflicto mi cabello, sino hasta esa mañana cuando antes de meterme a bañar logré verme y sin piedad mi mente trajo a mí el recuerdo de Samuel alabando mi cabello. No pensé demasiado cuando comencé a cortar mi cabello, cortaba tratando de dejarlo un poco más abajo de mis hombros cuando en ese momento mi cabello llegaba hasta casi la parte baja de mi espalda. Sara entró a la habitación de Raquel para preguntar sobre una blusa y sus ojos se abrieron de manera sorpresiva al ver lo que hacía Raquel. —¡¿Qué haces
Raquel estaba aún sin poder creer que Samuel estuviera en ese lugar, sabía que era claro que él era el prometido de aquella mujer,Hasta ese día siempre pensé que yo era la novia, aunque oculta bajo las sobras, en verdad creía que era su novia y en ese momento me convertí en una más de sus amantes y eso fue un golpe muy duro, porque entonces todo el tiempo que pasamos no significo nada para él, quería pensar que a pesar de sus acciones él había sentido un poco de amor por mí, pero eso me demostraba que no era así, era realmente ilusa, me culpo por pensar de una manera tan indigna para mí... Si mi corazón estaba fracturado esa mañana se había roto por completo, pero debía mantenerme firme, aunque quería derrumbarme en ese lugar sin importarme nada.Raquel mordió su labio cuando Rebeca la miro algo sorprendida por la manera en que reacciono su empleada.—¿Qué pasa?Preguntó Rebeca viendo los ojos cristalinos de Raquel.—¿Podrías atenderlos tú? Te lo pido como un favor.Rebeca observó det
Sara abrazó fuertemente a Raquel, que estaba a punto de abordar el autobús que la alejaría de aquel lugar donde era pesado vivir. El sol aún no salía y las dos chicas se mantenían abrazadas en la oscuridad.—¿En verdad tienes que irte?Preguntó Sara con demasiada tristeza mientras aún abrazaba a Raquel.—Sí. Es algo que he decidido y creo que será lo mejor.Sara se apartó ligeramente de Raquel.—Entiendo, aunque no entiendo por qué optaste en viajar en autobús, un avión es más rápido.—No te voy a mentir porque nunca lo he hecho. Aunque he decidido irme, aún quiero quedarme, a pesar de haber visto lo que vi y saber que él se casara, aún quisiera que viniera a mí y me dijera que me ama como yo lo amo, irme es una cosa sumamente difícil y necesito pensar y prepararme antes de llegar a casa.Sara mordió su labio y suspiro.—¿Me prometes que estarás bien.?—Lo estaré, no te preocupes, estaremos en contacto... Por favor cuídate mucho y espero verte muy pronto.Soltó algo nostálgica Raquel.
El sonido insistente de la puerta de la habitación hizo que Raquel por fin se despertara, se estiró un poco y al levantarse a abrir la puerta vio frente a ella a Flor. —Disculpe que la haya despertado, señorita. Su merienda está lista. —No te preocupes, no me molestaste, ya debía despertar, porque si duermo demasiado se me complica dormir en las noches... Y por cierto te he dicho que me hables de tú. Raquel sonrió y salió de la habitación caminando a un costado de Flor que estaba feliz de tener a Raquel en casa nuevamente. —Mmm... ¡Esto está delicioso! Exclamó feliz Raquel al probar bocado. —Me alegra que le haya gustado. —Gracias. Soltó Raquel mientras continuó degustando la merienda que con mucho amor había preparado Flor para ella. Estaba un poco desanimada, ya que extrañaba mucho a Sara y aún no me hacía a la idea de que estuviera en casa. Había pasado mucho tiempo y se sentía como ajena, mi vista se clavó en los ojos del mismo tono que los míos y que me los había heredado