SofíaEl clima fresco de marzo me eriza la piel al salir del hospital, pero lo que en verdad me ha helado la sangre es lo que el doctor me ha informado en la consulta. Como si no estuviera pasando por suficientes cosas ahora mismo, ahora tengo que enfrentarme a esto.No sé qué es lo que haré. Mi vida ya es demasiado complicada en este punto y, sola…—¿Todo bien? Estás muy distraída desde que viste al médico —señala Evan a mi lado.Casi olvido por completo que nos ha traído él, aunque lo agradezco, pues no sé qué sería de mí en este estado si tuviera que regresar a casa por mi cuenta. Tal vez olvidaría la dirección de mis padres.—Todo bien. —Asiento, intentando sonreír de manera despreocupada, pero creo que falló, pues Evan enarca una de sus cejas en mi dirección.—Si hubiese dicho algo importante ¿me lo dirías? —pregunta cautelosamente. No respondo. No soy una mentirosa—. Eso creí —murmura frunciendo su ceño—. Espero que en verdad no sea nada relevante, Sofía; pero, si así es, sabes
EvanLos labios de Sofía se sienten como la gloria, pero, aunque desearía que nuestro beso durara para siempre, me recuerdo que no debo presionarla; me aterra que trate de alejarme nuevamente de ella ahora que hemos vuelto a vernos y termino separándome de su boca más rápido de lo que me hubiera gustado.Ni siquiera logro recuperarme por completo, cuando ella ya no está frente a mí. Abro mis ojos e intento acariciarla, pedirle perdón por mi arrebato, pero me doy cuenta de que ya ha entrado a su casa. Me debato entre buscarla y disculparme, o irme para no hacer más grande el problema. Tal vez un beso no sea suficiente motivo para empezar una discusión, pero, si entro a esa casa, puede que las cosas se salgan de control y ella decida sacarme de su vida para siempre.«¡Mierda! ¡Ahora sí lo jodiste, Evan!», me reprendo frotando mi rostro y, antes de cometer otra estupidez, me doy la vuelta y regreso a mi auto. Me pierdo entre las calles lamentándome de mi atrevimiento, hasta que llego a l
Evan —Cariño lo siento, tuve que hacerlo así, te pido disculpas por todo lo que George te hizo.—La entiendo, usted no tiene por qué pedir perdón.Escucho las voces de mi madre y Sofía a mi alrededor, pero no soy capaz de abrir los ojos. Mis párpados pesan y mi cabeza da vueltas, aturdida. Dejo pasar unos minutos hasta que siento la fuerza necesaria para intentarlo de nuevo y hago un esfuerzo por abrir los ojos, pero solo logro ver las siluetas que se acercan al darse cuenta de que he despertado.«Estoy en el hospital», me doy cuenta.—¡Hijo!, ¡¿estás bien?! —Mi madre es la primera en llegar a mi lado, pero mi vista se desvía hacia Sofía, quien camina insegura en mi dirección.—Sofi —murmuro con esfuerzo.—Aquí estoy —dice, tomando mi mano con delicadeza.Me enfoco en su rostro y ella me da un amago de sonrisa que no logra iluminar sus ojos como de costumbre.«Pero claro. ¿Qué esperaba después de todo lo que mi familia la ha hecho pasar? De seguro debe odiarme», pienso.—¿Cómo te sie
Sofía —Hija, ¿cuándo piensas decírselo? —pregunta mi madre al verme salir del baño, después de vomitar por segunda vez en lo que va de la mañana.—Un problema a la vez, mamá…—Como vuelvas a decir que es un problema, Sofía Valeria González, te juro que te voy a desheredar —amenaza, haciéndome rodar los ojos—. ¿Cuántas veces voy a decirte que no es un problema, sino una…?—Sí, mamá, lo sé —bufo, cansada de tanto drama—. Solo necesito un poco más de tiempo. No me esperaba esto, y no es que me arrepienta, pero es una cosa tras otra y estoy tan agotada física y mentalmente que…—No presiones tanto a la niña, mujer. —La reprende mi padre justo cuando está por decir algo más—. Toma tu tiempo, cariño. No es fácil por lo que estás pasando, pero sabes que cuentas con nosotros siempre que nos necesites.—Muchas gracias, papá. —Lo abrazo fuertemente, recordando cuando era una niña pequeña y me sentía tan segura entre sus brazos.Mi madre y Angie se unen al abrazo, pegándose a mi espalda, y pue
