Rebeca volvió a su apartamento y comenzó a recordar lo ocurrido con el simple secretario que logró poner sus piernas a temblar. Se sentía tan extraña...Sabía que había tenido una noche de extrema satisfacción y estaba avergonzada de si misma. Odiaba que el fuera quien la hizo sentir así. -¿En qué pensaba? No puedo haberme humillado más. Definitivamente sería imposible- Murmuró dirigiéndose a la ducha Observó que su cuerpo no tenía marcas y al menos agradeció eso. Le dolía la cadera y sentía ardor en su intimidad, pero eso era todo. Nadie sabría lo que había ocurrido y ella tampoco iría a contarlo a ningún sitio para evitar la vergüenza. Pensaba también en como ir a ver a Walter si tenía que ver a Lautaro allí. Si el fuera cualquier otro empleado de la empresa no se habría preocupado tanto, pero justo la mano derecha de Walter... eso era mala suerte. Confiaba en que Lautaro no dijera nada. No creía que fuera un hombre que contara su vida privada por completo y agradecía saber que él
Rebeca se vistió completamente de negro. Solo de pensar que Lautaro tuviese esa foto comprometedora la estremecía de miedo. Ella estaba muy preocupada porque si alguien veía esa imagen su reputación estaría acabada y también su oportunidad con Walter, si es que existía alguna. No tenía ánimos para vestirse elegantemente ni tampoco tenía interés en que él la encontrara sensual. Eran pocas las veces en que vestía un jean y una simple blusa o camiseta, pero la situación lo ameritaba. Ella ni siquiera quiso usar zapatos de tacón. Llegó al edificio en su automóvil y se persignó como si planeara entrar a una iglesia. Bajó del carro y entró. El elevador estaba ocupado, por lo que decidió subir las escaleras, no podia esperar un solo minuto más. Golpeó la puerta estando un poco agitada y Lautaro abrió la puerta genuinamente sorprendido. Ver a Rebeca allí y vestida de esa manera era nuevo para él. Ella solo lo empujó y entró, no quería que nadie la viera allí y la reconociera. -¿Qué haces
Rebeca miraba a su enemigo esperando una respuesta. Odiaba tener que rogar, eso solo lo haría por Walter, pero la situación lo ameritaba. -¿Vas a decirme que harás?- Lo cuestionó-Hablaremos, pero será después de cenar. Ayúdame a cocinar- Hizo que lo siguiera hasta la cocina mirándolo con horror Ella jamás preparaba algo más que un café o un te. No tenía conocimientos sobre cocina, jamás había tenido que hacerlo antes. Lautaro se movía con absoluta destreza y ella solo se había sentado a observarlo. -Se que no sabes hacer nada y por lo que veo no te interesa aprender. Me gustaría poder entenderte- Le pidió -Nunca debí hacer nada, ¿Por qué lo haría? Sabes quién soy y no debo explicar nada- El solo la miró esperando que dijera algo más-Tienes dinero y también belleza. Has tenido varios hombres dispuestos a todo por ti pero jamás te has comprometido con uno de ellos, ¿Qué es lo que está mal contigo?- Quiso saber. Walter tenía muchísimo dinero, pero también poseía una fortuna simila
Tal y como la familia Hills sospechaba, supieron que Amanda al llegar a vivir con Walter ya tenía a León. No fue nada dificil poder saber eso. Lo que la familia no sabía era que Amanda tampoco era su madre, sino que había una historia trágica detrás de aquel suceso. Walter admitió que había reconocido a León como su hijo y que para él no habría diferencia entre él y un hijo biológico. Habló a los medios telefónicamente cuando se comunicaron con él y dijo que quería formar una familia con su esposa, tal vez tener uno o dos hijos más. Aquello calmó un poco las intrigas y también logró que la prensa aún más apostara por la continuidad de la reciente pareja de esposos. Quien no estuvo para nada contenta fue la madre de Walter, mucho menos tampoco lo estuvo Rebeca. Ella seguía pensando en que podría haber hecho Amanda para engatusarlo de ese modo, pero es que ella hasta le había endosado un niño y el muy gustoso lo reconoció como propio. Era absurdo, ¿Cómo logró dejarse embaucar así? Lu
