EvanNunca en la vida me había sentido tan ansioso como ahora que conduzco al límite de velocidad que me permiten las calles de San Francisco. Mi pulso es tan rápido y fuerte que me taladra los oídos; el camino se me hace eterno desde mi departamento hasta el edificio de James y con cada kilómetro que me acerco, la incertidumbre amenaza con hacerme perder la cordura.Me estaciono mal frente a la acera de la enorme torre de departamentos, donde mi amigo ya me espera con las grabaciones de la empresa donde Sofía trabajó en el pasado y bajo del auto, tropezando con mis propios pies. No puedo esperar a ver esas malditas grabaciones de seguridad que me mostrarán toda la verdad.Entro al edificio y atravieso el vestíbulo casi corriendo. El elevador tarda en bajar y me desespero presionando el botón como si eso fuese a hacer que llegue más rápido. Apenas me encuentro frente a la puerta de mi amigo, con el corazón en la garganta y la respiración entrecortada, James abre con la misma prisa que
EvanDespertar con la mujer que amo enredada entre mis brazos es un sueño que no pensé llegar a hacer realidad a corto plazo. Después del tiempo que estuve separado de Sofía, mis esperanzas de volver a tenerla así y sentirla tan mía habían quedado en el olvido, pero todos mis temores y rencores han quedado en el pasado.Ha sido una semana difícil desde que James y yo vimos aquellas grabaciones de seguridad, pues cada vez que me encuentro frente a ella siento la imperiosa necesidad de acurrucarla en mis brazos y no volver a soltarla jamás. Me llena de impotencia no poder hablarlo, pues la siento más inestable que en días pasados. No sé si son ideas mías, pero me atrevería a asegurar que ella sabe más sobre lo sucedido de lo que me cuenta. Tampoco es que hayamos hablado mucho sobre el tema; siempre que intento traerlo a colación me evade y opto por respetar sus límites. Supongo que cuando esté lista lo haremos.—Buenos días —murmura sobre mi pecho cuando estoy por levantarme, pero su vo
SofíaLos dedos de Evan se clavan en mi cadera mientras me embiste y me dice cosas tan lindas que no sé si llorar o correrme de una vez. Su mano sube por mi espalda y enreda sus dedos en mi cabello atrayéndome hacia él, hasta que mi espalda se pega a su pecho y su boca a mi oreja.—Mmm… —balbucea en mi oído antes de dejar un cálido y húmedo beso en mi mejilla. Gruñe tirando con más fuerza de mis hebras y me hace gritar por el dolor.«Okey, esto ya no es divertido», pienso.—Me duele —me quejo, pero no le importa. Sus risitas burlonas me hacen enojar y abro mis ojos para ver qué es lo que tanto le divierte, pero me sorprendo al ver a Angie en su lugar, con su manita enredada en mi cabello y sonriendo al verme dormir.Toco mi mejilla al sentir un líquido escurriendo por mi piel y mi mano se moja con sus babitas después del beso que seguramente me dio.«Solo fue un sueño», pienso al voltear a mi alrededor y encontrar la habitación vacía y pronto llega el recuerdo de Evan despidiéndose pa
EvanTener que separarme de Sofía y de mi hija ha sido, por mucho, lo más difícil que he hecho en mi vida. Una cosa fue verla con otro y vivir sin ella durante un tiempo, pues, en esa ocasión, el sentimiento de odio fue el aliciente que me ayudó a levantarme cada día; pero, hoy, después de saber toda la verdad y de haber pasado este tiempo juntos, no hay sentimiento más fuerte que el dolor de saberme sin ellas.El departamento se siente vacío, a pesar de que hace tan solo unas semanas era normal para mí estar completamente solo; hoy el silencio me resulta insoportable, y mientras más veo los juguetes que Eva no pudo llevarse, su ausencia se vuelve asfixiante.No soy idiota, sé que algo tuvo que haber pasado para que Sofía cambiara de actitud tan repentinamente, sin embargo, creo que separarnos por ahora es lo mejor. Soy consciente de que estoy tratando con un profesional del engaño y, para lograr suplantar tantas identidades, de seguro hay todo un equipo de estafadores detrás de él. N
