18. Helium

Sofía

Las puertas del ascensor se abren y Evan me empuja al pasillo con prisa, me arrincona en la pared junto a la puerta de mi departamento y comienza a besarme bruscamente. Sus manos parecen tentáculos adhiriéndose a cada rincón de mi cuerpo, mientras que yo no logro coordinar ninguno de mis movimientos.

Nunca me había sentido tan torpe en mi vida, aunque, nunca había bebido tanto alcohol como lo hice esta noche.

—Dame las llaves —pide con la voz distorsionada por el deseo—. Apúrate.

—Usa las tuyas —mascullo adormilada y sin poder abrir mis ojos—. No sé dónde están las mías.

Sostengo mi cabeza que no deja de dar vueltas, al tiempo que Evan me arrebata el bolso y comienza a hurgar con desespero. Escucho el tintineo de las llaves cuando las encuentra, las introduce en la puerta y me empuja dentro haciéndome trastabillar.

—¡Oye! —me quejo—. Ten cuidado.

—¡Apúrate! —exige.

Me tambaleo hasta llegar a mi habitación y fallo varias veces antes de tomar el pomo de la puerta.

—Necesito refre
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