Lautaro esperó que Rebeca le dijera por qué había ido a disculparse y también por qué tenía ese gesto tan sorpresivo. Ella no era una mujer amable en estado natural, ¿Qué le sucedió esa noche tan singular? -¿Quieres colocar los platos o decirme dónde están así lo hago yo?- Preguntó ella quitando la comida de las bolsas -Yo lo hago, puedes buscar las copas- Él señaló a su derecha y ella obediente fue a buscarlas -¿Quieres que te sirva?- Preguntó destapando una de las bandejas y mirando como demonios se servía eso con cuidado -Está bien- Lautaro aceptó y ella maldijo internamente pero le sonrió de la manera más simpática que pudo Lautaro la veía intentarlo, pero no se le daba bien. Rebeca era un desastre dando atenciones, se notaba que jamás había hecho algo así, pero al menos estaba intentándolo. -Déjame enseñarte- Le pidió y tomó el plato que a ella le correspondía, fue detrás de su cuerpo y con sus manos sostuvo las de Rebeca para servir. Era la única manera de enseñarle sin qu
Lautaro siguió moviéndose y llenando a Rebeca de si mismo. Ella sentía como que él llegaba más lejos de lo que nadie había podido hacer. Cada embestida parecía golpear una fibra demasiado sensible en su interior y la estremecía causándole un placer extremo. Lautaro la veía disfrutar y también sentía como ella en su interior apretaba su miembro pidiendo aún más. Sentía demasiado placer y el alcohol que habían bebido solo había logrado que los dos dejaran crecer un fuego abrasador que duraría por mucho tiempo en ese cuarto. -Dime cuánto te gusta- Él se detuvo por completo y ella intentó moverlo para seguir disfrutando el enorme placer que él le proveía -Por favor Lautaro muévete- Suplicó y el apenas se movió por algunos segundos -No hasta que me lo digas, ¿Cuánto lo deseas? ¿Cuánto te gusta?- Hizo que sus ojos lo miraran y que no fuera capaz de mentir -Quiero sentirte, quiero que te muevas, me gusta como lo haces. Eres...- Se detuvo a tiempo de decir algo más -Te follaré toda la n
Lautaro solo miraba a Rebeca que momentáneamente se había puesto seria y no entendía los motivos de eso.-¿Dije algo malo?- Pensó en eso y acabó preguntándoselo-No, no lo hiciste. Pensaba en lo extraño que es esto. La vez anterior amanecí sola y hoy...- Lo miró sin necesidad de terminar la frase. Lautaro aún estaba sobre su cuerpo y aunque habían terminado de tener relaciones, él no se había separado, aún estaban unidos -Y hoy conmigo, excitada y satisfecha, ¿Está mal eso?- Le preguntó con dudas -Esto entre los dos no debe ocurrir. Fue estupendo, pero no deja de estar mal- Explicó sintiendo culpa. Si realmente quería algo con Walter, ¿Por qué se dejaba seducir por su secretario?-Muy bien, habrá una última vez y luego te daré mi amistad- Lautaro estaba un poco molesto y no podía cambiar esoRebeca lo sintió crecer nuevamente en su sensible interior y sin previo aviso él había comenzado a moverse llevándola al éxtasis tan rápido que se sorprendió demasiado. Aunque al inicio él fue s
Walter esperaba resultados sobre la investigación en curso. Sabía que Lautaro era un gran empleado que haría exactamente lo pedido y hasta mejor de lo esperado. El empresario tenía muchas inquietudes sobre la familia de su esposa. Él recordaba al señor Gálvez y por lo que Amanda, su hija, le había dicho era un excelente hombre y padre. Lastimosamente él no tenía buenos comentarios sobre la madre de su esposa ni tampoco sobre el hombre que estaba con ella actualmente. Él sentía que habían muchas cosas extrañas en base a todos los sucesos que habían ocurrido en la línea de tiempo en que se enfermó su suegro y su posterior fallecimiento. Habían pasado varios días cuando Lautaro pudo encontrar mucha información que luego de revisar minuciosamente lo dejó estupefacto. Esos archivos tenía que verlos su jefe pero no sabía cómo podía llegar a interpretarlos. Lautaro llegó a la oficina y ese día llevó consigo un maletín que tenía código de seguridad. Ese maletín solo lo utilizaba cuando debí