Chicas aquí les dejo un capítulo. Perdón por la demora, estoy con unos problemas de salud y actualizar me resultaba imposible
Una semana después la pareja seguía sus actividades normales. Se despertaban y luego de vestirse comenzaban a preparar el desayuno y a cuidar de León que se desesperaba por su biberón. Luego de jugar unos momentos con él, iban a dejarlo con una de las niñeras y se dirigían a la empresa. Amanda continuaba trabajando como una empleada más sin querer gozar de ningún beneficio por ser la esposa del CEO. Sus compañeros evitaban hablar de más y mantenían sus puestos de trabajo impecables. Tenían miedo de recibir un café por parte de la esposa del jefe, por lo que habían comenzado a ocupar las tareas que en un comienzo ella misma se había asignado. Ella ignoraba las miradas que recibía y el modo en que algunos la evitaban. Su naturaleza seguía siendo desconfiada con los extraños y sentía que su vida estaba completa y perfecta tal como era. Las niñeras de León eran sus amigas, Walter su esposo y ya no precisaba a nadie más. Amanda había comenzado a planear el primer cumpleaños de León con e
Walter había llegado a casa más que feliz, dispuesto a contarle a su esposa la indeseable visita que había recibido. Sabía que ella no lo amaba y que por eso no sentiría celos, pero no estaba mal que ella sintiera que era la única mujer de su vida, porque lo era. Amanda ese día se había retirado antes de la empresa, tenía que presentar algunos documentos en la universidad. La vio en la habitación de León, sentada en el suelo con él jugando. Se quedó observándola con una sonrisa. La imaginaba con su hijo en esa misma circunstancia y le daba aún más ternura. Probablemente las otras mujeres que hubiesen aceptado jamás lograrían querer a un niño, pero ella lo amaría sin dudarlo. -Hola- Amanda lo vio parado en el umbral de la puerta y lo saludó sin levantarse, pero León fue gateando hacia el-Papá papá papá- León se había puesto de pie aferrandose a las piernas de Walter, usándolo como su apoyo -Ven aquí hijo- Lo tomó en brazos y el pequeño se aferró a él demostrándole cuánto lo había e
Rebeca seguía creyendo que a Lautaro le gustaba Walter. Comprendía que pudiera enamorarse y no lo juzgaba por eso. Un empresario famoso, rico y endemoniadamente guapo no se conseguía en ningún sitio. -Yo haré que cambies tus gustos empleaducho de cuarta- Se dijo a si misma y procedió a buscar algo que alejara a Lautaro de su hombre *Dos días habían pasado desde que Rebeca visitó a Lautaro, o mejor dicho, irrumpió en su vivienda. Ella ya había encontrado al candidato perfecto para enamorar al secretario. Tenía que conseguir que él se alejara y así podría entrar a la oficina libremente para continuar ejecutando su plan. El día lunes Lautaro llegó a la empresa como cada día. Estaba alistando todo para la llegada del CEO. Había encendido la computadora y había dado un rápido repaso a todo el itinerario del día. Todo estaba en orden. -Busco a Lautaro- Un repartidor llegó a la empresa con un ramo de flores y se dirigió a la recepcionista-El único Lautaro aquí es el secretario de presid
Lautaro ya no sabía que decirle a su jefe sobre las flores que veía día tras día en el cesto de basura. Walter sabía que su secretario las estaba recibiendo, pero no entendía quien las enviaba ni tampoco por qué lo hacía.-Lautaro, disculpa por lo que voy a preguntarte, mi intención no es incomodarte y tienes la posibilidad de no responder- Buscó la manera de abordar el tema sin resultar tan entrometido y el pobre secretario sentía que se le subían los colores al rostro-Tengo un admirador secreto o no tan secreto. Estoy seguro de que no conozco a ningún Raúl y tampoco soy gay señor- Habló avergonzado con total franqueza-Ya veo. Entiendo que te sientas molesto, no hay de que avergonzarse- Intentó aligerar el ambiente para que Lautaro no se sintiera incómodo Lo que Walter no sabía era que su secretario también había recibido algunos obsequios fuera de horario laboral. Si a él un hombre le hiciera ese tipo de obsequios románticos, también se sentiría por demás incómodo. Lo que él harí
