. La noche anterior a que Dante viaje a Japón, fuimos a El Templo.
Era una noche temática, esta vez tocaba Halloween, Dan se disfrazó de Drácula, se veía increíblemente apuesto con su traje de mediados de siglo, la capa negra y esos afilados colmillos, y lo remataba con el bastón que debía usar para poder caminar mejor. Yo por mi parte me puse un disfraz de cortesana muy sexy, el vestido violeta y negro tenía una larga cola por detrás y en la parte de adelante la falda dejaba ver el comienzo de las ligas. El precioso corsé hacía que mis senos se vieran de ensueño. Llevaba el cabello medio recogido y con rulos, y un pequeño sombrero haciendo juego. Ni bien entramos el lugar lucía precioso, decoración típica de noche de brujas, murciélagos, calaveras y telarañas colgaban por doquier, pequeñas calabazas alumbraban
El domingo, Xander, Dan y yo nos fuimos al jardín a disfrutar del día, hacía mucho frío, pero valía la pena, octubre llegaba a su fin y muy pronto no podríamos hacerlo. Dan y Xander jugaron un buen rato, mientras yo tomaba fotos, de ellos, de la gente paseando, de niños jugando. Luego me dispuse a leer un libro mientras Dan leía unos papeles de trabajo y estudiaba unos planos.A la tarde me encontré con Tomy para ver el partido, había pasado un buen tiempo, desde que no cumplíamos con nuestro ritual dominical. Me puse a cocinar una rica pizza casera, estilo napolitano para ver el partido, Dan armaba sus maletas, esa noche viajaría a Tokio.—Hola preciosa —saludó Tomy al entrar a la cocina.—¡Hola cariño! Gracias por venir, extrañaba nuestras reuniones.—Igual yo. ¿Dante?—Preparando las maletas para el
Decidí sacar a pasear a Xander yo misma, estaba cansada de ocultarme, si Sabrina quería vérselas conmigo se lo pondría fácil. Ni bien comencé a caminar, noté que Fran me seguía de cerca y eso me puso nerviosa, pero imaginaba que Dan le había advertido. Apenas volvimos a casa me puse a preparar los finales. Luego de la cena Dan llamó.—Hola cariño, ¿cómo te encuentras? —preguntaba con voz abstraída.—Hola nene, bien ¿y tú?—Extrañándote como loco.—Ídem. La noche fue pésima. ¿Qué tal Tokio?—Aburrido sin ti…—Sé cómo se siente. ¿Pudiste reunirte con esa gente?—Los veré en unas horas.—¿Qué hora es allí?—Las 6am.—¿Pudiste dormir?<
Tomé coraje y me fui a la habitación. Me quité la ropa y me metí al baño, estaba estático bajo la lluvia de la ducha. Lo miré por unos segundos, me parecía el hombre más hermoso y sexy del mundo, y era mío. Abrí la hoja de vidrio de la ducha y me metí con él.—¿Qué crees que haces Lex?—Te acompaño cariño.—¿No fui lo suficientemente claro?—Sí, pero te deseo y sé que tú me deseas. Castígame luego.—Vaya Lex… cómo te cuesta aprender cuando estás excitada —se giró y me miró a los ojos.—Por favor cariño, fóllame, te extrañé, te deseo, te lo estoy rogando.—Bien, quieres que te folle, eso haré nena.Bruscamente me giró, mi pecho se pegó al frí
Finalmente llegamos a un lugar llamado “Maiko Henshin” parecía un restaurante japonés. Bajamos y me escoltó tomándome de la cintura. Ni bien cruzamos la enorme puerta una hermosa geisha nos atendió, vestía un tradicional kimono en blanco con flores rosas.—Oyasumi nasai, Youkoso —saludó la recepcionista.—Arigato —contestó mi adonis, yo me limité a asentir y sonreír. Ambos continuaron la charla en un perfecto japonés, y no era precisamente uno de los idiomas que hablaba así que no me enteré de que iba la charla. Imaginé que estaría pidiéndonos una mesa. La mujer se giró y comenzó a caminar, pasamos unas mesas llenas de gente y tras unas cortinas se encontraba un lugar bastante diferente. Una mesa larga y baja, como si fuera una pasarela o algo así, rodeada de almohadones en el suelo, había un joven t
