Capítulo sesenta y ocho. El precio de la verdad— — — — Narra Brad Lancaster — — — —El aire está cargado con la tensión del momento, como si el mundo entero estuviera suspendido en una cuerda floja, esperando el próximo movimiento. Julia nos ha entregado las pruebas, la llave para derribar el castillo de naipes que Arthur ha estado construyendo durante años. Pero el precio de esta victoria, aunque incierto, es claro: todo lo que conocemos, todo lo que hemos sido, cambiará para siempre.Miro las grabaciones y los diarios de mi abuela, como si fueran una condena, pero también la salvación. El sonido de las páginas al volverse, el zumbido de los audios en mi cabeza, todo parece un susurro lejano, distante. La verdad se vuelve más tangible, más pesada, a medida que la sostengo en mis manos.Amy está a mi lado, callada, observando. Sé lo que está pensando, porque yo también lo siento. ¿Y si no estamos listos para lo que esto traerá? ¿Y si, al exponer a Arthur, perdemos todo lo que aún que
Capítulo sesenta y nueve. La tormenta que se avecina.— — — — Narra Amy Carlson — — — —El viento de la tarde golpea la ventana del coche como un presagio. Cada vez que me apoyo en el asiento, siento el peso de lo que estamos por hacer. El aire huele a tierra mojada y a salitre, pero me resulta irrespirable. Es el mismo aire que rodea a las personas cuando están a punto de ser despojadas de sus máscaras, cuando se les obliga a enfrentar la realidad sin filtros. Eso es exactamente lo que estamos a punto de hacer: destruir la fachada que Arthur ha levantado durante años.Brad está a mi lado, mirando por la ventana con una expresión que podría cortar el aire. No hay palabras entre nosotros, solo el sonido constante de los neumáticos sobre el asfalto. El archivo que descubrimos, las amenazas de Arthur, las grabaciones que Julia nos entregó... todo se agolpa en mi mente como una marea imparable. Sabemos lo que tenemos que hacer, pero la verdad es un animal salvaje, y no tengo idea de cuán
Capítulo setenta: El Peso de la Verdad.— — — — Narra Amy Carlson — — — —Las horas que siguieron a nuestra confrontación con Arthur pasaron como un torrente de incertidumbre y miedo. Cada segundo que pasaba en esa mansión sentía el peso de la verdad aplastándome, como si las paredes mismas quisieran asfixiarme con la revelación de los secretos que habíamos desenterrado. Las emociones parecían estar al borde de la explosión, como una bomba de tiempo que se agitaba en mi pecho, esperando el momento adecuado para detonarse.Después de nuestra charla con Arthur, no pudimos quedarnos mucho tiempo en la mansión. Había algo en el aire, una sensación de peligro inminente que se pegaba a nuestra piel, que nos decía que no estábamos a salvo. Por más que la evidencia estuviera en nuestras manos, sabíamos que Arthur no iba a rendirse tan fácilmente. A lo lejos, oía el eco de su amenaza, su desafiante "La verdad también tiene sus consecuencias". Era como si las palabras flotaran en el aire, sobre
Capítulo setenta y uno: La Red Se Cierra.— — — — Narra Amy Carlson — — — —El sonido de la lluvia al golpear las ventanas parecía un presagio. El ruido constante, casi hipnótico, me mantenía despierta, en un estado de alerta que no me dejaba descansar. Desde la mesa de la cocina, donde habíamos reunido toda la información que habíamos recolectado, podía ver cómo las gotas caían sin cesar sobre los cristales, como si la tormenta exterior reflejara la que se desataba dentro de nosotros.El teléfono de Brad vibró sobre la mesa, cortando el silencio tenso. Ambos nos miramos rápidamente. Sabíamos que no sería una llamada cualquiera. No en este momento.—Es Julián —dijo Brad mientras tomaba el teléfono.Lo escuchó en silencio, los ojos fijos en la pantalla. Cada palabra que Julián pronunciaba parecía un golpe más fuerte en el aire, una noticia que se deslizaba como una daga afilada. Brad asintió varias veces antes de colgar, su rostro impasible, pero con una sombra de preocupación que se d
