Walter con más seguridad había comenzado un vaivén lento y sensual dentro del cuerpo de su esposa. Amanda cerraba sus ojos por el placer y volvía a abrirlos observando cómo su esposo disfrutaba. No creía que ese momento pudiera ser más perfecto. Su esposo la hacía olvidar su pudor y entregarse por completo a sus caricias. Tenía plena certeza de que él observaba su cuerpo desnudo y así no pudiera entenderlo, ella dejaba que hiciera lo que quisiera. Nada le importaba más que seguir adelante, ¿Siempre las relaciones íntimas eran así? ¿Cómo era posible disfrutar de esa manera? Se sentía más que bien a su lado, entre sus brazos, sintiendo su piel caliente y también por como su hombría la llenaba. Él parecía tocar todos los puntos sensibles que desconocía tener, pero no podía concentrar su atención en uno solo. Todas las sensaciones que él le transmitía la conducía al mayor éxtasis que había sentido sin explicarse como él podía causar tanto en ella, ¿Sería su experiencia? ¿Se sentiría así
Cada día que pasaba junto a Amanda, hacia que Walter la observara con más detenimiento. No solo miraba a detalle sus gustos más íntimos, sino que observaba más sus modales. Él decidió llevar a su esposa a almorzar a un sofisticado lugar para comprobar lo que creía. Cuando llegaron a ese lugar, él se sentía totalmente cómodo. Era totalmente normal estar en sitios costosos y tener que escoger el tenedor correcto al momento de comer, pero sabía que quien no supiera aquello se sentiría intimidado sin saber que hacer primero. Ellos recibieron el menú y escogieron. Él también se sorprendió por lo que su esposa escogió sin siquiera preguntar que contenía. -¿Te gusta este lugar?- Quiso entablar una conversación para comenzar a conocerla un poco más -Es lindo, pero prefiero ir a algún sitio más sencillo, creo que hasta la atención es mejor. Aquí todos miran hasta los zapatos que usan, no es mi estilo- Respondió con simpleza, pero también llenando de sorpresa al empresario porque sus modales
Al salir de aquel restaurante costoso, Walter observó como su esposa caminaba con la frente en alto. Le gustaba saber que ella no le debía nada a nadie y que por eso podía ir orgullosa a su lado. Pensaba en cómo hubiese resultado casarse con Rebeca y un fuerte escalofrío se apoderaba de su cuerpo. Esa mujer era tan superficial, altanera, vanidosa... si un mesero la veía a los ojos ella simplemente se ofendía. Haber estado con ella hubiese resultado en peleas constantes, sexo por obligación y también infidelidades. Amanda solo sentía la dicha de haberse casado con un buen hombre y de tener en quien encontrar apoyo y refugio. Estaba más feliz de lo que había estado en mucho tiempo, el futuro se veía prometedor y ansiaba poder cumplir sus sueños. Aún tenía sus metas individuales, unas que por orgullo planeaba cumplir sola, pero sabía que tendría el apoyo de Walter si algo en sus planes no resultaba tal y como lo deseaba. Subieron al automóvil que los llevaría al lugar que fue testigo d
Amanda mordía su labio y se removía inquieta en la cama. Walter la estaba dirigiendo al éxtasis y no sabía cómo evitarlo, era demasiado abrumador que sucediera de esa manera. -¿Por qué tan nerviosa?- Preguntó quitándose de aquella zona y ella abrió los ojos de golpe-Es que no quiero... llegar así- Con su respiración agitada y la excitación fluyendo por sus venas respondió con dificultad-Deseo que hagas eso, ¿Me negarás ese placer?- Su mirada profunda y cargada de lujuria la estremeció. Era imposible no ceder a sus demandas así Solo lo dejó continuar, no fue capaz de detener todo allí. Hacia apenas muy poco que había perdido la virginidad y había acabado en manos expertas que sabían como tratarla. Su espalda se arqueó y tembló con violencia cuando su orgasmo llegó. Walter se sentía satisfecho por cómo había acontecido todo el preliminar y estaba más que ansioso por llenarla de si mismo. Ya no sentía culpa, mucho menos inquietud respecto a iniciar la vida sexual de su esposa y plan
