Sofía —Hija, ¿cuándo piensas decírselo? —pregunta mi madre al verme salir del baño, después de vomitar por segunda vez en lo que va de la mañana.—Un problema a la vez, mamá…—Como vuelvas a decir que es un problema, Sofía Valeria González, te juro que te voy a desheredar —amenaza, haciéndome rodar los ojos—. ¿Cuántas veces voy a decirte que no es un problema, sino una…?—Sí, mamá, lo sé —bufo, cansada de tanto drama—. Solo necesito un poco más de tiempo. No me esperaba esto, y no es que me arrepienta, pero es una cosa tras otra y estoy tan agotada física y mentalmente que…—No presiones tanto a la niña, mujer. —La reprende mi padre justo cuando está por decir algo más—. Toma tu tiempo, cariño. No es fácil por lo que estás pasando, pero sabes que cuentas con nosotros siempre que nos necesites.—Muchas gracias, papá. —Lo abrazo fuertemente, recordando cuando era una niña pequeña y me sentía tan segura entre sus brazos.Mi madre y Angie se unen al abrazo, pegándose a mi espalda, y pue
Evan —Lo siento, señor, yo… no lo reconocí —se disculpa Sofía al darse cuenta de quien es el hombre a su lado.Mi mirada se fija en la sonrisa tranquilizadora que este le brinda y que parece provocar nerviosismo en ella. Me acerco hasta quedar junto a mi mujer y le entrego a nuestra hija.—Buen día. —Le extiendo mi mano a Thompson a manera de saludo—. Supongo que su equipo también se encuentra ya en la empresa.—Buen día, Preston —dice, aceptando mi mano, y no sabría explicar la sensación tan familiar que esta me provoca. Me alejo, tratando de disimular mi desconcierto—. Mi equipo está en camino. Acabo de llegar de Henderson y vine directo a tu empresa. Espero que no te moleste.—Por supuesto que no. Espero que se sienta cómodo y si necesita algo solo debe decirlo.—Gracias, qué amable —responde de forma cordial—. Ya Sofía me adelantó un poco sobre la empresa y sus empleados. —Ambos comparten una mirada significativa que me hace apretar la mandíbula, pero me obligo a fingir que no me
Sofía—Buen día, princesa —saluda Evan a nuestra hija cuando llega para recogernos e ir a la oficina—. Mi reina. —Me sorprende dejando un beso en la comisura de mi boca que me debilita las piernas.—Buen día —murmuro por lo bajo, aturdida por la cercanía entre ambos.Evan saluda a mi madre, que nos observa desde la puerta de la casa, y luego nos dirigimos a su auto. Me extraña mirarlo tan pensativo y distante, como si algo lo atormentara, pero no me atrevo a preguntar.Hoy es el día en que se llevará a cabo la sesión fotográfica para la campaña y hay mucho trabajo por hacer. Para cuando llegamos a la empresa el equipo de Thompson ya está ahí, y él se encuentra junto a una rubia despampanante que, supongo, es su esposa. De inmediato siento que Evan se tensa a mi lado al ver al candidato y ambos se dirigen una mirada que no logro descifrar.—¿Puedes cuidarla por un momento? —me pide, entregándome a Angie—. Vayan con Katherine, necesito hablar un momento con Thompson. Te llamaré si neces
Sofía —William fue mi novio durante la universidad —comienza su relato—, él terminó dos años antes que yo y se mudó a Clark junto a sus padres. Inició su carrera política y, aunque intentamos seguir en contacto, la distancia hizo de las suyas y decidimos terminar. Después conocí a George y supe que William también tenía a alguien, él se casó antes y tuvo a su primer hijo…—Oliver —espeta Evan, cabizbajo.—Sí. Para ese entonces George y yo intentamos tener hijos, pero fue imposible, al tiempo me enteré de que era él quien tenía un problema de infertilidad. Pasaron alrededor de cuatro años antes de que volviera a saber de William cuando nos volvimos a encontrar; hablamos de la vida, de nuestros matrimonios y él me contó que su esposa había muerto hacía un año atrás.El rostro de Evan se ensombrece al escuchar lo último. Imagino que llegó a pensar lo peor de su madre, por eso su molestia.—Thompson no lo mencionó —admite.—Pensaste que habíamos traicionado a su esposa —afirma Sarah, apr
