AURORAMatías abre la puerta de la camioneta en la que vinimos y me bajo con una sonrisa en el rostro.–Gracias –respondo mientras él me da una asentimiento de cabeza–. No estaremos mucho tiempo, solo quería venir a saludar.–No se preocupe, estaremos el tiempo que ud quiera –responde Dominic bajándose del lado del copiloto.–Gracias…–caminé hacia la entrada–. Tomen o coman algo si quieren, no me hago dramas.Ambos asintieron, pero no dijeron nada más.Matías abrió la puerta de madera haciéndose a un lado y entré en el ruidoso ambiente, donde las risas y hablaudrías llegaron a mis oídos haciéndome sonreír ligeramente al impregnarme con la buena energía que ciruclaba por el lugar.No me costó encontrar a mi grupo de amigos, que parloteaban y reian en una de las esquinas del bar en una de las mesas redondas. Caminé hacia ellos con una sonrisa formándose en mi rostro cuando Francisco me divisó y se colocó de pie con los brazos abiertos. –¡Sí viniste! –gritó en mi oído haciéndome reír–.
BRENINCada parte del cuerpo me duele, mi corazón late desenfrenadamente en mi pecho ardiendo con cada latido y mis musculos ya se quejan debido a la tension que he mantenido en ellos desde que esas palabras salieron de la boca de mi pelirroja. Idiota y mil veces idiota. La seguí al baño con la intencion de interceptarla y poder hablar, pese a que sabía no era el mejor lugar, necesitaba sacar todo lo que tenía dentro con respecto a nosotros y ella; pero no salió como imagine. Mis demonios volvieron a atormentarme una vez la tuve de frente y me fue imposible hablar o siquiera moverme. Niego con la cabeza antes de golpear la pared con la palma de mi mano cuando Celia sale del baño.–¿Tu compañera? –pregunta alzando una ceja con picardia en su mirada.–Sí –respondo con sinceridad. –No por mucho por lo que oí –dice cruzandose de brazos sobre el pecho–. Ordena tu mente Brenin, porque estoy segura que tu oscuridad te ha abrazado impidiendo que su luz ingrese. Bufó y recuesto mi espald
AURORA Mis ojos lentamente comienzan a abrirse, intentando acostumbrarse a la poca luz que hay en el lugar. Los siento pesados, hinchados y cuando intento restregarlos para poder despejarme un poco de la sensación somnolienta el sonido de una cadena llama mi atención. –¿Q-ué? –pregunté abriendo completamente mis ojos viendo la cadena que estaba amarrada en uno de mis pies. La tomé con las manos tirando de ella consciente de que no lograría nada, pero el pánico se abría paso por mi cuerpo actuando por sí solo en modo supervivencia y el tirar de la cadena era una respuesta de ello. Porque estaba firmemente anclado en la pared. –Veo que despertaste –la misma voz grave de hace unos momentos llegó a mis oídos. Volteé hacia donde provenía y lo encontré sentado en una de las esquinas más lejanas. Aquello finalmente me hizo darme cuenta de mi entorno y recorrí con la mirada el pequeño cuarto donde estábamos. –¿Dónde estoy? –pregunté con firmeza, camuflando el miedo. Una baja risa retum
BRENINAntón olfatea cada milimetro de piso frente a nosotros, desviándose de vez en cuando o retomando las rutas que seguía anteriormente.Llevamos horas en lo mismo, sin descanso ni distracciones. Diría que por el tono oscuro del cielo ya es casi medianoche, por lo tanto hemos estado al menos unas cinco o seis horas olfateando la tierra.Intentamos dar con algún indicio o leve rastro del olor de nuestra pelirroja, pero no hemos tenido suerte. Aunque, ¿cómo podríamos?, si la teletransportaron fuera de nuestro alcance, por lo tanto no hay rastro para seguir.–Esto no está funcionando –le digo a mi lobo, pero me ignora como todas las veces que se lo he dicho–. No tenemos ningún rastro de ella, quizás debamos utilizar otro método.–¿Sí? ¿Cuál? –pregunta cambiando nuevamente el rumbo de su caminada sin despegar la nariz del suelo.–Oh no lo sé –respondo sarcástico–. ¿Mi magia quizás?Detiene su andar de un momento a otro y alza la cabeza mirando fijamente a la nada.–¿Qué sucede? –pregun
