Capítulo 92
Gabriel se había quitado la chaqueta negra que llevaba en el brazo, dejando ver su camisa blanca. Con sus anchos hombros y estrecha cintura, los dos primeros botones desabrochados le daban un aire casual y relajado.

Antes de que Fabiola pudiera hablar, Gabriel se detuvo frente a Ana. Con sus hermosos ojos entornados y las largas pestañas proyectando suaves sombras bajo sus párpados, habló con voz fría y cristalina: —Señorita Vargas, vamos, yo la llevo.

Fabiola se sorprendió ligeramente. ¿Gabriel se había ofrecido a llevar a Ana antes de que ella lo sugiriera? ¿Cuándo se había vuelto tan servicial su hermano? Sin tiempo para reflexionar, solo advirtió: —Tengan cuidado en el camino. Ana, avísame cuando llegues a casa.

Ana asintió obedientemente y siguió a Gabriel con cierta inquietud. La brisa nocturna disipó el calor de su rostro, aclarando sus pensamientos. Un Bentley negro esperaba en el patio.

Gabriel, caballerosamente, le abrió la puerta. Al subir, el cabello suelto de Ana rozó su b
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