Salvada por la mafiaCapítulo 25 (30 Buenovela)AlinaLas imágenes que me muestra Roxanne se repiten una y otra vez en mi cabeza. En el fondo sabía que algo estaba mal, que él ocultaba algo, pero me deje envolver por sus detalles que lograron confundirme y nublar mi buen juicio. Ahora entiendo que todo lo hizo por mantenerme tranquila y fuera de sus verdaderos planes; lo que no entiendo es por qué sintió la necesidad de enamorarme, por qué se empeñó en hacerme sentir querida y apreciada por él, si en verdad yo nunca figuré en su futuro.Eso es lo que más me duele, su manipulación, la manera en que jugó con mi mente, desempeñando un papel que jamás debió salirse de lo profesional y, aunque ambos fallamos en ese punto, en serio creí que le era suficiente, que no tendría la necesidad de salir y buscar afuera lo que yo le daba con gusto.Fui una tonta en creer que ya no sentía nada por ella cuando fue él mismo quien me confesó lo mucho que la había amado en el pasado, y lo mucho que
Luka La casa ha quedado hecha una m****a, hay puertas y ventanas rotas por todo el lugar. Mis pasos crujen mientras camino por encima de los vidrios que cubren el piso por toda la sala de estar, observando el rastro de cuerpos moribundos que han quedado después del ataque de los hombres enviados por Roxanne. Tanto miembros de mi equipo de seguridad, como empleados de la casa, todos ellos han quedado reducidos a nada como si sus vidas no tuviesen ningún valor. Fue muy astuta al crear esa distracción y sacarme de la casa para poder entrar y llevarse a mi esposa, debo admitirlo; bajé la guardia, me dejé envolver por sus palabras y la creí inofensiva, cuando eso era lo que en realidad planeaba, hacerse pasar por una loca enamorada con tal de hacerme a un lado mientras poco a poco se metía en mi mente llegando así a mi punto débil. «Perra astuta, supiste jugar bien tus cartas» No me sorprende para nada que haya sido capaz de embaucar a Luciano y apoderarse de su clan con tal facilidad.
Narrador omniscienteAlina observó con dolor las imágenes que daban fe del engaño de su esposo. Su corazón se rompió en mil pedazos al ver a aquel hombre de quien se había enamorado sin darse cuenta, y le pesaba en el alma haber sido tan tonta; él jamás le prometió nada, Luka fue demasiado claro, si era sincera consigo misma, así que, no tenía el derecho de albergar ese sentimiento que amenazaba con consumirla por completo.De solo imaginar que se atrevió a besar a esa mujer como la besaba a ella, que fue capaz de tocarla igual a que hacía con ella, las náuseas se apoderaron de su cuerpo y se mezclaron con los malestares propios de su embarazo. Su pobre hijo no merecía llegar al mundo en una familia rota y sin amor, esa pequeña criatura no debió de existir en primer lugar; fue un error del que se arrepentía más que nunca.Todo se juntó en su interior: la furia, la tristeza, la humillación y… la decepción, la hicieron tomar una de las decisiones más difíciles a las que se había tenido
Luka«¡Por dios!, Marco, date prisa» ruego internamente al ver que pasan los minutos y aún no recibo noticias de su parte; la presencia de Roxanne comienza a asfixiarme y me estoy quedando sin conversación que la haga retrasar sus planes de conquista.La angustia quiere apoderarse de mí al pensar en que Alina sigue en manos de mis enemigos y, de solo imaginar que pueda pasarle algo a ella o a nuestro hijo, mis manos forman puños y la ansiedad me alienta a golpear algo hasta romperlo.—Amor, ¿qué esperamos? —cuestiona la molesta rubia frente a mí, mientras yo tengo que tragarme mi orgullo y aguantarme las náuseas ante lo que haré—. Es el mejor momento para…Sus palabras se ahogan en mi boca y me es imposible de entender cómo en el pasado estos labios fueron mi adoración, y hoy no me provocan más que asco. Roxanne se deshace entre mis brazos deseosa por llevar esto a otro nivel, mientras que yo solo puedo rogar por que no haya la necesidad de hacerlo.Sus manos se deslizan por mi pecho
