Rebeca solo quería ser perfecta. Mostrar su mejor versión y que todos le dijeran lo bella que era. Lamentablemente para ella, había encontrado quien no la miraba, sino que la trataba con indiferencia y hasta le señalaba lo obvio, no toda su belleza era natural. -Eso jamás se le dice a una dama. ¿Quién te crees que eres? No eres importante, solo un secretario- Creyó que eso lo lastimaria pero se equivocó-Soy un secretario que desempeña funciones importantes. Soy una persona de confianza que puede dirigir una empresa sin mirar de que manera llenar sus bolsillos. Soy leal. Si para ti no soy más que un secretario que ni siquiera para ti trabaja, ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no dejas de molestarme?- Esperó una respuesta que no llegó de inmediato -Vine a negociar contigo, pero veo que perdí mi tiempo- Se levantó y apoyando mínimamente su pie logró llegar a la puerta Lautaro le dió el par de zapatos que se había quitado y luego vio como se iba con un hombre que había llegado para ayudarla y
Walter y Amanda continuaban alistando todo para el primer cumpleaños de León. La joven madre sentía felicidad por primera vez en mucho tiempo, aunque también echaba de menos a sus seres más queridos. Sabía que su amiga estaría más que orgullosa de los cuidados y el cariño que recibía su hijo y eso le daba aún más fuerzas para seguir adelante. Walter intentaba estar presente en cada momento importante para su esposa. Sabía que había muchas cosas que ella aún no le contaba, pero prefería no presionarla y esperar pacientemente a que estuviese lista. Las niñeras de León siempre estaban presentes en sus vidas también y proporcionaban un gran apoyo. De a poco la vivienda Hills se estaba convirtiendo en un hogar y también estaban forjando cada día una familia aún más sólida. Antes Walter pasaba su día trabajando, pero luego de la llegada sorpresiva de esas dos personas llenas de luz, contaba los minutos para volver a casa. Habían comprado varias cosas para una celebración sencilla. Solo l
Lautaro salió de la empresa con una sonrisa en los labios. Se sentía satisfecho consigo mismo por haber besado a Rebeca. Él sabía bien que ella estaba encaprichada con su jefe y también que ser besada por un simple trabajador seguro haría que enloqueciera después. No la creía capaz de volver a su apartamento ni tampoco de faltarle el respeto como siempre hacía. Lo único que no predijo fue que fuera tremendo beso, tal vez esperaba otra reacción. Había imaginado que Rebeca lo empujara y tomara distancia pensando que era atrevido, desubicado y hasta más. No esperó que ella le correspondiera con tanta entrega, pero eso le demostró lo necesitada que estaba de atención masculina, de cariño tal vez. Sabía lo que provocaba en los hombres con su cuerpo de pecado, pero también que nadie la trataba del modo en que le satisfacía. Si hubiese estado plenamente satisfecha, ¿Por qué se desnudaría para un hombre casado? ¿Por qué le rogaría así? Lautaro al menos estaba satisfecho. Sabía que Rebeca no
-Se trata de que siempre impediste que me acercara a Walter. No sé trata de diversión- Quiso irse, alejarse de su cercanía. Algo en Lautaro le parecía peligroso esa noche -¿Crees que si deseo estar con una mujer no puedo hacerlo? ¿Sabes lo que fue soportar a tu amiga? Ella solo insistía en vernos y no sabía cómo decirle que no me interesaba- Reclamó molesto. No podía creer que Rebeca fuera la causante de aquello -Necesitaba acercarme a Walter, ¿Cómo quieres que te lo explique? Merecías todo por como me trataste las veces que fui a la empresa- Ella no se dejaría intimidar por sus acusaciones, en su mente todo estaba justificado -Solo seguía órdenes, ¿No entiendes eso? ¿Qué es lo que está mal contigo?- Él se quedó pensativo, recordando...Paty apareció misteriosamente cuando un tal "Raúl" le declaraba su amor en diferentes detalles. Él no había conocido a nadie así, estaba seguro. -Fuiste tu también. ¿Cómo no me di cuenta antes? El hombre buscando conquistarme, todo fue planeado por
