Buenas noches. Aquí les he dejado otro capítulo, espero que puedan ir sacando conclusiones y uniendo puntos en las pequeñas cositas ocultas que voy dejando. A quienes leen mi otra historia titulada " Los Millonarios no se Enamoran", les confirmo de una vez que la reportera de la que habla Ada es, obviamente, Stella Gilabert, la protagonista de ese libro. Espero que les haya gustado este capítulo. Recuerden comentar y votar! Gracias por el apoyo. ❤️
Hace cuatro años.Snape.—¡Tienes que venir ya mismo! —dice Martin, abriendo la puerta de mi habitación asignada en la base, y entrando apresurado —. ¡Vístete! —Me grita, histérico.—En primer lugar, tú a mí no me ordenas una mierda —le dejo en claro. Y, contrario a lo que me pide, me pongo una camisa con suma lentitud, sin importarme si me está viendo o no —. Y, en segundo lugar, este es mí cubículo, no puedes entrar como si estuvieses en el tuyo, hay reglas, soy el oficial al mando de esta misión, así que respeta a tu mayor. Ahora, ¿Podrías voltearte? Quiero ponerme mis calzoncillos.—Snape…—Voltéate. —Ordeno. Él gruñe en frustración, haciendo lo que le pido. Quito la toalla de alrededor de mi cintura, dejando libres mis partes íntimas, y me pongo el bóxer con toda la lentitud del mundo. Siempre le ha molestado que le lleve la contraria.—Esto de verdad es importante. —Insiste.—Yo decido qué es importante y qué no. —Le advierto. Y hasta lo señalo con mi dedo índice, pero él no me
En la actualidad.Ava Jones.Me adentro al pent-house y lo primero que veo es a la pobre cuidadora, a Alma, dormida en uno de los muebles de la sala. Todo el lugar está hecho un desastre, pero no me importa si ella logra o no completar su trabajo de limpieza, pues siempre le he dejado en claro que la prioridad es mi hijo y su felicidad. Tratando de no hacer ruido, para dejarla descansar, camino a través del pasillo que da hacia las habitaciones. No sé por qué ella se tira en el sillón del living en vez de irse hacia la habitación de huéspedes. Sería más cómodo.Entro en mi habitación y con rapidez quito los tacones que casi asesinan mis pies. Es cierto que nos hacen ver y lucir las piernas más lindas, pero también es cierto que, si los llevas puesto mucho tiempo, como lo es en mi caso, va a cansarte por montón. Siento que necesito un masaje urgente en mis pies.Mi cuello suena excesivamente horrible al tronarlo de lado a lado. Decido masajearlo para quitarme toda esta tensión de enci
Hace cuatro años.Snape.—¿Cómo te sientes? —Pregunto nada más entrando en la habitación de enfermería. El día de ayer estuvo dormida y fue hace unas horas que despertó. Sin pedirle permiso, ni a ella, o a la enfermera, me acerco y tomo su rostro entre mis manos enguantadas, analizo sus ojos, que se ven normales, grandes, verdes y brillantes. Sus pómulos están bien, y sus labios…Creo que me he desviado un poco. Mejor voy a lo importante: su semblante se ve mucho mejor que ayer. Ya no se ve pálida.—Aún tengo un poco de náuseas, pero estoy mejor. Por lo menos ya no siento que voy a morir.—No puedes morir, lo tienes prohibido.—Oye. Sé que me necesitan aquí porque creen que soy cómplice de ellos, pero si la muerte viene por mí, no hay nada que ustedes puedan hacer. Incluso si ella misma me pone a decidir, prefiero irme al infierno que quedarme aquí con ustedes.—En realidad no te puedes morir porque tienes un hijo que te necesita.—Sí, claro… —Suspira profundamente —. De todas maneras
En la actualidad.Ava Jones.—¡Más vale que no tengas algo que ver con el escape de Snape porque te mato!Nunca antes unas palabras me habían pesado tanto, y, al mismo tiempo, se habían sentido como bombas explosivas que han sido detonadas y estremecieron cada poro de mi ser y parte de mi cuerpo.—Snape… ¿Él está vivo? —Supongo que mi sorpresa ha sido tan real y genuina, que Dante suelta mi cuello y retrocede dos pasos. Yo aclaro mi garganta, carraspeando, mientras llevo mis manos a mi garganta. Por primera vez en mucho tiempo no he actuado una reacción. Me he acostumbrado a ser tantas personas al mismo tiempo, que casi olvido qué es real y qué no. Lo único que me ha mantenido con los pies en la tierra y motivado a no caer en el querer creerme los papeles que interpreto, es mi hijo. Solo con él soy transparente. Vuelvo a colocar mi máscara de hielo para enfrentar al hombre que me mira aún con dudas—. Se te está haciendo costumbre esto de apretar mi cuello cada vez que se te da la gana