Lautaro fue a su hogar pensando en que estaba sucediendo con la gente. Él siempre mantuvo un perfil bajo en su vida, ¿Por qué de pronto tenía un admirador gay y además una mujer provocativa se le insinuaba de esa forma? No era de hierro, pero ella rebasaba sus límites en cuanto al coqueteo. Él se sentía más seducido por imaginar lo que se ocultaba debajo de una linda ropa sin la necesidad de enseñar todo lo que podían ofrecer. Tampoco le gustaba que una mujer quisiera ir a la cama en el primer momento. Eso le había gustado en sus tiempos de adolescencia y tampoco para exagerar. Paty le había enviado un mensaje al llegar a casa y eso no le agradó demasiado. ¿No tendría ella que esperar a que él la contactara? Parecía desesperada y apenas si había compartido un café con ella. Se sentía más en confianza con la empleada de limpieza que con Paty y ambas tenían reducidas posibilidades de ir más lejos. Después de cocinar para el solo puso todo lo que necesitaba sobre la mesa para cenar a g
Rebeca solo quería ser perfecta. Mostrar su mejor versión y que todos le dijeran lo bella que era. Lamentablemente para ella, había encontrado quien no la miraba, sino que la trataba con indiferencia y hasta le señalaba lo obvio, no toda su belleza era natural. -Eso jamás se le dice a una dama. ¿Quién te crees que eres? No eres importante, solo un secretario- Creyó que eso lo lastimaria pero se equivocó-Soy un secretario que desempeña funciones importantes. Soy una persona de confianza que puede dirigir una empresa sin mirar de que manera llenar sus bolsillos. Soy leal. Si para ti no soy más que un secretario que ni siquiera para ti trabaja, ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no dejas de molestarme?- Esperó una respuesta que no llegó de inmediato -Vine a negociar contigo, pero veo que perdí mi tiempo- Se levantó y apoyando mínimamente su pie logró llegar a la puerta Lautaro le dió el par de zapatos que se había quitado y luego vio como se iba con un hombre que había llegado para ayudarla y
Walter y Amanda continuaban alistando todo para el primer cumpleaños de León. La joven madre sentía felicidad por primera vez en mucho tiempo, aunque también echaba de menos a sus seres más queridos. Sabía que su amiga estaría más que orgullosa de los cuidados y el cariño que recibía su hijo y eso le daba aún más fuerzas para seguir adelante. Walter intentaba estar presente en cada momento importante para su esposa. Sabía que había muchas cosas que ella aún no le contaba, pero prefería no presionarla y esperar pacientemente a que estuviese lista. Las niñeras de León siempre estaban presentes en sus vidas también y proporcionaban un gran apoyo. De a poco la vivienda Hills se estaba convirtiendo en un hogar y también estaban forjando cada día una familia aún más sólida. Antes Walter pasaba su día trabajando, pero luego de la llegada sorpresiva de esas dos personas llenas de luz, contaba los minutos para volver a casa. Habían comprado varias cosas para una celebración sencilla. Solo l
Lautaro salió de la empresa con una sonrisa en los labios. Se sentía satisfecho consigo mismo por haber besado a Rebeca. Él sabía bien que ella estaba encaprichada con su jefe y también que ser besada por un simple trabajador seguro haría que enloqueciera después. No la creía capaz de volver a su apartamento ni tampoco de faltarle el respeto como siempre hacía. Lo único que no predijo fue que fuera tremendo beso, tal vez esperaba otra reacción. Había imaginado que Rebeca lo empujara y tomara distancia pensando que era atrevido, desubicado y hasta más. No esperó que ella le correspondiera con tanta entrega, pero eso le demostró lo necesitada que estaba de atención masculina, de cariño tal vez. Sabía lo que provocaba en los hombres con su cuerpo de pecado, pero también que nadie la trataba del modo en que le satisfacía. Si hubiese estado plenamente satisfecha, ¿Por qué se desnudaría para un hombre casado? ¿Por qué le rogaría así? Lautaro al menos estaba satisfecho. Sabía que Rebeca no