Evan —Lo siento, señor, yo… no lo reconocí —se disculpa Sofía al darse cuenta de quien es el hombre a su lado.Mi mirada se fija en la sonrisa tranquilizadora que este le brinda y que parece provocar nerviosismo en ella. Me acerco hasta quedar junto a mi mujer y le entrego a nuestra hija.—Buen día. —Le extiendo mi mano a Thompson a manera de saludo—. Supongo que su equipo también se encuentra ya en la empresa.—Buen día, Preston —dice, aceptando mi mano, y no sabría explicar la sensación tan familiar que esta me provoca. Me alejo, tratando de disimular mi desconcierto—. Mi equipo está en camino. Acabo de llegar de Henderson y vine directo a tu empresa. Espero que no te moleste.—Por supuesto que no. Espero que se sienta cómodo y si necesita algo solo debe decirlo.—Gracias, qué amable —responde de forma cordial—. Ya Sofía me adelantó un poco sobre la empresa y sus empleados. —Ambos comparten una mirada significativa que me hace apretar la mandíbula, pero me obligo a fingir que no me
Sofía—Buen día, princesa —saluda Evan a nuestra hija cuando llega para recogernos e ir a la oficina—. Mi reina. —Me sorprende dejando un beso en la comisura de mi boca que me debilita las piernas.—Buen día —murmuro por lo bajo, aturdida por la cercanía entre ambos.Evan saluda a mi madre, que nos observa desde la puerta de la casa, y luego nos dirigimos a su auto. Me extraña mirarlo tan pensativo y distante, como si algo lo atormentara, pero no me atrevo a preguntar.Hoy es el día en que se llevará a cabo la sesión fotográfica para la campaña y hay mucho trabajo por hacer. Para cuando llegamos a la empresa el equipo de Thompson ya está ahí, y él se encuentra junto a una rubia despampanante que, supongo, es su esposa. De inmediato siento que Evan se tensa a mi lado al ver al candidato y ambos se dirigen una mirada que no logro descifrar.—¿Puedes cuidarla por un momento? —me pide, entregándome a Angie—. Vayan con Katherine, necesito hablar un momento con Thompson. Te llamaré si neces
Sofía —William fue mi novio durante la universidad —comienza su relato—, él terminó dos años antes que yo y se mudó a Clark junto a sus padres. Inició su carrera política y, aunque intentamos seguir en contacto, la distancia hizo de las suyas y decidimos terminar. Después conocí a George y supe que William también tenía a alguien, él se casó antes y tuvo a su primer hijo…—Oliver —espeta Evan, cabizbajo.—Sí. Para ese entonces George y yo intentamos tener hijos, pero fue imposible, al tiempo me enteré de que era él quien tenía un problema de infertilidad. Pasaron alrededor de cuatro años antes de que volviera a saber de William cuando nos volvimos a encontrar; hablamos de la vida, de nuestros matrimonios y él me contó que su esposa había muerto hacía un año atrás.El rostro de Evan se ensombrece al escuchar lo último. Imagino que llegó a pensar lo peor de su madre, por eso su molestia.—Thompson no lo mencionó —admite.—Pensaste que habíamos traicionado a su esposa —afirma Sarah, apr
Evan—No me dejes, Evan, por favor —suplica Sofía, aterrorizada—. Puede ser un atentado.Me volteo para verla y el miedo que hay en sus ojos me hace retroceder. A pesar del reciente sentimiento que ha despertado el saber el lazo que me une a Oliver, no puedo ponerlo por encima de la seguridad de mi mujer y mi hijo en su vientre. Ellos son mi prioridad.—Vamos, salgamos de aquí —digo, convencido de que es lo mejor.Ayudo a Sofía a salir del salón, nos escabullimos entre el tumulto de gente junto a nuestros amigos y cuando me volteo en dirección de los gritos, alcanzo a ver cómo Oliver sale también, rodeado por sus guardias de seguridad. Me siento un poco más tranquilo al mirarlo estable, dentro de lo que cabe.El camino de regreso al hotel es silencioso. Cada uno hundido en sus propios pensamientos, mientras que los míos se dirigen sin querer a la situación que está viviendo mi medio hermano. Debe ser horrible perder a la mujer que amas.Un terror frío me recorre la espalda al imaginar