7 meses después

El sol estaba en su punto más alto, derramando su luz dorada sobre las aguas cristalinas que se extendían hasta el horizonte. La brisa salada del mar acariciaba suavemente la piel de Isabela, quien caminaba descalza por la orilla junto a Leonardo. Cada paso que daban sobre la arena mojada los acercaba más, no solo físicamente, sino emocionalmente. Era como si el mundo entero se hubiera detenido para permitirles disfrutar de este refugio de paz y amor.

Isabela miraba el mar con una sonrisa serena, su corazón lleno de gratitud por todo lo que había vivido hasta ese momento. A su lado, Leonardo caminaba con una calma que rara vez se veía en él, disfrutando de cada instante como si realmente fuera el primero. Sus ojos, llenos de ternura y preocupación por ella, observaban atentamente cada gesto, cada paso que daba Isabela, siempre cercano, siempre protector.

"Este lugar es perfecto," dijo Isabela con una voz suave, mirando el horizonte. "Es todo lo que necesitaba."

Leonardo asintió, miran
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