—Pero, ¿por qué me dices esto a mí, Riccardo? —cuestionó haciéndose el desentendido, se rascó la nuca —. No estoy comprendiendo. —Tiziano, no lo sigas negando, no continúes haciéndolo —pidió sin denotar brusquedad, tampoco rastro de enojo en la voz. El aludido empezó a tener dificultad para tener contacto visual —. ¿Ha sido ella la que ideó todo? —No, Riccardo. Yo le ofrecí mi ayuda —dijo, admitiendo al final que alojó a su hijastra. En realidad Ariadna le pidió ayuda, y por alguna razón sintió que debía meter la mano al fuego por ella —. Sé que no ponerte al corriente y mantenerlo en secreto, me deja en una pésima posición. Pero mi única intención ha sido que Ariadna esté cómoda. Su relación con Evangelini no es la mejor, eso me ha dicho, y yo decidí darle apoyo económico. —¿Por qué te has convertido en un benefactor con ella? Tragó duro. No iba a decirle que había sexo en medio. —Me interesa Ariadna. Y quiero lo mejor para ella. —No lo puedo creer —sacudió la cabeza en negaci
Al anochecer, prepararon la cena juntos. Escasas veces aquello ocurría, y sentir más cercano a Tiziano a la joven le resultaba inexplicablemente emocionante, contradicción y más. Era un revoltijo emocional que no podía evitar. Sabía que solo estaba allí porque no soportaba otro minuto más bajo el mismo techo que su madre molesta. No se le olvidaba que seguía en el mismo piso que Tiziano por una sola razón: intereses en medio. Él quería aventura, ella un lugar lejos de la bruja de su progenitora. Pero la manera de verlo estaba cambiando, y por algún motivo sintió que a él también le ocurría lo mismo. Cuando la miraba la electricidad la cruzaba como una serpiente. Era una descarga eléctrica que le daba miedo al tiempo que un extraño empujón a lo desconocido. —¿Quieres salir mañana? Pienso tomarme el día, es cierto que hay mucho trabajo en el hospital, pero alguien más puede ocupar mi lugar. ¿Te parece? —propuso dándole una explicación concisa co
Un paseo esporádico, inesperado e inolvidable ocurrió. De pronto estaban allí bajo la brisa marítima, el sol calentado sus pieles. El ambiente siciliano era espectacular, un balanceo, rozando el punto medio. Le encantó la elección de Tiziano, aunque admitía sorprenderle que estuvieran allí. Parecía un sueño. La última vez que estuvo en Italia, fue con su familia, ahora estaba junto a él, la última persona con la que alguna vez fantaseo estar en el hermoso país. Sentir la arena bajo sus pies, el vuelo de su cabello, era una sensación inigualable, le agradaba de pronto y con demasía la naturalidad del sitio. Todo parecía envolverla y renovarle el alma. ¿Qué rayos, qué hechizo le hacía ese apuesto hombre a su lado? No vagó en repuestas, las dejó en la interrogante o no podría disfrutar del momento. Lo único que debía de importarle es pasarla bien. Eso sí que era un buen comienzo para iniciar de cero y en serio, nada de tratos o relaciones con intereses en medio. Solo esperaba no enamor
Al salir de la ducha lo encontró vestido impecable de los pies a la cabeza, tenía un traje negro elegante en cambio ella solo tenía una toalla en forma de turbante sobre la cabeza y la toalla de pecho a dos centímetros sobre sus rodillas. ¿A dónde rayos iba tan elegante?Al ver que lo estudiaba, se apresuró a decir. —Antes de que hagas preguntas, sí, iremos a cenar. Está cerca el restaurante, pensé en comer aquí mismo, pero quiero ir a otro sitio. Y aquí tienes un hermoso vestido, sé que no empacaste nada parecido —explicó dejándola sorprendida. ¿Cómo pudo pensar en todo eso? —Bien, no creí que fueras tan detallista, gracias. ¿Puedo saber a dónde iremos? —inquirió curiosa.—Quiero que sea una sorpresa. —Por favor, por favor…—No, te espero afuera, vístete tranquila. Ah, también he dejado calzado y accesorios —le guiñó un ojo antes de salirse y dejarla a solas. Con un remolino de emociones en el pecho s
