Capítulo 165.Amelia sonríe, su rostro es el de la completa inocencia, absoluta ilusión y sobre todo una amabilidad poco frecuente en ella.Se adentró en la oficina observando cada uno de los detalles de la oficina, cada cuadro y detalle invitaban a estar cómodo, todo lo contrario de las oficinas frías e impersonales que visitaba regularmente.— No me digas señora McCarthy, llámame Amelia— una sonrisa casi maternal apareció en los labios de la señora— he estado dando vueltas al arduo trabajo que llevas a cabo…— comenzó Amelia al mismo tiempo que se sentaba justo en la silla de piel que le había indicado Lucrecia de forma discreta.Un solo movimiento en vano y todo se vendría abajo.Un silencio absoluto y tenso llenó el ambiente por completo, Lucrecia envaró de forma discreta su espalda, se negaba a aceptar que la respuesta de esta mujer sería un antes y un después en su futuro y para lograr todos sus planes, se mantenía siempre con la misma faceta de mujer segura, esa que inspirab
El ambiente estaba tranquilo, la villa de Lucrecia aunque era bella…Quería más. Su meta era llegar a la luna de ser posible.El ruido de pasos firmes llega a los oídos de ella.— Ahí estás…— Una voz profunda y acusadora la llama desde su espalda.Lucrecia se gira sorprendida, no esperaba escuchar esa voz.Pero al contrario de lo que cualquiera podría esperar, en este momento él era la única unión hacia la victoria.El sol con sus rayos ingresando por el cristal marcaban el paso del tiempo, este mismo que había sido tan reticente hacia ella al darle lo que realmente se merecía.— Erick —dijo con voz baja y profunda, justo el tono que sabía que encendía cada uno de sus sentidos tiempo atrás.Erick identificó al instante que ese intento de manipulación era un truco sucio que siempre utilizaba cuando ella quería algo.Las piernas largas y definidas de Lucrecia daban pasos firmes y seguros hacia su dirección, con movimientos cautivadores.— Por lo visto has decidido visitarme sin haberte
En la oficina personal de Amelia McCarthy, en la mansión de su familia ella se encuentra hablando de manera seria, firme y con total convicción sobre un movimiento que necesita sea confidencial y discreto.A pesar de estar rodeados de flores y unas cuantas pinturas delicadas, ninguno de los presentes se dejaba embaucar en la inocencia de esa mujer.— Les he hablado a ustedes dos, porque necesito con urgencia, que se deshagan de cualquier mentira, cualquier filtración de información, de la que esté siendo víctima nuestra familia, los dos sospechosos son Hugo y Omar.Duncan que ya sabía de la sospecha de ambos, por aparecer en ciertas tomas de las cámaras de seguridad en la hora aproximada que dio Emma en sus detalles, por lo tanto no se sorprendió y se mantuvo en silencio aceptando la indicación.En cambio, Carlos estaba en absoluto desconocimiento de las sospechas de la matriarca de la familia y no pudo quedarse en silencio un minuto más.— Disculpe señora McCarthy— inició el con to
Después de un día agotador de entrenamiento donde lo habían hecho poco menos que papilla, Pedro necesitaba una ducha, desde hacía días había estado observando a una de las muchachas del servicio, era nueva, joven y hermosa.Pedro no sabía cómo acercarse a ella y presentarse, después de toda una vida manteniéndose en la lucha de sobrevivir, ahora que finalmente podía pensar en otra cosa le daba miedo enfrentarse a un rechazo, enfrentarse a un no, enfrentarse a las burlas.Si ella se enteraba de su pasado, sabía que vería lastima en sus ojos, y aquí nadie lo veía así, nadie conocía esa faceta de lucha en su vida.Quería darle una buena impresión cuando se presentara frente a ella, que cualquier cosa que descubriera de su pasado, palideciera ante lo que era ahora.Por lo tanto, estar todo sudado, lleno de tierra y en muy mal aspecto era una de las peores maneras de presentarse ante una mujer.Se iba escondiendo, entre los pasillos, revisando que se encontraran a solas, que la joven chica
