Pronto le trajeron el desayuno, al tiempo que Mariano entraba cargando cafés, panecillos y el periódico.
—Buenos días, ¿cómo durmieron? —indagaba curioso mientras me entregaba un café y me besaba ambas mejillas. Se acercó a Dan y le dio la mano y el periódico.
—Muy bien, ¿y tú? —reconoció mi adonis mientras buscaba la página de negocios.
—Bien. ¿Y tú preciosa, has podido descansar algo?
—Sí, de maravilla cielo. ¿Y mi hermana?
—Se fue a la universidad, dijo que luego pasaría. Xander te manda su cariño —sonreí gustosa en agradecimiento, sabía que ambos lo cuidaban de maravilla. Aproveché que los hombres se internaron en una conversación sobre asuntos que tenían juntos y respondí e-mails y mensajes pendientes. Lautaro llegó y me entregó la orden de restricción y con una mirada suplicante le pedí a Dante que la firmara, y él acepto.
Antes del mediodía el enfermero vino a buscar a Dan para llevarlo a hacerse estudios y aproveché para bajar a almorzar. Comí algo ligero y volví a la habitación, allí estaba Manuel junto a Paloma.
—Hola cariño. ¿Cómo te encuentras? —inquirió la cálida voz de mi suegro mientras me estrechaba en brazos y besaba. Le devolví la muestra de cariño con gusto.
—Muy bien ¿Y ustedes? —indagué mientras saludaba a mi suegra.
—Mucho mejor por suerte. ¿Dónde se encuentra Dan? —apuntó Paloma.
—Lo han llevado a realizarse estudios, si todo está bien, quizás mañana podamos marcharnos.
—Eso es una gran noticia. ¡Qué alegría! —el alivio en la voz de Manuel era notorio. Lo peor había pasado y ya todos estábamos más relajados.
Cuando Dante volvió, enseguida pidió un resumen de lo que estaba pasando en la empresa, a su padre, que se mostró más que dispuesto a ponerlo al tanto y entregarle distintos papeles para que mirara y firmara. Aproveché el tiempo para conocer un poco más a su madre, ya que no había tenido mucha oportunidad de hacerlo. Era una mujer muy cálida y bastante tímida, algo extraño en una actriz, pero intuía que tenía más que ver con la lejanía de su familia que con su personalidad. Me comentó que estaba por comenzar una obra nueva, que se estaba dedicando al teatro y que era su pasión. Le prometí que iríamos a verla en algún momento y sus ojos se llenaron de lágrimas ante la promesa de retomar el vínculo con su hijo mayor. Sabía que no estaba bien que me entrometiera, pero también tenía en claro que por testarudo luego podría arrepentirse, como me había pasado a mí. Y no quería que él tuviera que vivir lo mismo que yo. Así que estaba dispuesta a interceder en su relación, pero lo haría lento, para no abrumarlo.
Félix llegó cerca de la medianoche. Solo estábamos los dos.
—Buenas noches señor Navarro, señorita Lexy.
—Buenas noches Félix. ¿Has podido recuperar el sueño? —cuestioné.
—Sí señorita, el descanso me vino de maravilla. ¿Cómo se encuentra señor?
—Mucho mejor Félix, gracias. ¿Alguna novedad?
—Nada señor. Y en la casa todo está tranquilo. Marga le envía esto y su cariño —le entregó un paquete, su ama de llaves le había preparado unos bocadillos, y eso me llenó de ternura.
—Mándale mi cariño y agradécele.
—Por supuesto señor. Señorita aquí está el video que me pidió —tomé el iPad que me ofrecía y vi el video con detenimiento. Efectivamente, no se le veía la cara e iba bien cubierto para que fuera difícil reconocer si se trataba de una mujer o un hombre, pero soy fotógrafa y muy detallista, así que inmediatamente noté algo peculiar. Sus manos. Claramente se trataba de una mujer con una manicura francesa.
—Es una mujer, mira sus manos, lleva una manicura —le mostré a Dante lo que estaba viendo.
—Eres increíble cariño. Jamás lo habría notado.
—La mirada de una mujer es diferente nene.
—Félix, llama al comisario y ponlo al corriente.
—Enseguida señor —salió de la habitación y yo me senté en la cama a mimar a mi hombre herido.
—Debes descansar cariño —le recordé mientras pasaba mis dedos por su pelo y besaba dulcemente su cuello.
—¿Tampoco me harás caso hoy? —preguntaba con voz mandona mientras acariciaba mi espalda.
—¿De qué estás hablando?
