Capítulo cinco. Estás jugando conmigo
— — — — Narra Amy — — — — —Si quiero la dejo estéril ahora mismo y ni tú ni nadie podrá hacerle tener ese hijo que los dos sabemos que tanto ansías —sentí el cañón de una pistola entre mis muslos, por fuera de mi ropa pero igual de avasalladora la sensación —. Te conozco tanto que sé que te casaste para hacerte con la empresa y quitármelo todo pero su padre la hará volver a mi. Nada ni mucho menos nadie podrá impedirlo, más temprano que tarde. —¡No será así si te mato! Brad saca una pistola también y yo transpiro nerviosa al pensar en qué demonios pasa aquí para que todos vayan armados. ¿En qué clase de nido de víboras me he ido a meter? No salgo de uno para entrar en otro. —¿Tanto la quieres que matarías a tu propio padre por esta zorra? Brad para mi terror, quita el seguro de su arma, pone la pinta directamente entre los ojos de su padre y yo estoy al desmayarme. —Te mataría incluso si no la quisiera a ella pero es que incluso eso lo tengo: ella ya es mía y la próxima vez que te acerques a mi esposa, la toques, la ofendas o si por casualidad aprendo a leer mentes y descubro que la piensas, apretaré el gatillo y me iré feliz a la cárcel. Arthur se aleja de mi y alza las dos manos en señal de rendición alejándose de los dos sin decir palabra alguna. Brad no deja de mirarlo mientras se marcha y sigue con el arma en alto y yo comienzo a temblar. Estoy tan asustada que no puedo pensar, no consigo evitarlo... rompo a llorar. —¡Ey, no! —mi marido aparta el arma, se la guarda en la espalda detrás de su pantalón y me toma en brazos justo cuando estoy por caer al suelo —. Tranquila, no voy a dejar que te haga nada. No dejaré que te toque ni se te acerque nunca más. Conmigo estás a salvo, preciosa, estás a salvo. Sigo sollozando en sus brazos y me lleva adentro de una habitación de la que solo veo la puerta a cerrarse de una patada suya Me pone en el suelo y poco a poco me lleva hasta una gran cama., me sienta al borde de ella y se arrodilla entre mis piernas sacándome las lágrimas Es la primera vez que está tan cerca de mi que reparo en lo increíble que son sus ojos. Una palmada suya enciende la luz del todo y mis ojos no dejan los suyos. Sus manos en mis muslos, mi respiración entre cortada mezclada a la suya me va calmando poco a poco. —No sé qué estoy haciendo con mi vida, Brad —confieso. Lo que pasó antes es una pequeña muestra de lo que me espera si sigo haciendo esto. Pensé que tomar la decisión que tomé me salvaría de ese demonio pero no, no ha pasado eso, en cambio me ha traído directamente hasta él. Estoy mucho peor que antes. Al menos entonces pude escapar pero ahora soy la esposa de su hijo, accionista de su empresa y una usurpadora de su vida. Me va a odiar más y por consiguiente me va a perseguir hasta matarme si hace falta. —Podría decirte lo que piensas sin oír una sola palabra tuya —me asegura Brad con su típico tono calmo, seguro de sí mismo, con una confianza envidiable —. No voy a dejar que te haga nada. Primero, te pondremos seguridad par cuando no estés conmigo y segundo siempre te tendré cerca, tu mejor opción era, soy y seré yo. No estás más segura con nadie que conmigo. Soy la única persona a la que no se atreve a atacar, aunque no lo creas. —Pero, ¿cómo vamos a vivir todos bajo el mismo techo? ¿ No te das cuenta de que eso empeora todo mucho más? Es casi como un provocación. —Eso forma parte del paquete, Amy, no hay más caminos. Ya estamos aquí y tienes que demostrar que eres tan valiente como creo que eres. —¿Por qué confías tanto en mi? —Porque tampoco tengo mas remedio que tomar el camino que emprendimos cuando llegaste a mi vida. —Soy un juguete entre dos perros de presa, Brad —no puedo evitar que mi tono suene a lamentación —. Sin quererlo te he dado el combustible ideal para pelear con tu padre pero si alguien sale perjudicado por eso seré yo. Se levanta del suelo y comienza a dar vueltas por la habitación como si estuviera en medio de una crisis de frustración. En medio de un descontrol de su sistema inmune. Como si sus hormonas estuvieran montado una fiesta en su conciencia. —¿Crees que estoy jugando contigo? –brama enfadado. He perdido mis fuerzas para pelear, para discutir o mostrar más completamente mi punto de vista. Estoy demasiado compungida como para eso. Y él está guapo a rabiar enfurecido dand paseos de aquí para allá, cosa que me hace preguntarme como evitaré no enamorarme de este hombre. —Creo que me beneficia nuestro acuerdo pero a ti más todavía. Y si somos sinceros, Brad eres un hombre adulto, en una edad sexual y cuando quieras ir a desfogar con otra yo me quedaré sola a merced de tu padre y de los cuchicheos por tus supieras infidelidades. —No te prometí amor eterno, Amy... —No es lo que estoy diciendo. —¿Entonces que es lo que estás sugiriendo que hagamos? Te recuerdo que ya no hay marcha atrás. Tenemos que encontrar un modo de seguir adelante por mucho que te haya asustado ver a mi padre. —Es que cuando yo acepté todo este acuerdo no contaba con él, entiende eso. Yo no sabía qué tendría a ese hombre a metros de mi y mi engañoso matrimonio. Nosotros no podremos demostrar que nos amamos y somos unidos porque... Mis palabras saltan por un vacío profundo cuando él viene hasta mi, me tira en la cama y se pone sobre mi para avasallar mi boca con la suya entre gemidos que surgen voluntarios y kamikazes de mi boca, muriendo en los jadeos de la suya en mitad de una fiesta de manos creadoras de inesperadas caricias por nuestros cuerpos entrelazados sobre las sábanas de la cama.Capítulo seis. ¿Y si te beso ahora que pasa?