Se disculpó con Mancini por no avisarle su ida del Antro. Aunque el abogado en respuesta se mostró como si nada, asegurando que hasta olvidó que había ido con él, en cuanto una encantadora compañía le dio el mejor polvo casual de su vida.-Quiero pedirte un favor.-Te escucho.-Hay una amiga que… digamos que necesita estudiar en la universidad, no tiene cómo cubrir los gastos. Pero me he ofrecido en ayudarle…-Detente, ¿una amiga, Tiziano? Es la mentira más grande que te he escuchado decir -acusó con burla -. No eres tan samaritano, algo le estás pidiendo a cambio, y no es tu amiga. ¿cierto?Se quedó callado, a Luca nada se le escapaba nada, tampoco era capaz de mentirle a su amigo.-No, me has pillado. Pero si la quiero ayudar.-¿A cambio de… -lo incitó a seguir.-Sexo -soltó sin contención.La risa no tardó en llegar, al otro lado de la línea.-Me lo imaginé, ¿cómo se llama, cuántos años tiene, la conozco?-Para con tu interrogatorio. Es mayor de edad, no la conoces y se llama Ariad
Tiziano volvió al piso. El asunto de Vico no salía de su cabeza. ¿Cómo es que podía ser tan maquiavélico? La maldad le corría por las venas, pero él no era nada parecido a su hermanito. Aunque compartían el mismo ADN, no el mismo peligro. Se había dejado forjar de la peor manera por Pietro. Menos mal no se hizo tarde para él, pudiendo escapar al final. Había sido un día largo, por ende, agotador. Se acordó de la griega en cuanto empezó a subir los peldaños. Conducido por la idea de verla a la espera, gruñó porque no tenía energías para darle el merecido castigo; después de todo lo habían acordado así, fue directo a su habitación. Se introdujo en el interior, encontrando a la joven profundamente dormida en la cama. Sonrió, no sabía por qué, pero lo hizo de una forma tonta que ni su persona le puso reparo. Se acercó a su cuerpecito ocupando una pequeña parte de su cama. De cerca notó el ligero maquillaje que se había aplicado, que debajo de aquel camisón no había rastro de ropa inte
Cuando llegó al piso se sintió abrumado. Intentó llamar a Luca. Cuatro veces la operadora lo envió al buzón de llamadas.—¿Tiziano? ¿Eres tú? —su voz suave que inquiría logró quitarle la tensión que se agolpó en su cuerpo.¿Cómo es que poseía el poder de traer paz?La encontró enfundada en un vestido holgado de tirantes, venía descalza. En su mano derecha traía un tarro de helado, se le pareció a una niña pequeña. Tan dulce y tan provocadora a la vez.—He llegado hace un momento.—No me di cuenta, espero que no te moleste que esté comiéndome este delicioso helado.—¿Por qué lo estaría?—No lo sé, es tuyo.Sonrió en respuesta.Ariadna avanzó hasta sentarse a su lado, le tendió una cuchara con helado.—Abre la boca, Tiziano —susurró y, como si fuera un niño obedeció sin rechistar.—Umm, no es mi favorito pero no está mal.—¿Qué? —lo miró sorprendida —. Debes de estar loco. ¿Por qué lo compras entonces?—Antes no lo hacía, y supuse que te gustaría, así que ahora lo compro. —explicó.—Ya
—Pero, ¿por qué me dices esto a mí, Riccardo? —cuestionó haciéndose el desentendido, se rascó la nuca —. No estoy comprendiendo. —Tiziano, no lo sigas negando, no continúes haciéndolo —pidió sin denotar brusquedad, tampoco rastro de enojo en la voz. El aludido empezó a tener dificultad para tener contacto visual —. ¿Ha sido ella la que ideó todo? —No, Riccardo. Yo le ofrecí mi ayuda —dijo, admitiendo al final que alojó a su hijastra. En realidad Ariadna le pidió ayuda, y por alguna razón sintió que debía meter la mano al fuego por ella —. Sé que no ponerte al corriente y mantenerlo en secreto, me deja en una pésima posición. Pero mi única intención ha sido que Ariadna esté cómoda. Su relación con Evangelini no es la mejor, eso me ha dicho, y yo decidí darle apoyo económico. —¿Por qué te has convertido en un benefactor con ella? Tragó duro. No iba a decirle que había sexo en medio. —Me interesa Ariadna. Y quiero lo mejor para ella. —No lo puedo creer —sacudió la cabeza en negaci