—Quisiera que fueras a descansar al departamento Lex, no tiene sentido…
—Ya calla nene, no me iré —interrumpí de inmediato. Tomó mi cabello con su mano, mi cabeza voló hacia atrás y me besó con pasión y posesión. Me alejé antes de que fuera demasiado tarde para detenerme. Y él sonrió con malicia. Me recosté inquieta, estaba excitada y me costaba conciliar el sueño. Finalmente, el cansancio me ganó y me dormí.
El sábado por la mañana el médico le dio el alta, luego de revisarlo una vez más. Me dio instrucciones precisas de cómo curar sus heridas y también respetar los horarios de la medicación. Tomé nota de todo. También me advirtió que, si sufría de mareos, vómitos o migraña intensa, debía traerlo de vuelta. Preparamos las cosas y Franco, uno de los nuevos custodios, subió todo al auto. El camillero vino a buscar a Dante con una silla de ruedas, por supuesto no se subió sin pelear, pero eran reglas del hospital.
Al salir hablé con el oficial que custodiaba la entrada y le expliqué que ya podía marcharse, que yo llamaría al comisario para ponerlo al tanto.
—Hay mucha prensa esperando en la puerta señor Navarro —dijo Franco cuando se nos unió en la entrada.
—Bien, trae el auto lo más cerca que puedas y pídele al guardia que los aleje —manifestó Dan.
—Cariño, me gustaría cuidarte hasta que te encuentres mejor. Si no te molesta —pedí con nerviosismo.
—Lo siento nena, había supuesto que vendrías conmigo y ni siquiera te lo pregunté.
—Es lo que me gustaría, sino te importa, claro.
—Nada me gustaría más.
—Vale, iré a casa por mis cosas y recogeré a Xander, te veo en tu casa al rato.
—¿Quieres que Franco te lleve?
—No cariño, tengo mi auto. Tú ve y descansa, ya te alcanzo luego —me despedí con un beso en los labios y salí antes para evitar que los fotógrafos lo vean a él. Y funcionó, comenzaron a perseguirme y hacerme preguntas que ignoré con gran habilidad. Me monté al carro y salí rumbo a mi piso.
Al llegar, tomé una rápida ducha, busqué un cómodo mono en color piel y unos zapatos de taco de corcho en coral. Metí ropa en una maleta de mano y mi neceser. Recogí las cosas de Xander y mi bolso de la universidad, junto a mi portátil y la cámara. Y me fui. Pasé por el apartamento de Mariano y Ari a recoger a mi pequeño que me recibió con mucha alegría, como lo hacía siempre que estábamos separados unos días. Me despedí de Ari agradeciéndole por haberlo cuidado y quedamos en que luego pasaría por la casa de Dan a ver como seguía.
Hice una breve parada en un sex shop local y compré unas cuántas cosas que necesitaría. Estaba decidida a sorprender a Dante.
Llegué a su edificio en Salamanca, estacioné el carro y bajé las cosas. Xander me siguió de inmediato. Marqué el último piso y sentí un nudo en el estómago, era la primera vez que volvía luego de nuestra separación.Ni bien se abrieron las puertas del ascensor Félix estaba esperándome. —Bienvenida de vuelta señorita Lexy. Es una alegría tenerla.—Gracias Félix —le devolví una cálida sonrisa. Tomó las cosas y las metió a la casa. Entré tímidamente y se escuchaban murmullos. Xander corrió en busca de Dante y lo encontró en la sala rodeado de su familia. Enseguida dio un salto sobre él y comenzó a lamerlo de forma desesperada.—¡Eres un bruto grandulón! —lo regañó con cariño mientras acariciaba sus orejas y jugaba con sus mofletes
Un fuerte quejido me despertó abruptamente, salté instantáneamente de la cama aún algo aturdida por el sueño, miré a mi alrededor y pude ver a Dan tomándose el pecho con gesto de dolor, inmediatamente me incliné sobre el colchón.—Cariño ¿Qué ocurre? ¿Sientes dolor? —preguntaba nerviosa.—No es nada nena, tranquila, Xander saltó sobre mí y me despertó de golpe —miré hacia el otro extremo de la cama, y ahí estaba la pequeña bestia con ojos llenos de culpa y marcada preocupación. Sus orejas hacia atrás y su hocico abajo. Me llenó de ternura, aunque quería colgarlo.—¡Serás bestia Xander! Debes tener más cuidado.—Ya. Son solo sus muestras de cariño, no lo regañes. Ven grandulón —dijo mientras le extendía la man