Evan—No me dejes, Evan, por favor —suplica Sofía, aterrorizada—. Puede ser un atentado.Me volteo para verla y el miedo que hay en sus ojos me hace retroceder. A pesar del reciente sentimiento que ha despertado el saber el lazo que me une a Oliver, no puedo ponerlo por encima de la seguridad de mi mujer y mi hijo en su vientre. Ellos son mi prioridad.—Vamos, salgamos de aquí —digo, convencido de que es lo mejor.Ayudo a Sofía a salir del salón, nos escabullimos entre el tumulto de gente junto a nuestros amigos y cuando me volteo en dirección de los gritos, alcanzo a ver cómo Oliver sale también, rodeado por sus guardias de seguridad. Me siento un poco más tranquilo al mirarlo estable, dentro de lo que cabe.El camino de regreso al hotel es silencioso. Cada uno hundido en sus propios pensamientos, mientras que los míos se dirigen sin querer a la situación que está viviendo mi medio hermano. Debe ser horrible perder a la mujer que amas.Un terror frío me recorre la espalda al imaginar
Sofía —¿Disculpa? —Evan pregunta, anonadado. Se levanta despacio, su semblante tan pálido como el papel. Pareciera que va a desmayarse—. ¿Me estás pidiendo que…?—Que te cases conmigo, mi amor —repito, más segura que antes. Le muestro el hermoso anillo de oro blanco e incrustaciones de pequeños diamantes al centro que me recuerda tanto a él. Es sobrio y elegante, con una belleza que desprende seguridad.Esta tarde, cuando le dije que iría al salón de belleza, no estaba mintiendo, aunque tampoco le informé que también me había propuesto encontrar el anillo perfecto para él. Desde que James le propuso matrimonio a Katy en el taxi, en medio de una situación que debería de ser traumática, entendí que no hay un momento perfecto para decir las cosas.Evan y yo ya hemos pasado por tanto que es justo que cuando nos pregunten cuál es nuestra relación, podamos decir con seguridad que nos pertenecemos. Sé que en algún momento planea pedírmelo, pero también soy consciente de lo meticuloso que es
EvanObservo el anillo en mi mano, admirando el resplandor del diamante con la emoción apretando mi estómago. El brillo que centellea con cada rayo de luz que choca con él, es un rayo más de esperanza que infla mi pecho al pensar en un futuro con Sofía igual de glorioso.La puerta de la recámara se abre sin previo aviso, y debo esconder la joya en el bolsillo de mi pantalón al adivinar la presencia de mi padre. No es un secreto para nadie su descontento con mi relación, así que no pretendo comenzar una riña con él después de su última cirugía de corazón.—Perdón por entrar así, vi la luz encendida y…—Está bien, papá. ¿Se te ofrece algo?—Hijo, he estado pensando demasiado en… todo —reflexiona conforme se acerca a mi lado en la cama y toma asiento en el colchón. Su semblante luce cansado y no es para menos con lo lenta que ha sido su recuperación después de haber tenido un infarto hace poco menos de un mes—. Tú y esa muchacha…—Sofía —le recuerdo. Mi tono receloso, a la expectativa de
Sofía —¿Ya tienes todo, cariño?—Sí, mamá —respondo revisando por última vez mi bolso de mano esperando no olvidarme de nada—. Celular, cartera, llaves…—¿Un cambio extra de ropa interior? —pregunta mamá haciéndome reír—. ¿Qué?, nunca sabes cuándo puede caerte mal una comida y tengas un accidente en la empresa —me recuerda lo mismo que me ha dicho tantas veces durante mi vida, y agradezco el tenerla a mi lado hoy más que nunca, después de tantas cosas por las que he pasado; no sé qué hubiera hecho el último año sin ella y mi padre—. Algún día me lo agradecerás.—Ya lo hago, mami —digo envolviéndola en un fuerte abrazo que la hace respingar—. Sabes cuánto te agradezco todo lo que has hecho por mí.—Sabes que lo hacemos porque te amamos, no tienes nada qué agradecer, eres nuestra bebé —murmura apretujando mis mejillas con cariño, mientras que ahora soy yo la que lucha por escapar de sus brazos.—Mamá… —Un llantito proveniente de la cama nos obliga a separarnos, y voy al encuentro con l