La pareja empacó sus maletas listos para volver a casa. Amanda estaba loca de preocupación por León, aunque lo llamaba constantemente no era igual tenerlo entre sus brazos y poder verificar que estaba realmente bien. Walter la veía con ternura, era una madre súper dedicada aunque jamás había dado a luz. -¿Estás feliz de que regresemos?- Preguntó Walter al notar como su esposa empacaba a toda prisa y veía cada rincón cuidando no olvidar nada -Si estoy feliz. No sabes cuánto lo extraño- El notó aquel brillo en sus ojos y por un momento solo pensó en la posibilidad de que algún hombre pudiera provocar el mismo efecto. Imaginar a su esposa enamorada le resultaba contradictorio-Entonces... ¿Te aburriste mucho estos días conmigo?- Preguntó aún sabiendo la respuesta, solo buscaba molestarla un poco -¿Cómo dices? No podría haberme aburrido, para nada. Es el primer viaje que hago en años y estar lejos de él no es sencillo- Ella buscaba explicarse temiendo que su esposo pudiera estar enojado
Los recién casados llegaron finalmente a su ciudad y ya había un coche esperando por ellos. Walter había pedido especialmente seguridad para los dos porque sabía que la prensa posiblemente estuviera buscándolos por cielo, mar y tierra por su apresurada boda. Ellos querrían saber los motivos de su apuro y no tenía ganas de enfrentar una situación así al llegar de una hermosa luna de miel. Las niñeras junto a León estaban ansiosas aguardando la llegada de la pareja. Querían ver a Amanda rebosante de felicidad después de tanto tiempo de saberla infeliz. Sabían que los tiempos más difíciles de su vida se aproximaban porque posiblemente los recuerdos la abrumarian. Walter había llamado previamente a las niñeras para pedirles que fueran a su vivienda y allí los esperaran. Ellas habían aceptado encantadas y León reconocía perfectamente su hogar porque al atravesar la puerta ya había sonreído aún más ampliamente. Él los había extrañado, pero afortunadamente para ellas estaba muy acostumbrado
Una semana después la pareja seguía sus actividades normales. Se despertaban y luego de vestirse comenzaban a preparar el desayuno y a cuidar de León que se desesperaba por su biberón. Luego de jugar unos momentos con él, iban a dejarlo con una de las niñeras y se dirigían a la empresa. Amanda continuaba trabajando como una empleada más sin querer gozar de ningún beneficio por ser la esposa del CEO. Sus compañeros evitaban hablar de más y mantenían sus puestos de trabajo impecables. Tenían miedo de recibir un café por parte de la esposa del jefe, por lo que habían comenzado a ocupar las tareas que en un comienzo ella misma se había asignado. Ella ignoraba las miradas que recibía y el modo en que algunos la evitaban. Su naturaleza seguía siendo desconfiada con los extraños y sentía que su vida estaba completa y perfecta tal como era. Las niñeras de León eran sus amigas, Walter su esposo y ya no precisaba a nadie más. Amanda había comenzado a planear el primer cumpleaños de León con e
Walter había llegado a casa más que feliz, dispuesto a contarle a su esposa la indeseable visita que había recibido. Sabía que ella no lo amaba y que por eso no sentiría celos, pero no estaba mal que ella sintiera que era la única mujer de su vida, porque lo era. Amanda ese día se había retirado antes de la empresa, tenía que presentar algunos documentos en la universidad. La vio en la habitación de León, sentada en el suelo con él jugando. Se quedó observándola con una sonrisa. La imaginaba con su hijo en esa misma circunstancia y le daba aún más ternura. Probablemente las otras mujeres que hubiesen aceptado jamás lograrían querer a un niño, pero ella lo amaría sin dudarlo. -Hola- Amanda lo vio parado en el umbral de la puerta y lo saludó sin levantarse, pero León fue gateando hacia el-Papá papá papá- León se había puesto de pie aferrandose a las piernas de Walter, usándolo como su apoyo -Ven aquí hijo- Lo tomó en brazos y el pequeño se aferró a él demostrándole cuánto lo había e
