En un pequeño hangar, donde no queda registro escrito de nada y todos son tratos de palabra, se encuentra un rubio absolutamente atractivo, quién atrae la mirada de todos a su alrededor.Excepto de una pequeña chica a la que no le interesa compartir ni el mismo espacio.—Escúchame bien— declara Duncan acercándose a de forma irritada, como si detestara hacer este tipo de cosas.Emma quien ya había perdido todo gramo de atracción por él, se estremeció al notar su cercanía, le desagradaba su olor, le provoca un rechazo innato y eso no desaparecería jamás.— No puedes hablar de absolutamente nada que hayas visto dentro de la mansión de la familia McCarthy, si un solo rumor de cualquier cosa me llega, en ese momento estarías rompiendo el contrato de confidencialidad y tu vida volverá a estar entre mis manos.Emma asintió instintivamente, en este punto necesitaba estar de acuerdo con él, con cualquier cosa que dijera para alejarse, para que la dejaran salir de ahí con vida.Sin poder evitarl
Erick respira profundo, decide dar inicio a este plan que había iniciado como una completa locura.Extendió su mano para tomar la de una castaña, esa que deseaba jamás haber conocido en su vida.Su toque le quemaba, era una sensación de perder el control sobre sí mismo…Sobre su propia vida.“M*****a mujer” Pensaba una y otra vez el moreno.En un restaurante de alta exigencia y prestigio, donde los más ricos e importantes se reunían a conversar.Ahí en una mesa, en un área específicamente para mantener la privacidad de las conversaciones, se encontraba Amelia sentada de forma exquisita y tranquila.— Espero no haber llegado tarde — se excusa Erick.— Tranquilo tengo la vieja costumbre de siempre llegar antes, me gusta tomarme unos minutos para mí misma — respondió Amelia.De forma inesperada la acompañante de Erick tomó la palabra.— Mucho gusto — dijo una voz profunda y sensual al mismo tiempo— mi nombre es Lucrecia del Real y sinceramente es un placer conocerla señora McCarthy.Amel
La puerta de la habitación donde Luciana se encuentra cuidando a los gemelos, se abre inesperadamente dejando entrar a Angus.Luciana al mirar los ojos llenos de dudas y los labios hechos una línea sabía que algo estaba sucediendo.Su cuerpo se erizó, anunciándole que las noticias no eran buenas, que tenía que estar preparada y alerta para cualquier cosa que fuera a suceder.— Luciana dime que ya sabes lo que está sucediendo…Ella sonrió a sus pequeños hijos, les puso música de fondo y después se alejó de ellos para hablar lo más neutral posible, para no perturbarlos.— ¿A qué te refieres?El corazón de Luciana parecía latir tres veces la velocidad regular, en la garganta se sentía áspera y rasposa y sus manos habían comenzado a temblar.Se imaginaba que era lo que estaba a punto de decirle Angus, se imaginaba a qué se refería, pero nada la tendría preparada para lo que iba a escuchar.— Dime si tú estás de acuerdo con que Erick se esté encontrando con otra mujer.Luciana negó con la
Capítulo 165.Amelia sonríe, su rostro es el de la completa inocencia, absoluta ilusión y sobre todo una amabilidad poco frecuente en ella.Se adentró en la oficina observando cada uno de los detalles de la oficina, cada cuadro y detalle invitaban a estar cómodo, todo lo contrario de las oficinas frías e impersonales que visitaba regularmente.— No me digas señora McCarthy, llámame Amelia— una sonrisa casi maternal apareció en los labios de la señora— he estado dando vueltas al arduo trabajo que llevas a cabo…— comenzó Amelia al mismo tiempo que se sentaba justo en la silla de piel que le había indicado Lucrecia de forma discreta.Un solo movimiento en vano y todo se vendría abajo.Un silencio absoluto y tenso llenó el ambiente por completo, Lucrecia envaró de forma discreta su espalda, se negaba a aceptar que la respuesta de esta mujer sería un antes y un después en su futuro y para lograr todos sus planes, se mantenía siempre con la misma faceta de mujer segura, esa que inspirab