Ni bien llegamos Al Templo, Rafa nos abrió la puerta y yo le regalé una sonrisa. El lugar estaba a tope. Como cada fin de semana. Fuimos hasta la barra y pedimos un champagne y nos sentamos en la mesa de Dan.—¿Habías estado acá Ari? —ella se sentó a mi lado.—No, es la primera vez, el lugar es enorme.—Aún no viste nada cielo, espera a ver el salón de juegos… luego me cuentas.—Mariano dijo que estaríamos con Electra y César, muero de nervios.—Tranquila, son encantadores y buena gente, estarás en buenas manos.—¿Tú?—Sí, estuve con ellos, estuvimos, mejor dicho.—Jamás he estado con una mujer Lexy, no sé cómo hacerlo.—Tranquila cielo, solo escucha a Mariano, él te guiará, solo disfruta.—De acuerdo.<
La semana fue bastante agitada, el lunes fuimos al médico para que le quitasen las férulas, después de hacerle unos estudios, finalmente pudimos dejar atrás ese espantoso momento. Sus huesos habían sanado bien, al principio debió usar el bastón para caminar, aún no se sentía del todo cómodo, pero de a poco volvió a la normalidad. El mismo martes se reincorporó al trabajo.Nuestros días eran cada vez más habituales, generalmente íbamos en el mismo auto, Félix me dejaba en la universidad y luego él se iba a la oficina, y al mediodía, Fran venía a buscarme. Mi primo Daniel comenzó a avanzar en la remodelación, Dan me ayudó a elegir el nuevo piso y opté por una madera oscura. El viaje estaba a la vuelta de la esquina, así que los preparativos nos llevaron un tiempo. También se sumó que el viernes ante
El sábado disfrutamos de un día en familia, todos juntos salimos a almorzar al centro histórico y luego a dar un paseo, quería que Dan viera donde crecí. El resto de la familia volvió a la casona, Ari, Mariano, Dan y yo seguimos nuestro paseo. Llegamos a un bello restaurante y cenamos los cuatro juntos, entre charlas y risas. Cerca de las 10pm volvimos a la casona, preparamos las cosas y nos fuimos al aeropuerto, esa misma noche viajábamos a Capri. Nos despedimos de la familia y nos subimos al avión. Xander había quedado en Madrid, y Ari prometió llevárselo apenas regresaran a la ciudad.—¿Lo disfrutaste cariño? —pregunté curiosa a Dan cuando estábamos en el aire, desabroché mi cinturón de seguridad, me saqué los zapatos y puse mis piernas sobre las suyas.—Mucho, Oviedo es realmente hermoso y me gusta saber todo de ti —r
El abrazador sol de la media mañana me despertó. Mi hombre aún dormía plácidamente. Me metí en el baño y tomé una refrescante ducha. Me puse un bikini negro con rayas blancas sin tirantes, recogí mi cabello y salí hasta la cocina a preparar el desayuno. El mar me inspiró y decidí hacer unos susos caseros. Abrí la heladera y por supuesto estaba repleta de cosas. Cogí lo que necesitaba y me puse manos a la obra, mientras el café se hacía. Mi adonis apareció con cara de dormido, sin remera y llevando un pantalón fino blanco que apenas le llegaba a la cintura baja. Mi mandíbula cayó al instante en que vi la hipnótica V de su vientre.—Buen día nena. ¿Qué huele tan delicioso? —dijo con voz aún ronca por el sueño.—Suso. ¿Te gustan?—Por supuesto —pas&o