LukaSalgo del departamento donde me encontré con Roxanne y me dirijo de inmediato al cuartel. La euforia por ver a Alina se apodera de mi cuerpo y me veo moviendo a Mario al asiento de copiloto para poder conducir a mi manera. Las calles se vuelven más largas con la ansiedad que corre por mis venas. Cada minuto que paso en la carretera me acelera el corazón y cuando me encuentro al borde de un colapso, diviso el edificio al fondo y mi respiración se torna irregular.Ni bien estaciono el vehículo cuando abro la puerta y salgo apresurado al encuentro con mi esposa. Si Roxanne se atrevió a tocar tan solo uno de sus cabellos, juro por Dios que se las verá conmigo. Aun no sé por qué no la maté cuando tuve la oportunidad de hacerlo.Las puertas del cuartel se abren para mí y mi mirada se pierde entre los miembros del equipo que se encargó de su rescate. No la veo por ningún sitio y es Marco quien se apresura al verme llegar.—¿Dónde está? —pregunto desesperado—. Quiero verla, ¿está bien?—
Luka«Quiero el divorcio» es lo único en lo que logro enfocarme y esa frase se repite una y otra vez en mi mente, desestabilizando mi equilibrio y derrumbando la máscara de frialdad que me he encargado de mantener frente al resto del mundo; pero ya no más, no logro sostener el peso que se instala sobre mis hombros y me desbordo por completo, dejando fluir el torrente de emociones que solo Alina logra evocar con su presencia.Las palabras de mi aún esposa despiertan un monstruo dormido en ni interior, una parte primitiva de mi corazón que no creí llegar a sentir por alguien. La furia me ciega y para cuando soy consciente de mí mismo, mis manos apresan a la mujer por la que, ahora sé, daría la vida. Su cuerpo yace bajo el mío en el sillón, pero ella no se inmuta, me observa sin emoción en esos ojos por los que mataría y no logro controlar el impulso de expresarle de la única manera que conozco, todo lo que me hace sentir y que no me gusta, que me hace sentir débil y expuesto.—¡Mai!, es
LukaLos meses han pasado más rápido de lo que me hubiese gustado y, aunque Alina no ha vuelto a mencionar lo del divorcio, eso no ha sido un consuelo para mí; aún dormimos en habitaciones separadas y permanecemos sin hablarnos, bueno, yo hablo, pero ella no me responde.Me duele ver la manera en que se comporta con total normalidad con todos en la casa, excepto conmigo, pero lo que más me mata es haber sido testigo de lo mucho qua ha cambiado su cuerpo durante estos meses; mi hijo ha crecido en su interior haciéndola lucir hermosa, y me lamento el no haber podido acompañarla en ese proceso, el no poder tocarla cuando se me antoje —que es siempre—, y tener que asimilar que me ha sacado de su vida tan fácilmente que me cuestiono si alguna vez sintió algo por mí.Conforme pasan los días, cada vez se acerca más el nacimiento de nuestro hijo; la noto cansada, a veces deprimida y quisiera ser el consuelo que necesita ahora más que nunca, me encantaría poder ser el hombro en el que se refug
LukaLlego al hospital después de los 30 minutos más largos de mi vida. Entro apresurado en busca de alguien que me dé razón de mi esposa y de mi hijo, pero, al ser su único familiar, la sala se encuentra vacía y me dirijo a la recepción para preguntar en dónde la tienen.—La señora Alina Provenzano… sufrió un desmayo, está embarazada —balbuceo más nervioso que nunca en mi vida y la joven de recepción me observa embobada; debo parecerle muy gracioso, pero me vale una mierda, lo único que me importa es saber lo que sucede con mi familia—. ¿Dónde está?, ¿están bien ella y mi hijo?—Calma, señor —pide la enfermera—. Su esposa ha sido llevada a la sala de parto, es la única información que puedo darle hasta ahora, lo siento.—Quiero entrar, debo estar a su lado —ordeno, pero más bien suena como una súplica.—Perdón, señor Provenzano, pero es imposible —se disculpa la mujer, su voz suena atemorizada al saber que para mí no hay puertas cerradas en este hospital. Estoy por refutar y encañona