PARTE III
Huellas en el pasillo
La distancia entre Weimar y Berlín es de 286 km exactos, según el mapa que saqué de la biblioteca improvisada del cuartel. Entonces, según mis cálculos, si tuviésemos un transporte, sea en carro o en moto, se tardaría dos horas con cuarenta y ocho minutos para tocar Berlín. No obstante, no tenemos ningún tipo de vehículo.
Si tardamos dos semanas en cruzar el bosque, entonces tardaríamos el triple para arribar al Palacio Real. Y no tengo la maldita resistencia para una caminata tan larga.
Frunzo los labios. Sería peligroso el ir hasta allá, pues sus centinelas tienen puestos de vigía a lo largo y ancho del país, más para llegar al punto de destino.
Me recuesto más en el sillón acolchado, al mismo tiempo que echo la cabeza para atrás,
Briz se me acerca con gesto nervioso. La analizo algo preocupada.—¿Qué pasa?Nivela sus pasos con los míos. Parece estar en el mundo fantástico de una preocupación gigante.—Hoy me tocó hacer ronda —resuella.—¿Y qué con eso?Me agarra del antebrazo para detenerme. Frunzo las cejas a punto de alejarme de un tirón.—Vi chupasangres rodeando la protección. Parecían buscar fallos en ella. Fue como si la pudieran ver. Creo que desean entrar con más fiereza que antes, pues en el pasado no le ponían casi empeño.Al oír lo último me azota un pensamiento cruel. ¿Será que son enviados por “mi destinado”? Puede ser posible.Entrecierro los ojos.Sus dedos aflojan un poco mi carne. Mantiene cabizbaja, asustada.—Tranquila. —Aparento consolarla, pu
Orbes de diferentes colores posan su escrutinio en mí confundidos.Luego de pensarlo un poco, el encargado de mantener la carne estable se decide en levantar el mentón y posar su análisis en donde el mío está. Cuando entiende mi rigidez, exclama algo con extrema incredulidad mezclada de un pánico agonizante, alertando a sus amigos que no tardan en hacer lo mismo que él. Desvío mi contemplación de ellos… los enemigos primero.Aprieto los puños. Mi grupo no tarda en erguirse con actitud defensiva. Son híbridos convertidos, eso está más que seguro.—Idos ya —ruge Briz a los novatos que no tardan en acatar.Maldigo por lo bajo, ha cometido un error. Hará que los enemigos entren en caza. Sin embargo, sacudo la cabeza al entender que no están aquí por ellos, sino por los míos.Son cuatro en total que ya empezaron a rod
—Buscaban a mi padre y a mí. Vinieron solo por eso… ¿por qué?, ¿acaso mi padre tiene algo que es de suma importancia para ellos?, ¿soy yo la que necesitan para propósitos macabros? —discuto a la vez que alzo los brazos, ofuscada.Las ojeras se comen las comisuras de mis ojos, no he podido dormir. De hecho, me levanté solo por irrumpir la estancia del mayor.—Red.—¡No! Necesito respuestas a toda esta mierda. Casi pierdo a dos personas más, casi. Vinieron solo por eso, nada más.—Crow alcanzó a reconocer uno. Solía ser su compañero de habitación. Prefirieron suicidarse antes de ser interrogados; eran leales a su rey.Se pasa el dorso por el poco cabello que posee.Comprimo los labios. —¿Por qué yo? —musito, cansada de todo y de todos.—Tu padre ya te lo dijo, &iqu
—Eva, ¿es posible que no me detecte?Se fija en mí luego de dejar en paz la pobre sopa.—Sí, es posible. —Se frota las manos en su delantal—. Pásame ese frasco con ajo molido.Dejo caer los hombros. Ha pasado de mi presencia desde que irrumpí en su cueva.Me estiro hasta alcanzar el dichoso frasco; lo examino antes de entregárselo con una inclinación de pleno cansancio.—Deberías aprovechar tu poco descanso en visitar a tu padre —comenta luego de agradecerme y echar una pizca de ese ajo en el líquido ámbar.—Cuando obtenga lo que necesito de ti, iré con él —contrataco cruzada de brazos. Más es una mentira vil.Vuelve a ignorarme, yo vuelvo a bufar.—Ahora. —Mi mirada se ilumina de esperanza—. Pásame el koriander. —Esa esperanza decae al mismo tiempo que mis gan