El ambiente estaba tranquilo, la villa de Lucrecia aunque era bella…Quería más. Su meta era llegar a la luna de ser posible.El ruido de pasos firmes llega a los oídos de ella.— Ahí estás…— Una voz profunda y acusadora la llama desde su espalda.Lucrecia se gira sorprendida, no esperaba escuchar esa voz.Pero al contrario de lo que cualquiera podría esperar, en este momento él era la única unión hacia la victoria.El sol con sus rayos ingresando por el cristal marcaban el paso del tiempo, este mismo que había sido tan reticente hacia ella al darle lo que realmente se merecía.— Erick —dijo con voz baja y profunda, justo el tono que sabía que encendía cada uno de sus sentidos tiempo atrás.Erick identificó al instante que ese intento de manipulación era un truco sucio que siempre utilizaba cuando ella quería algo.Las piernas largas y definidas de Lucrecia daban pasos firmes y seguros hacia su dirección, con movimientos cautivadores.— Por lo visto has decidido visitarme sin haberte
En la oficina personal de Amelia McCarthy, en la mansión de su familia ella se encuentra hablando de manera seria, firme y con total convicción sobre un movimiento que necesita sea confidencial y discreto.A pesar de estar rodeados de flores y unas cuantas pinturas delicadas, ninguno de los presentes se dejaba embaucar en la inocencia de esa mujer.— Les he hablado a ustedes dos, porque necesito con urgencia, que se deshagan de cualquier mentira, cualquier filtración de información, de la que esté siendo víctima nuestra familia, los dos sospechosos son Hugo y Omar.Duncan que ya sabía de la sospecha de ambos, por aparecer en ciertas tomas de las cámaras de seguridad en la hora aproximada que dio Emma en sus detalles, por lo tanto no se sorprendió y se mantuvo en silencio aceptando la indicación.En cambio, Carlos estaba en absoluto desconocimiento de las sospechas de la matriarca de la familia y no pudo quedarse en silencio un minuto más.— Disculpe señora McCarthy— inició el con to
Después de un día agotador de entrenamiento donde lo habían hecho poco menos que papilla, Pedro necesitaba una ducha, desde hacía días había estado observando a una de las muchachas del servicio, era nueva, joven y hermosa.Pedro no sabía cómo acercarse a ella y presentarse, después de toda una vida manteniéndose en la lucha de sobrevivir, ahora que finalmente podía pensar en otra cosa le daba miedo enfrentarse a un rechazo, enfrentarse a un no, enfrentarse a las burlas.Si ella se enteraba de su pasado, sabía que vería lastima en sus ojos, y aquí nadie lo veía así, nadie conocía esa faceta de lucha en su vida.Quería darle una buena impresión cuando se presentara frente a ella, que cualquier cosa que descubriera de su pasado, palideciera ante lo que era ahora.Por lo tanto, estar todo sudado, lleno de tierra y en muy mal aspecto era una de las peores maneras de presentarse ante una mujer.Se iba escondiendo, entre los pasillos, revisando que se encontraran a solas, que la joven chica
A pesar de tener un entrenamiento exquisito respecto a lo militar, Carlos en este momento sentía la respiración agitada y ninguna de las estrategias que había intentado funcionaba.En este punto, sus nervios, la preocupación de haber cometido un error y sobre todo la ineficiencia de pasar desapercibido en sus investigaciones era un castigo perturbador.Sin aviso alguno, abrió la puerta de la oficina donde sabía perfectamente que la matriarca de la familia Amelia McCarthy se encontraría.Lo que no había previsto era que no estaría sola.Duncan, quién era el otro encargado de investigar también estaba ahí y su rostro no indicaba nada bueno.Amelia levantó una ceja, sorprendida y de forma discreta revisó la hora en el reloj de madera antigua que se encontraba a un lado de la puerta justo detrás del recién llegado.— Diez minutos de diferencia— declaró Amelia confundiendo a los dos hombres— pasa y cierra la puerta imagino que sé a lo que vienes.Carlos hizo lo que le indicaban y un segundo