AURORA El sonido de la puerta me sobresaltó logrando que mirara en esa dirección notando que Dereck estaba en la puerta con un recipiente que podía olfatear como comida, me miró por unos segundos con aburrimiento antes de adentrarse en el cuarto donde me tenían cada vez que terminaba curar al Alpha.–¿Hambre? –preguntó viendo la cadena que se mantenía unida en mi tobillo.Me encogí de hombros y me senté apoyando la espalda en la helada pared.–¿No? –alzó una ceja–. Linda… el papel de indiferente no te servirá con nosotros, ¿sabes por qué? –se hincó frente a mí, manteniendo aún el recipiente en su mano–. Porque me vale mierda si vives o mueres de hambre, pero como el jefe te necesita con vida…–alargó un brazo hasta llegar a mi nuca sujetándome de ahí logrando que apretara las muelas–. Te conviene comer solita, si no quieres que te meta la comida a la fuerza.Me soltó bruscamente y tiró el recipiente en mis piernas antes de colocarse de pie y caminar nuevamente hacia la puerta.–Nos v
BRENINDos día, ya habían pasado dos días desde que comenzamos a buscar y no dábamos con nada.Antón no ha querido devolverme el control desde que se lo cedí cuando llegamos a los límites de las tierras reales y no tenía problemas con ello, porque sabía que él haria todo lo posible por dar con nuestra pelirroja.–¿Crees que estemos aunque sea remotamente cerca de ella? –pregunté.–No lo sé, eso espero… siento que hemos recorrido los mismos lugares.Alzo la pata derecha y restregó la bufanda de Aurora contra su nariz.–Ya está perdiendo el olor…–murmuró con tristeza–. Quizas debimos traer más cosas.–Hubiera sucedido lo mismo –respondí–. Sin ella el olor se desvanecerá igual.–Cierto…–se dejó caer sobre su trasero admirando la pequeña laguna que había frente a nosotros–. ¿Crees que está bien? No quiero que la lastimen.Pensé por unos momentos y suspiré mentalmente.–Quiero creer que está bien, que al necesitarla no le haran daño…–negué–. No quiero imaginar que quizas la están torturand
AURORALa puerta es abierta frente a mis ojos y una mano me empuja desde la espalda obligándome a entrar en el cuarto del cual he estado yendo y viniendo por los ultimos tres días.–Tienes una hora –la voz de Derek viene desde mi espalda antes de que la puerta se cierre de golpe.Trago saliva y camino hacia la pared donde el Alpha Caleb está amarrado de pie. Mis ojos recorren cada rincón de su cuerpo intentando descifrar por dónde comenzar, tiene heridas por cada centimetro de su anatomía y a eso también hay que sumarle las heridas viejas que nunca logran sanar completamente.Me acerco quedando a pocos pasos de él y alza la vista conectando su mirada con la mía.–Hola Aurora –medio sonríe con esfuerzo–. ¿Qué tal el día?Su respiración es superficial, sus ojos están inyectados en sangre y se nota a leguas el cansancio que ya tiene físicamente. Me duele el corazón por él, por todo lo que ha tenido que aguantar en este plan de desquiciados que solo les importa el poder.–Igual que todos
BRENINUNA HORAS ANTES.Maldita lluvia.Jamás había odiado tanto algo como en estos momentos odio la lluvia.Seguimos el rastro de Naia hasta unos claros, pero luego comenzó a llover y el agua eliminó todo rastro de su olor.Pero pese a eso nos mantenemos positivos, porque avanzamos harto. Ahora solo nos queda dar con algo que nos indique que Aurora está ahí.–¿Crees que sea alguna cabaña donde la tengan? –Antón pregunta rascando tras su oreja–. Porque solo hay bosque, si es algo así como una construcción o algo no pasará desapercibido.–Es lo más seguro, porque en algún lugar deben tener al Alpha –mencioné–. Porque nadie me quitará de la cabeza que todo esto es por él.–Sigamos buscando entonces –se puso de pie y comenzó a olfatear otra vez–. Esperemos que deje de llover en algún momento.Miramos al cielo un momento y pese a que solo había nubes negras sobre nosotros con la lluvia cayendo en nuestro pelaje me aferraba a la esperanza.–Aunque deje de llover…ya perdimos el rastro de Na