SofíaEl clima fresco de marzo me eriza la piel al salir del hospital, pero lo que en verdad me ha helado la sangre es lo que el doctor me ha informado en la consulta. Como si no estuviera pasando por suficientes cosas ahora mismo, ahora tengo que enfrentarme a esto.No sé qué es lo que haré. Mi vida ya es demasiado complicada en este punto y, sola…—¿Todo bien? Estás muy distraída desde que viste al médico —señala Evan a mi lado.Casi olvido por completo que nos ha traído él, aunque lo agradezco, pues no sé qué sería de mí en este estado si tuviera que regresar a casa por mi cuenta. Tal vez olvidaría la dirección de mis padres.—Todo bien. —Asiento, intentando sonreír de manera despreocupada, pero creo que falló, pues Evan enarca una de sus cejas en mi dirección.—Si hubiese dicho algo importante ¿me lo dirías? —pregunta cautelosamente. No respondo. No soy una mentirosa—. Eso creí —murmura frunciendo su ceño—. Espero que en verdad no sea nada relevante, Sofía; pero, si así es, sabes
EvanLos labios de Sofía se sienten como la gloria, pero, aunque desearía que nuestro beso durara para siempre, me recuerdo que no debo presionarla; me aterra que trate de alejarme nuevamente de ella ahora que hemos vuelto a vernos y termino separándome de su boca más rápido de lo que me hubiera gustado.Ni siquiera logro recuperarme por completo, cuando ella ya no está frente a mí. Abro mis ojos e intento acariciarla, pedirle perdón por mi arrebato, pero me doy cuenta de que ya ha entrado a su casa. Me debato entre buscarla y disculparme, o irme para no hacer más grande el problema. Tal vez un beso no sea suficiente motivo para empezar una discusión, pero, si entro a esa casa, puede que las cosas se salgan de control y ella decida sacarme de su vida para siempre.«¡Mierda! ¡Ahora sí lo jodiste, Evan!», me reprendo frotando mi rostro y, antes de cometer otra estupidez, me doy la vuelta y regreso a mi auto. Me pierdo entre las calles lamentándome de mi atrevimiento, hasta que llego a l
Evan —Cariño lo siento, tuve que hacerlo así, te pido disculpas por todo lo que George te hizo.—La entiendo, usted no tiene por qué pedir perdón.Escucho las voces de mi madre y Sofía a mi alrededor, pero no soy capaz de abrir los ojos. Mis párpados pesan y mi cabeza da vueltas, aturdida. Dejo pasar unos minutos hasta que siento la fuerza necesaria para intentarlo de nuevo y hago un esfuerzo por abrir los ojos, pero solo logro ver las siluetas que se acercan al darse cuenta de que he despertado.«Estoy en el hospital», me doy cuenta.—¡Hijo!, ¡¿estás bien?! —Mi madre es la primera en llegar a mi lado, pero mi vista se desvía hacia Sofía, quien camina insegura en mi dirección.—Sofi —murmuro con esfuerzo.—Aquí estoy —dice, tomando mi mano con delicadeza.Me enfoco en su rostro y ella me da un amago de sonrisa que no logra iluminar sus ojos como de costumbre.«Pero claro. ¿Qué esperaba después de todo lo que mi familia la ha hecho pasar? De seguro debe odiarme», pienso.—¿Cómo te sie
Sofía —Hija, ¿cuándo piensas decírselo? —pregunta mi madre al verme salir del baño, después de vomitar por segunda vez en lo que va de la mañana.—Un problema a la vez, mamá…—Como vuelvas a decir que es un problema, Sofía Valeria González, te juro que te voy a desheredar —amenaza, haciéndome rodar los ojos—. ¿Cuántas veces voy a decirte que no es un problema, sino una…?—Sí, mamá, lo sé —bufo, cansada de tanto drama—. Solo necesito un poco más de tiempo. No me esperaba esto, y no es que me arrepienta, pero es una cosa tras otra y estoy tan agotada física y mentalmente que…—No presiones tanto a la niña, mujer. —La reprende mi padre justo cuando está por decir algo más—. Toma tu tiempo, cariño. No es fácil por lo que estás pasando, pero sabes que cuentas con nosotros siempre que nos necesites.—Muchas gracias, papá. —Lo abrazo fuertemente, recordando cuando era una niña pequeña y me sentía tan segura entre sus brazos.Mi madre y Angie se unen al abrazo, pegándose a mi espalda, y pue