Al anochecer, prepararon la cena juntos. Escasas veces aquello ocurría, y sentir más cercano a Tiziano a la joven le resultaba inexplicablemente emocionante, contradicción y más. Era un revoltijo emocional que no podía evitar. Sabía que solo estaba allí porque no soportaba otro minuto más bajo el mismo techo que su madre molesta. No se le olvidaba que seguía en el mismo piso que Tiziano por una sola razón: intereses en medio. Él quería aventura, ella un lugar lejos de la bruja de su progenitora. Pero la manera de verlo estaba cambiando, y por algún motivo sintió que a él también le ocurría lo mismo. Cuando la miraba la electricidad la cruzaba como una serpiente. Era una descarga eléctrica que le daba miedo al tiempo que un extraño empujón a lo desconocido. —¿Quieres salir mañana? Pienso tomarme el día, es cierto que hay mucho trabajo en el hospital, pero alguien más puede ocupar mi lugar. ¿Te parece? —propuso dándole una explicación concisa co
Un paseo esporádico, inesperado e inolvidable ocurrió. De pronto estaban allí bajo la brisa marítima, el sol calentado sus pieles. El ambiente siciliano era espectacular, un balanceo, rozando el punto medio. Le encantó la elección de Tiziano, aunque admitía sorprenderle que estuvieran allí. Parecía un sueño. La última vez que estuvo en Italia, fue con su familia, ahora estaba junto a él, la última persona con la que alguna vez fantaseo estar en el hermoso país. Sentir la arena bajo sus pies, el vuelo de su cabello, era una sensación inigualable, le agradaba de pronto y con demasía la naturalidad del sitio. Todo parecía envolverla y renovarle el alma. ¿Qué rayos, qué hechizo le hacía ese apuesto hombre a su lado? No vagó en repuestas, las dejó en la interrogante o no podría disfrutar del momento. Lo único que debía de importarle es pasarla bien. Eso sí que era un buen comienzo para iniciar de cero y en serio, nada de tratos o relaciones con intereses en medio. Solo esperaba no enamor
Al salir de la ducha lo encontró vestido impecable de los pies a la cabeza, tenía un traje negro elegante en cambio ella solo tenía una toalla en forma de turbante sobre la cabeza y la toalla de pecho a dos centímetros sobre sus rodillas. ¿A dónde rayos iba tan elegante?Al ver que lo estudiaba, se apresuró a decir. —Antes de que hagas preguntas, sí, iremos a cenar. Está cerca el restaurante, pensé en comer aquí mismo, pero quiero ir a otro sitio. Y aquí tienes un hermoso vestido, sé que no empacaste nada parecido —explicó dejándola sorprendida. ¿Cómo pudo pensar en todo eso? —Bien, no creí que fueras tan detallista, gracias. ¿Puedo saber a dónde iremos? —inquirió curiosa.—Quiero que sea una sorpresa. —Por favor, por favor…—No, te espero afuera, vístete tranquila. Ah, también he dejado calzado y accesorios —le guiñó un ojo antes de salirse y dejarla a solas. Con un remolino de emociones en el pecho s
Tiziano al no verla, tuvo una fuerte corazonada, fue con la policía local y le informó la extraña desaparición de la joven. En principio la policía creyó que este tendría que ver con el posible rapto y que estaba fingiendo preocupación para hacer creíble el secuestro. Sin embargo, a medida que pasaban las horas y no se veía la solución, estos sabían que el italiano no tenía nada que ver. Así que quedó descartado y decidieron encarar la situación con mayor seriedad.Iban a buscarla por todos lados, por cada rincón de la ciudad de forma inmediata, esto porque Tiziano insistió al respecto, ya que como de costumbre se debía de esperar setenta y dos horas antes de proceder. Se desplegaron por todo el territorio, Tiziano acompañó a uno de ellos, incluso si estos se lo negaron y que debía de esperar en el hotel por su seguridad. Pero el doctor no se dio por vencido, iba a mover cielo y tierra por encontrarla. Sentía pavor de que Vico la tuviera, e irremediablemente las p