Capítulo setenta y dos: El Último Movimiento— — — — Narra Amy Carlson — — — —El aire estaba cargado, como si el propio mundo hubiera detenido su respiración. No había marcha atrás. Arthur estaba allí, de pie frente a nosotros, y su presencia lo llenaba todo. La sonrisa que se dibujaba en su rostro era la de un hombre que se sentía dueño del juego, como si nunca hubiéramos sido más que peones en su tablero.Brad se adelantó un paso, su postura tensa, los músculos de su cuerpo claramente listos para cualquier cosa. Pero sus ojos, esos ojos que siempre mostraban una feroz determinación, ahora brillaban con una mezcla de rabia y miedo. Yo lo conocía bien, y sabía que en este momento, su lucha no era solo por lo que había sucedido hasta ahora, sino por todo lo que estaba a punto de perder.Arthur dio un paso hacia nosotros, su mirada fija en Brad con una arrogancia que rozaba lo insostenible.—¿Realmente creías que podías ganarme? —su voz era baja, pero cargada de veneno —. Siempre he es
Capítulo setenta y tres: El Juicio Final.— — — — Narra Amy Carlson — — — —El día había llegado. Después de meses de trabajo, de noches sin dormir, de tensas reuniones secretas, de esconder pruebas en lugares insospechados y de juntar testimonios que podrían derribar a un imperio, por fin estábamos listos. Arthur Aramendi iba a enfrentarse a la justicia. No había vuelta atrás. Y, lo más importante, ya no estábamos solos. La fiscalía tenía las pruebas, los testigos y las acusaciones. Todo estaba listo para el juicio.El sol se filtraba tímidamente a través de las ventanas de la oficina, una luz fría que no lograba disipar la tensión que se sentía en el aire. Brad estaba allí, de pie junto a la mesa, mirando las carpetas que contenían toda la información que habíamos recopilado, todas las pruebas que habíamos reunido. Sabía lo que significaba esto para él. Lo que significaba para nosotros. Finalmente, el hombre que nos había arruinado la vida iba a pagar por sus crímenes.—¿Estás listo
Capítulo uno. Novia a la fuga.— — — — Narra Amy — — — — Ese día yo sentía a medida que avanzaban los minutos y las horas, que se acercaba mi final. Podía sentir en lo más profundo de mi que ya no podía seguir dando tiempo a un tiempo que se agotaba cada vez más. Mi padre, ese maldito sin corazón pretendía que me casara con un desconocido y anciano repugnante. Solo de ver la forma en que me miraba, como sus ojos aprecian desvestir mi cuerpo dentro de su mugrosa mente me daba nauseas. Siempre que venía a la casa me dejaban a solas con él. A solas para que deslizara su dedo índice con aquella uña larga repugnante por mi espalda desnuda. Cabe decir que papá me obligaba a vestir con la ropa que él pedía. Arthur Aramendi me hablaba tan cerca que podía oler su aliento de cognac y puros cubanos. Nunca podré olvidar eso. Y ahí estaba ese día gris y lluvioso, vestida de novia con él a mi lado esperando un sí quiero que no quería en absoluto y un alcalde aguardando mi decisión para converti
Capítulo dos. El novio es mi padre — — — — Narra Amy — — — —Sus palabras habían silenciado más mías. No podía entender que semejante hombre tuviera que obligar a una mujer a prometerme con él. Cualquiera se querría casar con un tipo así que además de lo carnal, se veía que tenía poder y dinero y una personalidad avasalladora. Era un ideal masculino en toda la regla. La parte caballerosa mezclada en perfecta sincronía con la canalla y oscura. Sus ráfagas poderosos así lo hacían ver y no entendía cómo estaba exigiendo algo que debía tener a sus pies voluntariamente y en más de una ocasión. Más de una mujer, incluso más de un hombre podían querer ser suyos, sin compromisos incluso. —Aunque no lo entiendo tengo que aceptar —dije segura de que no tenía opción y menos aún sin documentos para irme del país —, seré tu prometida per necesito que me dejes trabajar para hacer el dinero de poder reírme cuando nuestro acuerdo acabe. Por favor —negó ante mi súplica. —Tú único trabajo soy yo. De