Rebeca había perdido el control de su cuerpo y su mente estaba en blanco. No podía hacer nada más que disfrutar de lo que su enemigo hacía. Lautaro la había llevado a la cima varias veces y el alcohol que habían bebido no hacía más que eliminar las negativas que pudiesen tener normalmente. En fracciones de segundos cuando sus ojos no se cerraban por el intenso placer, ella veía a Lautaro sin reconocer a ese "simple secretario" que parecía tan serio y amargado. Después de una sesión de la que no supieron ni siquiera cuando había comenzado ni cuánto había durado al fin terminaron. No hubo abrazos ni cariño, tan solo se habían quedado intentando analizar lo sucedido. -¿Esto planeaste para vengarte de mi?- Cuestionó volviendo en si por completo, pensando en lo ocurrido desde su encuentro horas antes -Tu nivel de estupidez me sorprende. Lo dices como si hubiese sabido que saldrías, fue una casualidad. Además siempre me dijiste que soy un simple secretario, ¿Crees que imaginé que esto p
El fin de semana había llegado para los recién casados y sería el día tan esperado por la joven madre. El primer añito de León finalmente se celebraría y aunque fueran pocos invitados, las fotografías para inmortalizar ese momento serían muchísimas. Todo estaba perfecto. Había globos de distintos colores y distintos juegos para el pequeño. De verdad se habían esforzado y Lautaro había trabajado arduamente consiguiendo algunos contactos para que todo eso fuera posible. Walter había pensado en la sobrecarga laboral que había puesto en su secretario y sentía pena. También estaba orgulloso de tener en su equipo laboral y como mano derecha a un hombre joven tan capaz y preparado como él. Si en algún momento Lautaro quisiera renunciar, le ofrecería jugosos aumentos solo para hacerlo cambiar de parecer. Sin él a su lado todo sería caótico y no quería volver a pasar por eso. La pareja se había puesto bonetes de cumpleaños muy coloridos y a León el más grande. Sus niñeras también usaban somb
Rebeca volvió a su apartamento y comenzó a recordar lo ocurrido con el simple secretario que logró poner sus piernas a temblar. Se sentía tan extraña...Sabía que había tenido una noche de extrema satisfacción y estaba avergonzada de si misma. Odiaba que el fuera quien la hizo sentir así. -¿En qué pensaba? No puedo haberme humillado más. Definitivamente sería imposible- Murmuró dirigiéndose a la ducha Observó que su cuerpo no tenía marcas y al menos agradeció eso. Le dolía la cadera y sentía ardor en su intimidad, pero eso era todo. Nadie sabría lo que había ocurrido y ella tampoco iría a contarlo a ningún sitio para evitar la vergüenza. Pensaba también en como ir a ver a Walter si tenía que ver a Lautaro allí. Si el fuera cualquier otro empleado de la empresa no se habría preocupado tanto, pero justo la mano derecha de Walter... eso era mala suerte. Confiaba en que Lautaro no dijera nada. No creía que fuera un hombre que contara su vida privada por completo y agradecía saber que él
Rebeca se vistió completamente de negro. Solo de pensar que Lautaro tuviese esa foto comprometedora la estremecía de miedo. Ella estaba muy preocupada porque si alguien veía esa imagen su reputación estaría acabada y también su oportunidad con Walter, si es que existía alguna. No tenía ánimos para vestirse elegantemente ni tampoco tenía interés en que él la encontrara sensual. Eran pocas las veces en que vestía un jean y una simple blusa o camiseta, pero la situación lo ameritaba. Ella ni siquiera quiso usar zapatos de tacón. Llegó al edificio en su automóvil y se persignó como si planeara entrar a una iglesia. Bajó del carro y entró. El elevador estaba ocupado, por lo que decidió subir las escaleras, no podia esperar un solo minuto más. Golpeó la puerta estando un poco agitada y Lautaro abrió la puerta genuinamente sorprendido. Ver a Rebeca allí y vestida de esa manera era nuevo para él. Ella solo lo empujó y entró, no quería que nadie la viera allí y la reconociera. -¿Qué haces