A pesar de tener un entrenamiento exquisito respecto a lo militar, Carlos en este momento sentía la respiración agitada y ninguna de las estrategias que había intentado funcionaba.En este punto, sus nervios, la preocupación de haber cometido un error y sobre todo la ineficiencia de pasar desapercibido en sus investigaciones era un castigo perturbador.Sin aviso alguno, abrió la puerta de la oficina donde sabía perfectamente que la matriarca de la familia Amelia McCarthy se encontraría.Lo que no había previsto era que no estaría sola.Duncan, quién era el otro encargado de investigar también estaba ahí y su rostro no indicaba nada bueno.Amelia levantó una ceja, sorprendida y de forma discreta revisó la hora en el reloj de madera antigua que se encontraba a un lado de la puerta justo detrás del recién llegado.— Diez minutos de diferencia— declaró Amelia confundiendo a los dos hombres— pasa y cierra la puerta imagino que sé a lo que vienes.Carlos hizo lo que le indicaban y un segundo
El momento de la fiesta había llegado, personas de la más alta esfera de la sociedad estaba en la recepción de la mansión, gustosos al haber sido contemplados por la matriarca de la familia McCarthy, absolutamente nadie se atrevería a ignorar tal atención.— Luciana, toma mi mano cariño, este día es el inicio de nuestro futuro — dijo Amelia con una sonrisa segura en los labios.Luciana quien aún no comprendía por qué quería darle tanta atención a esa mujer, e incluso por qué Erick se negaba a hablar sobre Lucrecia, había decidido confiar en su abuela.— Espero estés haciendo lo correcto abuela —dijo Luciana con un tono lleno de esperanza y confusión al mismo tiempo, para inmediatamente después suspirar en un intento por relajar su cuerpo lleno de tensión.— Créeme —respondió Amelia— esto es solo el inicio.Comenzaron a bajar las escaleras, absolutamente todos los presentes giraron su atención hacia las dos mujeres más importantes de la sociedad en el momento.Cientos de murmullos opac
El ambiente que rodeaba la oficina de Amelia se volvió frío, a tal grado que dolía cada uno de los huesos.Una risa llena de incredulidad salió de Amelia de forma natural e impactante.— Tú — dijo con tono amargo en la voz— no mereces nada.El rostro de Mairi hizo un gesto de dolor, jamás en todos los años que tenía con su madrina le había hablado así de fuerte, con ese rostro como si hablara con una desconocida.A pesar de sentirse desesperada por tener la aprobación de la mujer que había admirado la mayoría de su vida, Mairi decidió continuar con sus argumentos…“Tal vez si continúo y la hago ver las cosas correctamente, lo acepte” pensó en un intento por saberse en el lado correcto de la situación.— Yo madrina… yo soy quien merece…— ¡No!— dijo de nuevo Amelia cerrando los ojos para contenerse para continuar— todo lo que tienes, todo lo que eres… incluso cada m*****a respiración qué haces, es gracias a mi consideración, a mí voluntad. Un suspiro profundo y resignado sale del pech
Luciana va corriendo con su pequeño hijo Ignacio en los brazos.— Tranquilo mi amor, tranquilo todo estará bien…. — susurraba entre jadeos al mismo tiempo que sentía el paso del tiempo sobre su espalda.El tic—tac tic—tac del reloj no se detenía jamás, a pesar de desearlo con toda su alma.El pasillo del hospital que tanto tiempo antes había recorrido con desesperación y tristeza, en este momento le parecía eterno… interminable.Erick iba detrás de ella, hablando por teléfono con Bryan quien aseguraba que seguiría en la búsqueda de esa ampolleta.— Necesito que lo encuentres, Ignacio ya no puede tener otra complicación por alta temperatura —el tono de voz de Erick era desesperado, ahora sí podía mostrar cómo se sentía en realidad.Sabía cuál era la gravedad de la situación, sentía el peso y la tensión sobre sus hombros.— Haré todo lo que este en mis manos para encontrar el antídoto— Dijo Bryan antes de colgar.En el hospital, el mismo doctor que los había atendido antes, corrió