Rebeca seguía creyendo que a Lautaro le gustaba Walter. Comprendía que pudiera enamorarse y no lo juzgaba por eso. Un empresario famoso, rico y endemoniadamente guapo no se conseguía en ningún sitio. -Yo haré que cambies tus gustos empleaducho de cuarta- Se dijo a si misma y procedió a buscar algo que alejara a Lautaro de su hombre *Dos días habían pasado desde que Rebeca visitó a Lautaro, o mejor dicho, irrumpió en su vivienda. Ella ya había encontrado al candidato perfecto para enamorar al secretario. Tenía que conseguir que él se alejara y así podría entrar a la oficina libremente para continuar ejecutando su plan. El día lunes Lautaro llegó a la empresa como cada día. Estaba alistando todo para la llegada del CEO. Había encendido la computadora y había dado un rápido repaso a todo el itinerario del día. Todo estaba en orden. -Busco a Lautaro- Un repartidor llegó a la empresa con un ramo de flores y se dirigió a la recepcionista-El único Lautaro aquí es el secretario de presid
Lautaro ya no sabía que decirle a su jefe sobre las flores que veía día tras día en el cesto de basura. Walter sabía que su secretario las estaba recibiendo, pero no entendía quien las enviaba ni tampoco por qué lo hacía.-Lautaro, disculpa por lo que voy a preguntarte, mi intención no es incomodarte y tienes la posibilidad de no responder- Buscó la manera de abordar el tema sin resultar tan entrometido y el pobre secretario sentía que se le subían los colores al rostro-Tengo un admirador secreto o no tan secreto. Estoy seguro de que no conozco a ningún Raúl y tampoco soy gay señor- Habló avergonzado con total franqueza-Ya veo. Entiendo que te sientas molesto, no hay de que avergonzarse- Intentó aligerar el ambiente para que Lautaro no se sintiera incómodo Lo que Walter no sabía era que su secretario también había recibido algunos obsequios fuera de horario laboral. Si a él un hombre le hiciera ese tipo de obsequios románticos, también se sentiría por demás incómodo. Lo que él harí
Lautaro fue a su hogar pensando en que estaba sucediendo con la gente. Él siempre mantuvo un perfil bajo en su vida, ¿Por qué de pronto tenía un admirador gay y además una mujer provocativa se le insinuaba de esa forma? No era de hierro, pero ella rebasaba sus límites en cuanto al coqueteo. Él se sentía más seducido por imaginar lo que se ocultaba debajo de una linda ropa sin la necesidad de enseñar todo lo que podían ofrecer. Tampoco le gustaba que una mujer quisiera ir a la cama en el primer momento. Eso le había gustado en sus tiempos de adolescencia y tampoco para exagerar. Paty le había enviado un mensaje al llegar a casa y eso no le agradó demasiado. ¿No tendría ella que esperar a que él la contactara? Parecía desesperada y apenas si había compartido un café con ella. Se sentía más en confianza con la empleada de limpieza que con Paty y ambas tenían reducidas posibilidades de ir más lejos. Después de cocinar para el solo puso todo lo que necesitaba sobre la mesa para cenar a g
Rebeca solo quería ser perfecta. Mostrar su mejor versión y que todos le dijeran lo bella que era. Lamentablemente para ella, había encontrado quien no la miraba, sino que la trataba con indiferencia y hasta le señalaba lo obvio, no toda su belleza era natural. -Eso jamás se le dice a una dama. ¿Quién te crees que eres? No eres importante, solo un secretario- Creyó que eso lo lastimaria pero se equivocó-Soy un secretario que desempeña funciones importantes. Soy una persona de confianza que puede dirigir una empresa sin mirar de que manera llenar sus bolsillos. Soy leal. Si para ti no soy más que un secretario que ni siquiera para ti trabaja, ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no dejas de molestarme?- Esperó una respuesta que no llegó de inmediato -Vine a negociar contigo, pero veo que perdí mi tiempo- Se levantó y apoyando mínimamente su pie logró llegar a la puerta Lautaro le dió el par de zapatos que se había quitado y luego vio como se iba con un hombre que había llegado para ayudarla y