Tiziano al no verla, tuvo una fuerte corazonada, fue con la policía local y le informó la extraña desaparición de la joven. En principio la policía creyó que este tendría que ver con el posible rapto y que estaba fingiendo preocupación para hacer creíble el secuestro. Sin embargo, a medida que pasaban las horas y no se veía la solución, estos sabían que el italiano no tenía nada que ver. Así que quedó descartado y decidieron encarar la situación con mayor seriedad.Iban a buscarla por todos lados, por cada rincón de la ciudad de forma inmediata, esto porque Tiziano insistió al respecto, ya que como de costumbre se debía de esperar setenta y dos horas antes de proceder. Se desplegaron por todo el territorio, Tiziano acompañó a uno de ellos, incluso si estos se lo negaron y que debía de esperar en el hotel por su seguridad. Pero el doctor no se dio por vencido, iba a mover cielo y tierra por encontrarla. Sentía pavor de que Vico la tuviera, e irremediablemente las p
—Shhh —le puso un dedo en los labios, se le cortó la respiración —. Date la vuelta y deja que mire tu hermoso cuerpo, cariño…¿Cariño? Eso era una burla, un golpe, se giró porque no tenía que otra cosa hacer. Y apretó los ojos fuertemente. No los abrió, se quedó así, tragando varias veces para deshacer el amarre que se formó en su garganta. El toqueteo empezó desde su trasero, descendió en una hilera lenta a través de su dorsal lo que le provocó un escalofríos eterno y despiadado. Vico pegó su bulto contra ella, sentirlo así le paró el corazón. Ese idiota estaba excitado a su costa, lo que le dio asco, una repulsión que llegó hasta su garganta. No vomitó, hacerlo pudo haberle traído peores consecuencias.No tomaría ese riesgo. Eso no. —Te haré cosas que ni te imaginas, y no quiero objeciones, que grites, porque seré inflexible —declaró, hablaba en serio, ella no se atrevería a hacer lo contrario. —No me hagas daño, solo no me hagas daño —susurró
El alba no se asomó por la ventana, la luz blanca que se ve al final, el túnel final, no, nada de es pasó. Estaba viva, era un milagro, una maldición también, porque seguir respirando significaba que el dolor, la opresión y el miedo no se acababan, no le daban tregua. Estaba boca abajo, de pies atados, lo que le pareció unos grilletes causando aprehensión en sus tobillos. El metal estaba demasiado apretado como para no moverse, ni siquiera un solo milímetro, si lo hacía además de causar el molesto y oscuro tintineo, le dolía, ardía un infierno. El escozor no disminuía, al contrario, con el paso de los minutos incrementó de manera desmesurada. No podía hacer nada al respecto, ni encontrar alivio en algo. Su cuerpo estaba como si pasó por una máquina trituradora y luego un robusto hombre la golpeó hasta aburrirse. Su espalda era el peor de los escenarios, sentía dolor, además de que las heridas se deslizaban a través de sus piernas. Se sentía falta, y no era para m
Cuando le contó aquella vez sobre su hermano y le admitió que no era bueno con detalles, se asustó, pero no imaginó que todo fuera así a recrudecer. Nunca atravesó su cabeza la idea de que días después él la tendría. Tal vez debió de andar con mil ojos y desde luego que fue pésima idea ir a Italia. ¿Es que Tiziano no sabía que su sicópata hermano residía ahí? A sabiendas de ello habría evitado el viaje, seguiría sana y salva en los Estados Unidos, quizá en una cita con él. ¿Cómo pudo permitir que las cosas llegaran tan lejos? Ya no estaba segura de que al lado del doctor era su lugar. Se sentía insegura, aún si saliera de todo eso, nadie prometía un mejor porvenir a la par de ese hombre que en realidad no conocía completamente. ¿La estaría buscando? No sabía a ciencia cierta si un hombre como él, con quién no tenía exactamente un principio serio, perdiera el tiempo buscándola. ¿O si estaba en busca de ella?¿Sería capaz de mover