(NARRACION: ISABELLA)
Estoy colgada en medio de la habitación, totalmente desnuda e inmovilizada. Estoy a su merced y él lo sabe.
—¿Cuál es el castigo?— pregunto con nerviosismo, Sebastián suelta una pequeña risita burlona y se acerca a mí para terminar pasando su lengua húmeda por mi pecho izquierdo. Jadeo suavemente de placer y gimoteo al sentir sus labios rozar mi pezón para después tomarlo entre sus dientes y mordisquearlo un poco.
Sebastián se aleja con una amplia sonrisa y me mira a los ojos.
—¿Quieres saber cuál es tu castigo?— me pregunta y yo asiento levemente mientras mantengo mis brazos hacia arriba por culpa de las cuerdas.— te voy a azotar... cien veces y tienes que contarlas cariño.
Ni siquiera puedo decir una sola palabra, mi cuerpo está temblando en una mezcla de pánico y nerv
(NARRACIÓN: ISABELLA)Probablemente acabo de cometer el error más grande de mi viva. Acabo de entregar mi cuerpo al hombre más poderoso del mundo. Al mafioso y asesino más conocido del mundo. Tengo tanto miedo que estoy segura que él puede olerlo. Me mira como si fuera una carnada, como si fuera un delicioso trozo de carne y el un náufrago que no ha comido en días.Sus ojos son completamente oscuros, lucen tan diabólicos bajo la tenue luz de la habitación. Estoy segura que han oscurecido bastante desde que entramos a la habitación.Mi cabeza cae hacia atrás cuando su húmeda lengua se pasa por mis piernas, limpiándome y saboreando todo mi sabor. Es tan vergonzoso que hago lo posible para no verlo, sus caricias son tan deliciosas que nuevamente me veo en el oscuro borde del orgasmo, cayendo con fuerza.Jadeo relajada cuando finalmente suel
(NARRACION: SEBASTIÁN)La follé por horas. Se lo advertí, le dije que lo haría y ella termino aceptándolo. Estoy ansioso por volver a sentir su estreches, sus pequeños escalofríos y sobre todo por escuchar sus delicados gemidos.Aprieto el botón de la pared y esperó un poco hasta que la puerta se abra. La señora Cristina me mira y me cruzo de brazos.—Prepara la cama de Isabella. — ordeno.—Si, joven — dice la anciana y se retira de la habitación. Termino de acomodarme la camisa y suspiro antes de tomar a Isabella y cargarla. Jalo la sabana de la cama y la cubro. Salgo de la habitación con ella en brazos. Respira tranquilamente sobre mi pecho, la miro fijamente mientras camino por el pasill
Despierto cuando los rayos de sol comienzan a golpear mi rostro. Maldigo en voz baja y ruego por la cama en busca de un poco más de oscuridad. Me detengo levemente al sentir mi cuerpo gritar a causa de lo adolorida que me ha dejado Sebastián. No quiero admitirlo pero anoche fue sorprendente.Nunca había experimentado esa sensación de ser dominada y complacida al mismo tiempo. Hay algo en él que no puedo describir, algo que me jala como un imán y a la vez me aterroriza. Sé que debo de escapar de este lugar, sé que él está loco y en cualquier momento podría perder la cabeza y asesinarme para terminar clavándome en un poste o peor aún... podría venderme a un mafioso igual de psicópata que él.—Señorita, buenos días...– me susurra Cristina con suavidad
(NARRACION: SEBASTIAN)La música golpea con fuerza cada uno de los rincones del lugar. Me abro espacio entre la multitud mientras bailan y gritan con euforia al levantar sus copas. Regreso mí mirada solo un segundo para comprobar que los gemelos vengan a mis espaldas. Suspiro molesto al chocar con un hombre que me mira con terror. Él sabe quién soy, le regalo una fría sonrisa y me acerco a él.— ¿Dónde está ella?— pregunto. El hombre me mira por unos segundos y niega con nerviosismo mientras intenta alejarse de mí, se intenta perder entre la multitud pero los gemelos no se lo permiten. Lo toman de los brazos y me miran en espera de una orden. Sonrió para luego carcajear y señalar el segundo piso. — Súbanlo— ordeno.— ¡Te pr
