SofíaEscuchó los pasos de Evan alejarse por el pasillo y solo entonces me atrevo a subir la cabeza. Mi hija me regala una hermosa sonrisa que hace un buen trabajo espabilando el mal momento que me ha hecho pasar su padre. «Supongo que merezco su odio». Una vocecita traicionera se cuela en mis pensamientos como siempre, haciéndome sentir miserable cuando me pongo en el lugar de mi exnovio e imagino que soy yo quien tiene que verlo en la cama con otra persona. Probablemente lo odiaría igual o más de lo que él me odia a mí.Después de dejar a Angie en manos de Katy y de explicarle que posiblemente no pueda escaparme para verla en todo el día. Me dispongo a ir a la oficina del rabo verde de Jackson, preparándome mentalmente para un nuevo día lleno de órdenes absurdas y miradas lascivas hasta que termine mi horario y pueda huir de su asquerosa presencia.No es un hombre feo, ni viejo, debo aclarar; pero lo guapo no le quita lo irrespetuoso y misógino.—Ahí estás. —Abre la puerta de su ofi
Sofía—Evan… —gimo sintiendo cómo sus manos recorren mi cuerpo de una manera en que nunca lo había hecho antes—. Ahh… —me quejo cuando su cuerpo irrumpe en el mío bruscamente y, por alguna razón, no me gusta lo que me ha hecho sentir.«Algo no está bien», pienso, pero no logro alejarlo de mí. Los párpados me pesan demasiado y la piel me hormiguea, entumecida. «Nunca volveré a beber así», me repito con la cabeza dándome vueltas y las náuseas amenazan con hacerme vomitar sobre mi novio.—¿Sofi? —La voz de Evan me parece tan lejana, que hago un esfuerzo enorme por abrir mis ojos, solo para comprobar que no es él quien se encuentra embistiéndome como si no hubiera un mañana.«Ha sido una pesadilla», me doy cuenta al despertar aturdida y bañada en un sudor frío que me hace estremecer. Siento que mi corazón podría explotar en este mismo momento e intento levantarme de la cama cuando la alucinación desaparece y observo una habitación diferente a la que me encontraba antes.—Tranquila —dicen
Evan«Fue Katy». Las palabras de Sofía resuenan en mi mente y de pronto todo hace clic. «Hay alguien aquí que llora por ti», esa frase que al leerla me resultó tan vulgar y de mal gusto, hoy cobra sentido después de haber conocido a mi hija. Si tan solo lo hubiera sabido antes…Esa noche pudo haber cambiado tantas cosas entre los dos, que me aterra el aceptar que tal vez hoy pudiéramos ser una pareja de nuevo. «Si me hubiera quedado con ella…».Tantas preguntas sin respuestas que circulan en mi cabeza y me provocan salir corriendo de la habitación. Soy un cobarde, lo sé, pero no puedo enfrentar a Sofía ahora mismo, después de haber cometido un error tan de principiantes y haberla tratado como lo hice.Supongo que una vez que se rompe la confianza ya no hay vuelta atrás.—Yo, no lo sabía —balbuceo como un idiota sin saber de qué manera pedirle perdón.—Por supuesto que no lo sabías —responde con voz monótona—. Cómo ibas a saberlo si no te quedaste a preguntar.—Perdón por dejarte sola,
EvanJamás había sentido tanta satisfacción como la que siento ahora. Mis puños duelen, creo que pude haberme roto un dedo, pero ha valido la pena cada bendito segundo.Salgo del elevador y espero encontrar la sala tal como la dejé esta mañana, en cambio, me sorprendo al ver todo el espacio reluciente y sin rastros de cajas o papeles regados por el piso. Apenas pongo un pie dentro del departamento y mis fosas nasales se llenan del exquisito olor de la cena recién hecha.Eva juega dentro de su corral con algunos de sus nuevos juguetes, la televisión transmite un programa de dibujos animados y la imagen de Sofía desde la cocina me golpea duro, pues justo así imaginé que sería nuestra vida.—Oh, ya llegaste. —Su voz me saca de mis divagaciones y sacudo mi cabeza tratando de regresar al presente—. Me tomé la libertad de preparar la cena, espero que no te moleste.—N-no, para nada, estás en tu casa —digo, pero me arrepiento al segundo siguiente al notar la incomodidad en su mirada.—Gracia