— — — — Narra Amy — — — ——Tienes razón —jadea en mi boca y me pones las manos contra la cama por encima de mi cabeza —, soy un hombre muy sexual y te deseo, eres preciosa, mi mujer y exquisita pero eso no significa que no quiera involucrarme contigo para evitar sentimientos indeseados. Respondiendo a tu interrogante no hace falta que disimulemos caricias —me roza la nariz con la suya —, es evidente que podemos hacerlo de manera natural. Lo importante es no enamorarse y hacer un buen equipo para que ni tu estés en riesgo ni yo pierda mi estatus. ¿Estamos de acuerdo?Asiento sin decir nada porque sé que si dijera algo jadearía su nombre, eso sería lo único que podría decir. A pesar de estar un poco en shock por lo que he oído, por lo que ha dicho y por lo qgente visto, no puedo negarme a aceptar. No tengo otro remedio, ni siquera sé por qué pregunta.Todo a mi alrededor parece no existir por la fija mirada que me dedica mi esposo impostado
Capítulo uno. Novia a la fuga.— — — — Narra Amy — — — — Ese día yo sentía a medida que avanzaban los minutos y las horas, que se acercaba mi final. Podía sentir en lo más profundo de mi que ya no podía seguir dando tiempo a un tiempo que se agotaba cada vez más. Mi padre, ese maldito sin corazón pretendía que me casara con un desconocido y anciano repugnante. Solo de ver la forma en que me miraba, como sus ojos aprecian desvestir mi cuerpo dentro de su mugrosa mente me daba nauseas. Siempre que venía a la casa me dejaban a solas con él. A solas para que deslizara su dedo índice con aquella uña larga repugnante por mi espalda desnuda. Cabe decir que papá me obligaba a vestir con la ropa que él pedía. Arthur Aramendi me hablaba tan cerca que podía oler su aliento de cognac y puros cubanos. Nunca podré olvidar eso. Y ahí estaba ese día gris y lluvioso, vestida de novia con él a mi lado esperando un sí quiero que no quería en absoluto y un alcalde aguardando mi decisión para converti
Capítulo dos. El novio es mi padre — — — — Narra Amy — — — —Sus palabras habían silenciado más mías. No podía entender que semejante hombre tuviera que obligar a una mujer a prometerme con él. Cualquiera se querría casar con un tipo así que además de lo carnal, se veía que tenía poder y dinero y una personalidad avasalladora. Era un ideal masculino en toda la regla. La parte caballerosa mezclada en perfecta sincronía con la canalla y oscura. Sus ráfagas poderosos así lo hacían ver y no entendía cómo estaba exigiendo algo que debía tener a sus pies voluntariamente y en más de una ocasión. Más de una mujer, incluso más de un hombre podían querer ser suyos, sin compromisos incluso. —Aunque no lo entiendo tengo que aceptar —dije segura de que no tenía opción y menos aún sin documentos para irme del país —, seré tu prometida per necesito que me dejes trabajar para hacer el dinero de poder reírme cuando nuestro acuerdo acabe. Por favor —negó ante mi súplica. —Tú único trabajo soy yo. De
Capítulo tres. Tenemos un trato.— — — — Narra Amy — — — —Poco a poco abro los ojos y un dolor de cabeza agobiante me taladra la sien. Huele a aceite quemado, a combustible... siento una presión en mi pecho y me obliga a mirar hacia abajo, ahí descubro que tengo el cinturón de seguridad encajado entre mis senos. ¡Dios, que dolor!Echo una mirada a mi alrededor y me tropiezo con Brad aferrando el volante y completamente inconsciente. —¡Maldición, ¿Brad...?!Chilló cuando veo que no consigo soltarme para ayudarle, sigue desmayado. Tomo una profunda respiración y tiro de mi cinturón fuerte. Consigo despegarlo de mi y lanzó otro alarido, me ha provocado una herida de quemadura por rozamiento. -¡¿Brad?! No tengo tiempo para mi. Con el aliento entrecortado salto a su posición y le quito el suyo. Por suerte el coche ha caído derecho y no estamos de cabeza.El olor a combustible empieza a ser insoportable unido a una línea del mismo que puedo visualizar mientras intento abrir la puerta de
Capítulo cuatro. Te la quité papá.— — — — Narra Amy — — — —Creo que no nos habíamos recuperado del accidente todavía cuando ya nos estábamos casando.Brad es de esos hombres que ni pide permiso ni disculpas, simplemente hace lo que considera y eso aunque no me incluía a mi, sí lo hacía con su familia.Es el mayor de tres hermanos, ellos dos y una chica cuyas edades aún no superan la adolescencia por lo tanto es quien controla la empresa de la familia en disputa con su padre.Supe minutos antes de firmar ese contrato de matrimonio que llevan distintos apellidos porque usa el de su madre, no soporta a Arthur y nunca lo ha hecho entonces por eso no coincidían los apellidos cuando los conocí. Ese día después de firmar, nos fuimos nuevamente a su casa, la de su faamilia, esa en la que en algún momento viviría pero entonces lo sentía tan lejano que me atrevía a hacer cábalas en mi mente de que todo saldría bien.Él por si parte, al odiar a su padre anunció delante de todos pero mirando d