Hace cuatro años.Snape.En cuanto llego al área de enfermería me encuentro a Ava por un lado siendo atendida y a Martin por el otro tratando de contener la situación que se forma delante de él. Un soldado tiene a otro tomado, como rehén, mientras sujeta sus manos con una de las suyas, y con la otra le apunta a la cabeza. El soldado rehén tiembla de miedo y no sé si quiero matar al que lo atrapó o a él por no mostrar firmeza y valentía en un momento como este.Martín lo distrae hablándole y yo retrocedo poco a poco, tratando de que no me note. Una mano sujeta los ruedos de mi pantalón y bajo la mirada alarmado, apunto de atacar, hasta que me doy cuenta de que Ava me mira y susurra un imperceptible ‘’estoy bien’’. Inevitablemente sonrío y asiento. Llevo mis manos a mis labios y con mi dedo índice le indico que haga silencio. Miro a la enfermera haciéndole presión en el lugar de la herida, pero me sonríe y asegura que todo está bien.—¿Por qué hiciste esto, soldado? —le pregunta Martin
En la actualidad.Snape.Fernando acaba de irse. No sé hasta cuando jugará a ser el padre ejemplar. No estuvo cuando más lo necesitaba, punto. Ya no necesito que me ande cuidando como si fuese mi niñera. Joder, estoy bastante grandecito para estas mierdas de la familia perfecta.—Llegó el momento —la enfermera pasa por mi lado y toma la carpeta donde hace sus estúpidas anotaciones. Me pide con su mano que la siga, y entonces avanzo, siguiéndola, a través de los pasillos.Ya no estoy en el hospital. He regresado a Pine Gap hace unos días. Estoy mejor de salud, pero sigo débil, más flaco de lo que siempre he sido, y mejor ni hablemos de mis ánimos y el mal humor que no se me va con nada del mundo. No soporto a la gente, no soporto que me hablen y, mucho menos, que me digan qué hacer.Sé que debo ejercitarme, alimentarme bien y continuar con mis terapias, eso lo estoy haciendo a la perfección desde hace unos tres días, que es cuando comencé a sentir verdaderamente que ya podía comenzar.
Hace cuatro años.Snape.Estos días han sido buenos, y al mismo tiempo, muy extraños. Me he ido acercando cada vez más a La Asociación, he desmantelado pequeñas operaciones que hacían y ello me ha llevado hacia las más grandes. He dado con el primer trabajador importante de ellos y lo he capturado. Estuve diez días por fuera de Pine Gap, con un equipo que yo mismo elegí minuciosamente para hacer todo de manera correcta y tener éxito.Me encamino por el pasillo y siento que otros oficiales y agentes hablan a mis espaldas. Una enorme sonrisa brillante se asoma por mis labios. El vicejefe se acerca a mí y estrechamos nuestras manos, me felicita en medio de todos y yo enarco una ceja ante la sinceridad en sus palabras. ¿Acaso él de verdad me está tomando aprecio? Me cuesta aceptarlo, él era ese hombre que siempre riñó mis acciones desde niño, y que no me dejaba ser uno. Yo sabía perfectamente cuál era mi objetivo, qué era eso que quería ser de grande y qué tal alto quería llegar, pero eso
En la actualidad.Ava Jones.—¿Te pasó ton la lombiz, mami? —Preguntó mi hijo muy interesado. Sus enormes ojos grises me miraban con atención, su boquita pequeña estaba llena de chocolate blanco y sus codos se apoyaban sobre sus piernas cruzadas.Él de verdad quería saber qué pasaba con las pobres lombrices que iban a ser comidas, pero temía más por sus pequeñas lombricitas. No quería que les pasara nada. Se veía angustiado y quería que yo, en medio de la historia que le estaba contando, ayudara a las lombrices y lombricitas a escapar y que fuesen felices por siempre.—Entonces, las lombrices, antes de emprender un largo viaje, escucharon: ‘’El tigre, la pantera y el león son animales inofensivos; la paloma, el gorrión y el pollo son los peligrosos’’ le dijo la lombriz a sus hijitos.—¿Polte? —Mi pequeño arrugó la frente y yo sonreí ante su curiosidad.Era así cada noche antes de dormirse. Era así siempre que le contaba algún cuento al que le cambiaba por completo la trama. Yo trataba