Luego de las clases Fran me llevó hasta el pequeño bistró italiano cerca de mi piso y ahí me encontré con mi madre y mi hermana.
—Bonito auto —dijo Ari simulando que silbaba.
—Ni me hables de eso.
—Solo intenta cuidarte cielo, no se lo hagas tan difícil —me regañó mi madre. Y nos metimos al bistró. Ordenamos y charlamos todo el rato. Mi madre y Ari ultimaron detalles de la boda, mientras yo oía horrorizada, cada pequeño detalle de decoración.
—Jamás me casaré, ya lo decidí —bromeé al respecto.
—Sí lo harás, ya verás —contestó Ari burlona.
—Definitivamente no. Demasiado tedioso trabajo.
—Pero no hay nada más lindo que ver a tu marido esperándote en el altar Alex —replicó mi madre.
—Paso. Se me
Me desperté excitada, mis propios gemidos me sobresaltaron. Abrí los ojos y miré alrededor confusa. Estábamos en la habitación. Busqué a Dante y lo encontré al borde de la cama, su sonrisa era maliciosa y sus ojos destellaban de deseo. Una nueva oleada de sensaciones me subió desde mi sexo hasta la nuca, un cosquilleo que conocía a la perfección. Oí el ruido del magic, que él sostenía en mi entrepierna a una velocidad baja. Jadeé.—¿Qué haces? —pregunté aún confundida.—Disfruto de lo que es mío. Vuelve a dormir nena.—Sí, claro —aumentó la velocidad del vibrador y mi cuerpo se curvó de manera anormal sobre el colchón.—¿Te gusta?—S-sí —contesté entre gemidos.—¿Ya te despertaste?—S-s&iac
—Feliz cumpleaños amor mío —su voz me sacó de mi profundo sueño. Me refregué los ojos y los abrí. Ahí estaba mi hermoso dios griego cargando una bandeja con un bellísimo desayuno. Café, y una pequeña torta de cumpleaños. Forrada en rosa, con flores de colores y una vela rosa. Un pequeño florero con una bellísima orquídea rosa. Y una pequeña caja celeste.—Gracias cariño, pero odio los cumpleaños.—Amarás éste.—No, te amo a ti, no el ponerme vieja. Un año más, un año menos…—Así no se comienza un cumpleaños Alexandra. Sonríe para mí —le di una ridícula y falsa sonrisa—. Puedes hacerlo mejor cariño —hasta que por fin sonreí de verdad. Se sentó en la cama y tomamos el desayuno ahí mis
Estaban todos nuestros amigos y había unas exquisitas pizzas de todo tipo y sabor, junto con unas coronitas bien frías y algunos entremeses. Perfecto, justo lo que hubiera elegido yo. Dan estaba sentado en un sillón individual y yo me arrodillé en el suelo entre sus piernas, y me dediqué a comer, beber y charlar con mis amigos. Las risas y anécdotas divertidas se multiplicaban por todo el lugar, de momentos se convertía en conversación de locos, historias cruzadas entre todos, pero siempre con un tono risueño. Cerca de la medianoche y antes de que el día acabara Ari entró a la sala cargando un enorme pastel de cumpleaños, con un zapato de adorno y 28 velas colocadas alrededor. Todos se unieron para cantarme el feliz cumpleaños, mientras yo escondía la cara en el pecho de mi adonis, odiaba esta parte por sobre el resto.—Debes pedir un deseo —me regañó mi
. La noche anterior a que Dante viaje a Japón, fuimos a El Templo.Era una noche temática, esta vez tocaba Halloween, Dan se disfrazó de Drácula, se veía increíblemente apuesto con su traje de mediados de siglo, la capa negra y esos afilados colmillos, y lo remataba con el bastón que debía usar para poder caminar mejor. Yo por mi parte me puse un disfraz de cortesana muy sexy, el vestido violeta y negro tenía una larga cola por detrás y en la parte de adelante la falda dejaba ver el comienzo de las ligas. El precioso corsé hacía que mis senos se vieran de ensueño. Llevaba el cabello medio recogido y con rulos, y un pequeño sombrero haciendo juego. Ni bien entramos el lugar lucía precioso, decoración típica de noche de brujas, murciélagos, calaveras y telarañas colgaban por doquier, pequeñas calabazas alumbraban
El domingo, Xander, Dan y yo nos fuimos al jardín a disfrutar del día, hacía mucho frío, pero valía la pena, octubre llegaba a su fin y muy pronto no podríamos hacerlo. Dan y Xander jugaron un buen rato, mientras yo tomaba fotos, de ellos, de la gente paseando, de niños jugando. Luego me dispuse a leer un libro mientras Dan leía unos papeles de trabajo y estudiaba unos planos.A la tarde me encontré con Tomy para ver el partido, había pasado un buen tiempo, desde que no cumplíamos con nuestro ritual dominical. Me puse a cocinar una rica pizza casera, estilo napolitano para ver el partido, Dan armaba sus maletas, esa noche viajaría a Tokio.—Hola preciosa —saludó Tomy al entrar a la cocina.—¡Hola cariño! Gracias por venir, extrañaba nuestras reuniones.—Igual yo. ¿Dante?—Preparando las maletas para el
Decidí sacar a pasear a Xander yo misma, estaba cansada de ocultarme, si Sabrina quería vérselas conmigo se lo pondría fácil. Ni bien comencé a caminar, noté que Fran me seguía de cerca y eso me puso nerviosa, pero imaginaba que Dan le había advertido. Apenas volvimos a casa me puse a preparar los finales. Luego de la cena Dan llamó.—Hola cariño, ¿cómo te encuentras? —preguntaba con voz abstraída.—Hola nene, bien ¿y tú?—Extrañándote como loco.—Ídem. La noche fue pésima. ¿Qué tal Tokio?—Aburrido sin ti…—Sé cómo se siente. ¿Pudiste reunirte con esa gente?—Los veré en unas horas.—¿Qué hora es allí?—Las 6am.—¿Pudiste dormir?<
Tomé coraje y me fui a la habitación. Me quité la ropa y me metí al baño, estaba estático bajo la lluvia de la ducha. Lo miré por unos segundos, me parecía el hombre más hermoso y sexy del mundo, y era mío. Abrí la hoja de vidrio de la ducha y me metí con él.—¿Qué crees que haces Lex?—Te acompaño cariño.—¿No fui lo suficientemente claro?—Sí, pero te deseo y sé que tú me deseas. Castígame luego.—Vaya Lex… cómo te cuesta aprender cuando estás excitada —se giró y me miró a los ojos.—Por favor cariño, fóllame, te extrañé, te deseo, te lo estoy rogando.—Bien, quieres que te folle, eso haré nena.Bruscamente me giró, mi pecho se pegó al frí
Finalmente llegamos a un lugar llamado “Maiko Henshin” parecía un restaurante japonés. Bajamos y me escoltó tomándome de la cintura. Ni bien cruzamos la enorme puerta una hermosa geisha nos atendió, vestía un tradicional kimono en blanco con flores rosas.—Oyasumi nasai, Youkoso —saludó la recepcionista.—Arigato —contestó mi adonis, yo me limité a asentir y sonreír. Ambos continuaron la charla en un perfecto japonés, y no era precisamente uno de los idiomas que hablaba así que no me enteré de que iba la charla. Imaginé que estaría pidiéndonos una mesa. La mujer se giró y comenzó a caminar, pasamos unas mesas llenas de gente y tras unas cortinas se encontraba un lugar bastante diferente. Una mesa larga y baja, como si fuera una pasarela o algo así, rodeada de almohadones en el suelo, había un joven t