La pareja empacó sus maletas listos para volver a casa. Amanda estaba loca de preocupación por León, aunque lo llamaba constantemente no era igual tenerlo entre sus brazos y poder verificar que estaba realmente bien. Walter la veía con ternura, era una madre súper dedicada aunque jamás había dado a luz. -¿Estás feliz de que regresemos?- Preguntó Walter al notar como su esposa empacaba a toda prisa y veía cada rincón cuidando no olvidar nada -Si estoy feliz. No sabes cuánto lo extraño- El notó aquel brillo en sus ojos y por un momento solo pensó en la posibilidad de que algún hombre pudiera provocar el mismo efecto. Imaginar a su esposa enamorada le resultaba contradictorio-Entonces... ¿Te aburriste mucho estos días conmigo?- Preguntó aún sabiendo la respuesta, solo buscaba molestarla un poco -¿Cómo dices? No podría haberme aburrido, para nada. Es el primer viaje que hago en años y estar lejos de él no es sencillo- Ella buscaba explicarse temiendo que su esposo pudiera estar enojado
Los recién casados llegaron finalmente a su ciudad y ya había un coche esperando por ellos. Walter había pedido especialmente seguridad para los dos porque sabía que la prensa posiblemente estuviera buscándolos por cielo, mar y tierra por su apresurada boda. Ellos querrían saber los motivos de su apuro y no tenía ganas de enfrentar una situación así al llegar de una hermosa luna de miel. Las niñeras junto a León estaban ansiosas aguardando la llegada de la pareja. Querían ver a Amanda rebosante de felicidad después de tanto tiempo de saberla infeliz. Sabían que los tiempos más difíciles de su vida se aproximaban porque posiblemente los recuerdos la abrumarian. Walter había llamado previamente a las niñeras para pedirles que fueran a su vivienda y allí los esperaran. Ellas habían aceptado encantadas y León reconocía perfectamente su hogar porque al atravesar la puerta ya había sonreído aún más ampliamente. Él los había extrañado, pero afortunadamente para ellas estaba muy acostumbrado
Una semana después la pareja seguía sus actividades normales. Se despertaban y luego de vestirse comenzaban a preparar el desayuno y a cuidar de León que se desesperaba por su biberón. Luego de jugar unos momentos con él, iban a dejarlo con una de las niñeras y se dirigían a la empresa. Amanda continuaba trabajando como una empleada más sin querer gozar de ningún beneficio por ser la esposa del CEO. Sus compañeros evitaban hablar de más y mantenían sus puestos de trabajo impecables. Tenían miedo de recibir un café por parte de la esposa del jefe, por lo que habían comenzado a ocupar las tareas que en un comienzo ella misma se había asignado. Ella ignoraba las miradas que recibía y el modo en que algunos la evitaban. Su naturaleza seguía siendo desconfiada con los extraños y sentía que su vida estaba completa y perfecta tal como era. Las niñeras de León eran sus amigas, Walter su esposo y ya no precisaba a nadie más. Amanda había comenzado a planear el primer cumpleaños de León con e
Walter había llegado a casa más que feliz, dispuesto a contarle a su esposa la indeseable visita que había recibido. Sabía que ella no lo amaba y que por eso no sentiría celos, pero no estaba mal que ella sintiera que era la única mujer de su vida, porque lo era. Amanda ese día se había retirado antes de la empresa, tenía que presentar algunos documentos en la universidad. La vio en la habitación de León, sentada en el suelo con él jugando. Se quedó observándola con una sonrisa. La imaginaba con su hijo en esa misma circunstancia y le daba aún más ternura. Probablemente las otras mujeres que hubiesen aceptado jamás lograrían querer a un niño, pero ella lo amaría sin dudarlo. -Hola- Amanda lo vio parado en el umbral de la puerta y lo saludó sin levantarse, pero León fue gateando hacia el-Papá papá papá- León se había puesto de pie aferrandose a las piernas de Walter, usándolo como su apoyo -Ven aquí hijo- Lo tomó en brazos y el pequeño se aferró a él demostrándole cuánto lo había e