Sofía—¿De verdad te sientes lista para regresar a trabajar? Puedes tomarte unos días más si los necesitas —sugiere Evan con… ¿preocupación?Desde anoche —después de la espantosa cena con su familia— el comportamiento de Evan me tiene asombrada. Es como si fuera otra persona. Me cuida, está pendiente de que coma, de que tome mis suplementos, cuida de Angie como si cargarla en brazos fuera a romperme…Me asusta, lo reconozco, pero, a decir verdad, me gusta que me cuide; solo espero que su generosidad y empatía dure mucho y no se trate solo de una racha de culpa por la manera en que me trató su padre. «Me llamó zorra, ¡Dios mío!». Me sentí tan mal, que deseaba con todas mis fuerzas poder defenderme y gritarle a la cara lo equivocado que estaba, pero ¿cómo lo hago si no sé si lo que dijo es verdad?, ¿y qué si fui yo quien provocó lo sucedido? No recuerdo nada más que haber bebido de más y despertar en la cama con otro hombre sobre mí.Me siento sucia de solo recordarlo, pero, de una o de
Evan—Perdón —digo cortando el beso. No sé lo que me pasó, de pronto todo el amor que siempre he sentido por ella me golpeó con fuerza y, por más que luché por controlar el impulso de besarla, simplemente me ganaron las enormes ganas de volver a sentir sus labios entre los míos.—Sí, yo, no debí tampoco… —Se aleja un paso de mi alcance y al instante extraño su calor—. D-debo cambiarme para ir a hacer la cena.—Yo haré lo mismo, ahora te alcanzo —mascullo evitando a toda costa sus ojos.Salgo del cuarto y voy al mío. Me ducho con agua fría en un intento inútil apagar el deseo que surgió con ese simple beso que compartimos, pero el efecto es todo lo contrario, pues cada gota que se desliza por mi cuerpo se asemeja a una caricia de sus dedos, por lo que prefiero terminar lo antes posible, antes de que la necesidad de tenerla me supere y salga en su búsqueda sin importar las consecuencias.Seco mi cuerpo rápidamente, pues parece que hoy hasta el roce de las telas me afecta, y me coloco ro
SofíaLas puertas del ascensor se abren y Evan me empuja al pasillo con prisa, me arrincona en la pared junto a la puerta de mi departamento y comienza a besarme bruscamente. Sus manos parecen tentáculos adhiriéndose a cada rincón de mi cuerpo, mientras que yo no logro coordinar ninguno de mis movimientos.Nunca me había sentido tan torpe en mi vida, aunque, nunca había bebido tanto alcohol como lo hice esta noche.—Dame las llaves —pide con la voz distorsionada por el deseo—. Apúrate.—Usa las tuyas —mascullo adormilada y sin poder abrir mis ojos—. No sé dónde están las mías.Sostengo mi cabeza que no deja de dar vueltas, al tiempo que Evan me arrebata el bolso y comienza a hurgar con desespero. Escucho el tintineo de las llaves cuando las encuentra, las introduce en la puerta y me empuja dentro haciéndome trastabillar.—¡Oye! —me quejo—. Ten cuidado.—¡Apúrate! —exige. Me tambaleo hasta llegar a mi habitación y fallo varias veces antes de tomar el pomo de la puerta.—Necesito refre
Sofía—Perdón, mami, de verdad se me pasó decirte… —digo a mi madre mientras preparo la cena.—¡¿Cómo te vas a olvidar de decirme que estás enferma y que te desmayaste en la oficina, Sofía?! —increpa al borde de un infarto a través del altavoz del móvil.—No estoy enferma —murmuro cansada de tanto drama—. Ya estás igual que Evan, son unos exagerados.—¿Evan? —pregunta fríamente—. ¿Qué tiene qué ver él en esto?«Rayos»—Ehmm... yo… estoy con él, mamá. —Cierro mis ojos con fuerza esperando su reclamo, casi puedo escucharla volviéndose loca y llamándome por mi nombre completo, pero… guarda silencio—. ¿mami, sigues ahí? —pregunto cautelosa. Tal vez se perdió la conexión por obra de Dios.—¿Estás con él? —habla de nuevo, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. Con él —repite más para ella misma que para mí—. ¿Han regresado?—No lo sé, mamá —respondo en un suspiro—. Todo esto es muy nuevo aún, no estoy segura de lo que está pasando entre nosotros. Nos estamos quedando en su departamento mie