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4.Te la quité papá

Capítulo cuatro. Te la quité papá.

— — — — Narra Amy — — — —

Creo que no nos habíamos recuperado del accidente todavía cuando ya nos estábamos casando.

Brad es de esos hombres que ni pide permiso ni disculpas, simplemente hace lo que considera y eso aunque no me incluía a mi, sí lo hacía con su familia.

Es el mayor de tres hermanos, ellos dos y una chica cuyas edades aún no superan la adolescencia por lo tanto es quien controla la empresa de la familia en disputa con su padre.

Supe minutos antes de firmar ese contrato de matrimonio que llevan distintos apellidos porque usa el de su madre, no soporta a Arthur y nunca lo ha hecho entonces por eso no coincidían los apellidos cuando los conocí.

Ese día después de firmar, nos fuimos nuevamente a su casa, la de su faamilia, esa en la que en algún momento viviría pero entonces lo sentía tan lejano que me atrevía a hacer cábalas en mi mente de que todo saldría bien.

Él por si parte, al odiar a su padre anunció delante de todos pero mirando directamente a los ojos de este que nos habíamos  casado con  y que me había dado la mitad de sus acciones en los negocios de la familia. Nadie dijo nada pero pude ver la rabia en los ojos de Arthur y cierta diversión en los de su madre. Para los chicos no parecía importar en absoluto.

Mientras pasábamos al comedor a pesar de que voy delante de ambos, oigo y soy perfectamente consciente de que Arthur se acerca y le dice bajito que sabe que fue él quien le robó la novia en el juzgado, que vió su coche y que aunque no dirá nada para su propia venganza, promete arrancarme de sus brazos y pronto.

Mis nervios no hicieron más que ir a por y fue entonces que mi recién declarado marido me toma por la cintura y le dice:

—Es algo más que nunca podrás quitarme —me besa el cuello y aunque no me tranquiliza me siento a salvo de una forma extraña —. Ella es mía y te apuesto lo que quieras que jamás dejará de serlo. Como bien has dicho te la quité y no tienes ni idea de nada. Das mucha pena.

A pesar de que esas palabras eran una forma de herirme indirectamente y me hacían sentir utilizada para un enfrentamiento entre ambos hombres, yo sentía que el estar del lado de Brad me daba cierto poder y no podía no aferrarme a eso. El poder era tan simple como enorme de poder huir de Arthur sin que pudiera detenerme. Sí, era presa de un hombre pero no de una bestia, ahí hallaba yo la diferencia o así quería hacerlo para sentirme menos miserable.

—Aunque no entiendo por qué me has privado de estar presente en tu boda respeto que las ansias hayan sido razón de peso para hacerlo —oí atentamente a su madre y me gustó ver que me miraba a los ojos al hablar a mi también  hacía mucho no sentía ese respeto por nadie —; pero solo les pido que me dejen hacer una fiesta de matrimonio para nuestros amigos, Brad sabes lo importante que es que los del gremio sepan que estás casado y el abuelo está cada día más enfermo, esto le podría hacer feliz. Lo sabes bien.

Brad me había explicado que su abuelo era aún el pilar de la familia y que por él era que la familia debía pasar tiempo en la mansión común y que el casarse era importante. Para el abuelo Lancaster dejar su patrimonio en manos de Arthur era peor que morir. La alegría que juraba su hija que se llevaría al saber que ya una vez casado Brad todo era en esencia para su familia no podía sino hacerle bien.

Era una apuesta por la vida del abuelo y por el futuro. Pero en mi caso era más complicado que eso.

La sola idea de estar cerca de Arthur era deleznable y me dieron náuseas. Me excusé para ir al baño y al salir mi vida se volvió una ruleta rusa.

—Aquí estás pequeña puta —me tomó del cuello y me empujó contra una pared —. Sabía que llegaría el momento de tenerte cerca y no puedo contar las horas sin salivar para que llegue la hora de que vivas aquí.

—O me sueltas o grito.

—Vas a gritar mucho si cuando te arranque la ropa en la ducha y mi hijo esté trabajando —sentía su aliento apestoso contra mi boca y su miembro endurecerse en mi vientre —. Estarás más dispuesta cuando te muestre de lo que soy capaz y lo equivocada que has estado al venir a mi familia y mi propia casa.

Cuando sentí una de sus manos bajando por mi vientre e imaginé el final de la ruta me dispuse a gritarle a Brad pero fue demasiado tarde. Solo pude oír:

—¡Suéltala ahora mismo...!

No puedo negar que me vino el alma al cuerpo pero lo que pasó a continuación fue mucho peor... yo estaba empezando a vivir mi peor pesadilla esa misma noche y no fui tan consciente de ellos hasta segundos después de sentir lo que sentí entre mis piernas del hombre que me sometía frente a mi propio esposo.

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