Mandé un mensaje a Mariano y Ari, Caty y Salvador, Tomy y Caroline y a los amigos de Dan, pero solo Joaquín podía asistir esta vez. Me metí en la cocina y comencé a preparar los panqueques para los canelones y también el relleno de carne molida, verdura y salsas, cuando tuve todo listo me fui a tomar un baño. Elegí una pollera corta floreada en tonos azules con pequeñas tablas que le daban un volado juvenil y una musculosa ceñida en blanco con flores blancas que adornaban uno de los tirantes. Zapatos azules de tacón, me recogí el cabello y me maquillé suavemente. Al salir del baño Dan estaba sentado en el borde de la cama.—Te ves de maravilla nena. Qué suerte que me gusta que admiren lo que es mío, sino tendrías un problema.—El problema sería tuyo nene. Pues no tendrías más remedio que aguantártelo.&mda
Se sentó en el borde de la cama y abrió sus piernas para que yo me pusiera en medio, estiró su mano y le di la mía.—Eres un maldito, me has torturado toda la cena.—Lo sé nena.—Me las pagarás.—No, no lo haré, no funciona así y lo sabes.—Buscaré la forma de vengarme.—Entonces el castigo será mucho peor. ¿Eso quieres?—No —respondí haciendo puchero como una niña, cada vez me encabronaba más. Sonrió macabramente y se relamió el labio.—Que hermosa te ves así nena. Ni te lo imaginas.—Eres injusto.—Las relaciones D/s no son justas Lex, ya lo sabes —hice una mueca restándole importancia, me comportaba como una niña caprichosa y lo sabía, pero no podía evitarlo. Un duro azote estalló en mi na
La alarma sonó a las 7am, aún estaba en brazos de mi adonis, inspiré profundo y me desperecé.—No, quédate en la cama.—Debo levantarme cariño.—Solo unos minutos más, vamos —giré sobre mí, me puse encima de su pecho y besé sus labios dulcemente.—De acuerdo, al diablo la vida, mi hombre quiere que me quede con él —acarició mi pelo y volvió a besarme por un buen rato.—Vale, no quiero que sigas perdiendo más días por mi causa.—Ya no hay trato, aquí me quedo —respondí con una sonrisa.—¿Toda la vida?—Hasta mi último respiro —Xander interrumpió nuestros mimos matinales con su peculiar sentido inoportuno. Saltó sobre la cama y comenzó a ladrar impaciente— ¿Y tú que quieres? —el mov
Nos montamos al carro y luego de lidiar con el tráfico de Madrid finalmente llegamos al piso de Dante. Ni bien cruzamos el recibidor Xander se acercó a darnos la bienvenida.—Hola pequeño. ¿Cómo te has portado? —le acaricié las orejas. Mi madre acarició su cabeza y lo besó con dulzura. Nos metimos al despacho de Dan, y ahí estaba mi hermoso hombre acompañado por otro muchacho, se veía joven y nervioso, aún tenía cara de niño.—Hola nena, finalmente has llegado.—Hola cariño, mira lo que me encontré —le respondí mientras me acercaba a besarlo en los labios.—¡Amparo! Que buena sorpresa. ¿Cómo te encuentras?—Hola Dante. Muy bien, pero lo importante es… ¿cómo te encuentras tú?—Acá me ves, en perfecto estado. Nena, él
Luego de las clases Fran me llevó hasta el pequeño bistró italiano cerca de mi piso y ahí me encontré con mi madre y mi hermana.—Bonito auto —dijo Ari simulando que silbaba.—Ni me hables de eso.—Solo intenta cuidarte cielo, no se lo hagas tan difícil —me regañó mi madre. Y nos metimos al bistró. Ordenamos y charlamos todo el rato. Mi madre y Ari ultimaron detalles de la boda, mientras yo oía horrorizada, cada pequeño detalle de decoración.—Jamás me casaré, ya lo decidí —bromeé al respecto.—Sí lo harás, ya verás —contestó Ari burlona.—Definitivamente no. Demasiado tedioso trabajo.—Pero no hay nada más lindo que ver a tu marido esperándote en el altar Alex —replicó mi madre.—Paso. Se me
Me desperté excitada, mis propios gemidos me sobresaltaron. Abrí los ojos y miré alrededor confusa. Estábamos en la habitación. Busqué a Dante y lo encontré al borde de la cama, su sonrisa era maliciosa y sus ojos destellaban de deseo. Una nueva oleada de sensaciones me subió desde mi sexo hasta la nuca, un cosquilleo que conocía a la perfección. Oí el ruido del magic, que él sostenía en mi entrepierna a una velocidad baja. Jadeé.—¿Qué haces? —pregunté aún confundida.—Disfruto de lo que es mío. Vuelve a dormir nena.—Sí, claro —aumentó la velocidad del vibrador y mi cuerpo se curvó de manera anormal sobre el colchón.—¿Te gusta?—S-sí —contesté entre gemidos.—¿Ya te despertaste?—S-s&iac