NARRACION: ISABELLAObservo a uno de los gemelos mientras el auto está en completo silencio. Puedo sentir como mis manos continúan temblando mientras sostengo con fuerza el cinturón de seguridad del auto. Él suspira y me voltea a ver por un segundo, luce algo incómodo y parece querer encontrar la manera de entablar una conversación conmigo. El traga saliva al escuchar los disparos del interior del auto. Los disparos parecen llenarlo de valor e inmediatamente voltea a verme por completo. Estira su mano hacia mí y me regala una amigable sonrisa.—No sé si Sebastián ya nos presentó pero me llamo Lucas. Soy el gemelo mayor. Nací con una mínima diferencia pero soy el mayor.— ¿Puedes ayudarme a escapar?— le pregunto en un pequeño susurro. Lucas suspira con fuerza y niega levemente mientras me mira.—Lo s
Estoy furioso. Tan furioso que me dan ganas de matarla pero, mierda no lo haré.—¿No te quedaron claras las putas reglas?—le pregunto. Isabella se aferra más a su cinturón de seguridad, lo toma y lo estruja entre sus delgadas manos mientras llora con fuerza. Me mira limpiarme los dedos de la mano con un trozo de tela y solloza. En cierto punto me recuerda a mi sobrina recién nacida, igual de lindas. Pero, estoy muy molesto con ella.Quiero golpearla pero no lo haré. No la lastimaría, al menos no hoy.—¿Sabes que te castigaré?—le grito y ella solloza.—¡Debería de matarte!—le grito.—¿Y por qué no lo haces?— me pregunta mientras llora en su asiento.—Por qué me gustas —le digo de mala gana. Ella me mira por un momento y frunce el ceño.—¡Maldita sea!—grit
NARRACION: ISABELLASuelto un pequeño suspiro cuando los rayos del sol entran por la gran ventana que se encuentra al lado de mi cama. Llevó ambas manos al rostro y suspiro nuevamente. Finjo estar dormida cuando escucho la puerta abrirse, la voz de Sebastián se escucha por toda la habitación pero no habla conmigo y no pretende hablar conmigo. Está hablando con un hombre. Reconozco esa voz, está hablando con el doctore que me atendió la noche anterior.Mantengo mis ojos cerrados mientras los escucho. Sebastián le está exigiendo que me cure, que no deje marcas en mi piel. Me molesta que él haga eso, por su culpa estoy herida y por su maldita culpa no puedo ir a mis clases de piano.—Sé que estas despierta— dijo él. — levántate y ve a ducharte. No me hagas tener que levantarte a la fuerza— dice Sebastián, mi cuerpo se tensa por completo al escuc
Todos me tienen miedo. Normalmente la mayoría de las personas me tienen miedo y la verdad eso me gusta. Me gusta la manera en la que las personas me miran con terror. Me hace sentir poderoso y me gusta la idea de saber que soy el único que puede hacer lo que quiera en este puto lugar.—Lo esperan en la sala de reuniones —dijo una mujer de vestido rojo con unas tetas sorprendentes pero no tan sorprendentes como las de Isabella.—Bien—digo y entro a la sala. Hay cuatro hombres de pie en mi espera.Todos tienen la misma expresión. Están muertos de miedo por mi presencia. Que patéticos. Me siento en una de las cuantas sillas negras que hay en el lugar. Todos me miran fijamente y yo extiendo la mano en señal de que pueden sentarse. Todos se sientan con rapidez, uno de los hombres juega nervioso con sus manos. Nunca actúan de esa manera, siempre actúan normal, algo anda mal.