Capítulo catorce
Fin de la noche y confuso amanecer
—¿Me dejarás conducir algún día este hermoso auto? —le pregunto esperanzada mientras se acerca al coche.
—No —responde de inmediato.
—Anda, di que sí —dejo escapar una voz aguda de niña pequeña—. Porfis, porfis. Dale préstamelo, te juro que te lo cuido. Hasta que no me digas que me lo vas a prestar no voy a parar. Por fav...
—Ya entendí, ¿vale? —interrumpe mi perorata—. Te lo voy a prestar un día de estos, cuando no estés ebria.
En uno de mis arrebatos, me acerco y le doy un pico.
El me mira extrañado en tanto yo solo puedo esconderme en su pecho. Debo estar sonrojada y él lo único que hace es reírse.
—Creo que acabo de cambiar de opinión —alude—. Si quieres tomar, tengo todo un mini bar en mi casa y si no te basta, tienes barra abierta en los doce bares que me pertenec
Capítulo quince Como nunca antes me había sentido Mi respiración se atasca. Él no puede estar hablando en serio. Giro sobre mis pies para plantarle cara y... «Joder con el ruso» Me lo encuentro desnudo y sin una pizca de tela en su cuerpo. Mis ojos se abren de par en par como acto reflejo debido al asombro. Luego, suelto un jadeo al verlo tan cerca de mí y en esas condiciones. Me recreo en barrer con mis ojos los músculos bien definidos. No tiene un solo vello en él y un enorme tatuaje salta a la vista, el cual le recorrre la mano derecha y parte del pecho. ¿Para qué negarlo? Me encanta. Es una jodida obra de arte. Voy bajando la vista y me tropiezo con esa adorada tableta
Capítulo dieciséisLa pregunta del jefeEl ruso tenía razón, en cada paso que doy siento una punzada en mi zona baja. Pero la verdad es que valió la pena. Pasé una de las mejores noches de mi vida. Me sentí amada, querida, extasiada de placer, me sentí plena.El ruso se está clavando profundo en mi ser, hace apenas unos minutos que lo dejé de ver y ya lo echo de menos.¿Cómo es posible? Solo conozco hace tres días.Entro en la empresa con la mejor de mis sonrisas, todos se quedan mirándome y al parecer mis suplicas del viernes no fueron escuchadas, pues soy la comidilla de toda la empresa.Me planto en recepción y saludo a mi loca y des
Capítulo diecisieteUn virus de nueve mesesMe quedo muda, no sé por qué me hace esa pregunta y sobre todo, por qué se ha puesto tan serio de pronto.—No tenemos nada señor. ¿ Por qué la pregunta? —lo interrogo.—El viernes él te trajo a la empresa y por los pasillos se comenta que también te vino a buscar —responde sin reparos—. Por eso mi pregunta, porque sólo hay dos razones por las que Alexandre Ivanov se tomaría la molestia de traer y llevar a una mujer. Una es porque se la quiere tirar y la otra, porque está buscando información. ¿ Cuál de la dos busca contigo, Vanessa?El tono acusatorio resulta más que evidente.Me quedo aún más pasmada que antes. Me impresiona todo esto.¿Será que todo fue un juego?¿S&oac
Capítulo dieciochoLa fiesta de cumpleañosMe despierto un poco desorientada. Mirando a mi alrededor, logro apreciar una habitación de un blanco impoluto con una máquina que no deja de reproducir mis latidos. Al parecer estoy en un hospital.Al principio no recuerdo qué me ha traído aquí, pero poco a poco van llegando los sucesos a mi mente en forma de flashes. Por instinto me toco el vientre y miles de sensaciones vienen a mí, ligada a las sensaciones que me causa su padre. Porque estoy segura que es de Alexadre, ya que con Tony siempre usábamos protección y la verdad es que nuestra vida sexual era prácticamente nula en los últimos tiempos.Un médico entra a la habitación por lo que le presto atención a sus preguntas. Cuando se da cuenta que todo está bien, me dice algo que me causa
Capítulo diecinueve Me voy a casar —Paren, por favor, paren —intento detenerlos. Sin embargo, ellos continúan dándose golpes y yo no se que más hacer sino correr a pedir ayuda a la primera persona que encuentro. El desconocido llama a un amigo para que lo ayude. Ambos me siguen corriendo hacia donde están las dos bestias que aún se están peleando. Los dos hombres los separan y yo me meto en el medio. —¡Jodido neandertal, para ya! —le grito a Alexandre—. Y tú también, Robert. ¿Qué leches creen que hacen?—los fulmino a ambos con la mirada—. Tú estás casado —señalo a mi jefe con mi dedo índice—. Lamento si algún día te di esperanzas, pero solo te admiro mucho. Eres un excelente hombre y un magnífico jefe, nada más. Y lo siento, pero no te puedo corresponder. Me quedo hiperventilando por la falta de pausas.
Capítulo veinte La mejor luna de miel y el peor final —Lo siento —se disculpa mi mejor amiga—, quería hacer esto desde que me dijiste que te ibas a casar. No se preocupen, sigan con la boda. Sí, fue ella quien dijo que se oponía. En serio, a veces me dan ganas de matarla. Incluso vino con un vestido negro diciendo que era en representación de mi soltería que había muerto. Todos se echan a reír por su locura exc
Capítulo veintiuno Exasperante silencio Salgo del despacho igual a como llegué. Sin embargo, a medio camino un mareo me aturde y todo mi cuerpo se desestabiliza. Me aguanto de las barandas de las escaleras, pero no consigo sostenerme y siento que voy a caer por ellas. Ya veo la caída venir y el pánico se apodera de mis sentidos. Pongo mis manos en mi vientre para protegerlo de los posibles impactos, pero el ruso llega primero y detiene la caída a tiempo. Me gira para comprobar mi estado y en el preciso instante en el que clava sus ojos azules en los míos, me desvanezco en sus brazos. Despierto al oír voces a mi alrededor, me remuevo y puedo sentir algo conectado a mi brazo izquierdo. Abro los ojos con extrema lentitud para acostumbrarlos a la claridad. No obstante, me desconcierta ver que todo está oscuro. —Ya despertó —escucho una voz que no reconozco.
Capítulo veintidós Confesiones Me quedo impactada. Jamás pensé que el canto diera fruto. —Pero no hoy —agrega con rapidez y me