Estiro la manga del guante hasta que lo siento bien puesto. Al mismo tiempo, reviso el filo de mi hoja, está más que preparada para divertirse un rato. Luego, me pongo con serenidad absoluta la máscara. Cuadro los hombros, aligero el peso en ellos. Hoy me toca relevar a un muchacho que ha estado casi doce horas en la retaguardia. No titubeo al caminar hacia dicho lugar algo iluminado por la luna que esta vez está sin acompañantes. Diviso la solitaria carretera con más suciedad en ella. Estaré sola como de costumbre. Las luciérnagas bailan al final del camino de asfalto, acompañadas por el cantar de los grillos y ranas que aclaman una lluvia y un apareo pronto. A veces me entra la curiosidad de cruzar el límite que es la carretera misma, para echar mis narices en las destartaladas cabañas que se pierden entre la larga maleza, no solo eso, investigar más allá de ellas y ver qué puedo encontrarme. Sin embargo, cuando estoy a punto de calmar esa insana necesidad,
Papá me estudia con la preocupación demasiado evidente. Pasea sus dedos en una caricia delicada por mi mejilla, me derrito ante ello a la vez que me inclino para recibir más su toque.—Hace unas décadas la raza vampírica estuvo en declive. Es decir, a punto de entrar en extinción. Y una familia de esa raza en singular puso su preocupación del todo en el problema. Decidieron hacer algo para mantener los suyos firmes… no fulminarse como lo hicieron otra clase de seres. Así que optaron por pedirle ayuda a un ser codicioso, pero que solo quería ser reconocido por una acción y no pediría nada a cambio por eso, pues él también estaba siendo olvidado. ¿Quién pensaría que un demonio se sentiría tan menospreciado, que haría un favor sin pedir nada? Era una locura, pero esa familia no la desaprovechó. —Entrelaza sus dedos con los m&iacu
Recuerdo que mamá siempre nos decía que había comido antes que nosotros con una tenue sonrisa. Nos sentaba en la mesa, y ella se acomodaba frente nuestro, feliz por vernos devorar los platos que con tanta devoción papá preparaba. Éramos tan inocentes que no nos percatábamos de nada extraño, pues cuando ella nos exhalaba respuestas dulces, nos confortábamos con eso. Siempre veló por nosotros, día y noche, sin importar qué.Fue una madre excepcional…Es una madre excepcional.Me limpio los pómulos sentada en mi nuevo lugar de tranquilidad. Al lado de la tumba de Ivonne con las flores bellas y grandes ya acostumbradas a su tierra. Esa costumbre de enterrar en la lápida hermosas plantas es magnífica.Por fin procesé esa historia con el corazón en mi puño. ¿Qué más da? El destino es un gran hijo de p
Quise acercarme, pero él se alejó con rapidez. Siento haberlo lastimado, pero tenía que ser sincera. No estoy para relaciones, sí que menos en un momento tan crucial como este. Le he lastimado, lo sé y tengo que remendar ese dolor, aunque sea, con hipocresía.Suspiro a la vez que dejo caer los hombros.Atisbo a Crow con las cejas arrugadas en mi dirección, curioso. Lo ignoro, tampoco estoy para dar explicaciones.—Ya conseguimos un medio de transporte, no con tanta dificultad, después de todo —exclama el mayor en medio de la asamblea.La asamblea se encarga de aceptar y/o descartar ideas para nuevas misiones, dependiendo de su importancia para con la humanidad. Esta está constituida por capitanes, líderes de grupo, entrenadores e incluso comerciantes, como mi padre, que está sentado a mi lateral con los rasgos serios y ostentosos.—Se infiltrar&a