Con la espalda pegada a la pared, la respiración de Angelina se aceleró temerosa, sentía que, si Adriano se acercaba un poco más, no sería capaz de mantener el control, temía a reaccionar como lo hacía en sus sueños, dejándose llevar.Las manos de Adriano tomaron su rostro mientras su cuerpo presionó el suyo contra el muro con fuerza. La respiración jadeante de Angelina delató su deseo creciente de los labios del sexi desconocido y la mirada felina y gris de él la taladraron sin permiso.— Te deseo… — él susurró despacio con voz ronca mientras detallaba las delicadas líneas del azul de sus ojos — Te deseo como nunca he deseado a nadie, muchas mujeres han pasado por mis manos, pero ninguna como tú.— Por favor, no… — Ella rogó sin saber exactamente si quería que se detuviera o al contrario
— ¡Madre! Te ruego que me alejes de la tentación, sabes que mis intenciones fueron puras desde el principio, pero ahora no lo sé, y temo caer — Angelina susurraba mientras Adriano la observaba desde las sombras, envuelto en la manta.— Ella sufre, pero, ¿Por qué? ¿Acaso seré yo la razón de su pesar? Tal vez ya sea el tiempo de irme, puede que haya pasado más tiempo del debido en este lugar — algo atravesó su pecho al ver las lágrimas de la joven, una sensación que no esperó, no era lógico en él sentir compasión por nadie, pero ahí estaba con el pecho convertido en una uva pasa por una chica que apenas conocía — Definitivamente, ya me llegó la hora.Adriano se alejó devolviéndose sobre sus pasos sigilosamente, cruzó el convento de lado a lado y buscó la puerta trasera a tientas, empu
La chica intentó por todos los medios de actuar de forma fría y displicente, pero él sabía que solo era una suerte de pantomima para convencerse a sí misma que debía mantener la sana distancia.Ella le entregó un par de mantas y le mostró el lado de la cama en donde dormiría antes de desaparecer en el baño tras la puerta.Él se preguntó cómo harían para caber los dos en semejante espacio, era reducido, no estaba seguro de si era una cama sencilla, común y corriente, o si era un poco más angosta que las demás, por aquello de que todo en el convento parecía estar diseñado para que la vida allí fuera una eterna penitencia, a él le pareció minúscula la bendita cama, acostumbrado a su King Size de dos por dos metros en la que había protagonizado más de un delicioso revolcón con, en ocasiones, m&
Adriano se acomodó sobre la joven y se inclinó sobre su cuello besando despacio y haciendo un camino delicioso de besos desde el cuello hasta abajo, dejando a cada contacto un estremecimiento genuino y único en la piel de mármol de la hermosa joven. Su cuerpo de guitarra lo llamaba a disfrutar de él, sobre todo por el cambio de actitud de la novicia al entregarse por completo a probar de las delicias de la carnalidad, mientras él mordía suavemente sus pezo*nes haciéndola estremecer y mover sus caderas en una desesperada búsqueda de más. — ¡Ah! — Ella gimió y él se endureció aún más, aguantando para no irse de las primeras y comportarse como un perfecto idiota, no era esa la impresión que quería dejar en ella, primero le daría placer, mucho, y no era algo que le molestara en absoluto, le gustaba hacerlo, lo hacía sentir bien, pleno, todo un hombre, así que la llevaría a la gloria. Siguió bajando con los labios pegados a la piel del torso de Angelina, surcando sus montañas y sus valle
Cuando iba a mitad del camino, Adriano recordó los diamantes y se detuvo en seco, apretó los puños porque no quería regresar después de su dramática salida con portazo y todo, pero los necesitaba, eran parte escencial del trato con Flavio, y el tipo no se andaba con juegos, y él tampoco.Además, era la excusa perfecta para vengar la muerte de Bruno por culpa de Vico, el matón de Flavio era su jefe y quien había insistido en que fuera parte del golpe.De modo que respiró hondo y se dío la vuelta.Empujó la puerta de la habitación de la novicia y la hoja de madera no cedió ni un solo centímetro.— ¡Diantres! — dijo para si mismo — ¿Angelina? — Se obligó a decirLa joven escuchó la voz de Adriano y se limpió las lágrimas, su corazón saltó de alegría pensando que él se había arrepentido de irse, y que venía a disculparse por sus palabras.Se levantó apresuradamente y abrió la puerta.— ¿Si? — dijo espectante e inocente.Él se rascó la cabeza.— ¿ Tienes los diamantes?La emoción de la chi
Adriano se había encaminado a pie hasta la estación de autobuses, de alguna manera lograría que lo llevaran, así fuera apelando a la investidura sacerdotal que ostententaba gracias a Angelina.Entró y se sentó en las sillas de espera, era muy temprano todavía y no habían llegado los primeros buses a cargar pasajeros, pero no le importó, era mejor así, estar lejos de ella para cuando llegara la mañana, al menos ahí dentro había calefacción, y el frío estaba un poco controlado, le alegró que estuviera abierto, o se habría congelado allá fuera.Se acomodó en una de las bancas y se recostó un poco, un fuerte dolor de cabeza le martillaba desde la noche anterior y no había podido superarlo, era como un golpeteo constante y enloquecedor que había que su cerebro se sintiera como si fuera a explotar.— Creo que intentaré descansar un poco hasta que el ruido del trajinar me despierte, seguramente algún chofer de autobús querrá llevar a Roma aún Cura que ha sido víctima del hampa, y al que le h
Angelina vio la espalda de la Madre Superiora desaparecer tras la puerta de la salida del convento y se encaminó directo al comedor a desayunar, se sentó y luego de hacer una oración se dispuso a comer, pero Sor Juana tomó su plato y vino a sentarse junto a ella.— Hola.— Hola.— ¿Ya vas a decirme de qué se trata todo lo que estás haciendo? — Preguntó la mujer.Angelina puso los ojos en blanco, ya que, ya no importaba nada, le diría alguna mentirilla piadosa y ya.— Era una obra de caridad, pero ya está resuelto.— ¿Una obra de caridad? ¿De qué clase?— De la clase desagradecida — Dijo cortante mientras le daba un mordisco a su pan.— Mmm… pareces especialmente molesta esta mañana — Comentó observando su rostro y las bolsitas oscuras bajo sus ojos —&iq
Adriano se queda pasmado sin terminar de comprender lo que sucede con el grupo de mujeres que lo rodea, ellas parecen muy emocionadas y lo toman de los brazos contentas por tenerlo en el pueblo. El mafioso tarda un poco en reaccionar a las palabras de ellas hasta darse cuenta de que lo han confundido con otra persona.— ¡Padre, que bueno que ya esté aquí! Nos preocupaba pasar mucho tiempo sin un párroco teniendo tantas necesidades en el pueblo, y en la Parroquia — la jefa del comité de Damas colaboradoras de la Caridad habló con una enorme sonrisa en el rostro.Adriano se la quedó mirando, estuvo a punto de zafarse de su mano, pero cuando se dio cuenta de lo que ocurría y de que podía sacar provecho de ello se detuvo.— Padre, ¡Ave María purísima! — Saludó la Madre Superiora — Soy la Madre Superiora del convento, trabajaremos juntos en la comuni