Un fuerte quejido me despertó abruptamente, salté instantáneamente de la cama aún algo aturdida por el sueño, miré a mi alrededor y pude ver a Dan tomándose el pecho con gesto de dolor, inmediatamente me incliné sobre el colchón.
—Cariño ¿Qué ocurre? ¿Sientes dolor? —preguntaba nerviosa.
—No es nada nena, tranquila, Xander saltó sobre mí y me despertó de golpe —miré hacia el otro extremo de la cama, y ahí estaba la pequeña bestia con ojos llenos de culpa y marcada preocupación. Sus orejas hacia atrás y su hocico abajo. Me llenó de ternura, aunque quería colgarlo.
—¡Serás bestia Xander! Debes tener más cuidado.
—Ya. Son solo sus muestras de cariño, no lo regañes. Ven grandulón —dijo mientras le extendía la man
Mandé un mensaje a Mariano y Ari, Caty y Salvador, Tomy y Caroline y a los amigos de Dan, pero solo Joaquín podía asistir esta vez. Me metí en la cocina y comencé a preparar los panqueques para los canelones y también el relleno de carne molida, verdura y salsas, cuando tuve todo listo me fui a tomar un baño. Elegí una pollera corta floreada en tonos azules con pequeñas tablas que le daban un volado juvenil y una musculosa ceñida en blanco con flores blancas que adornaban uno de los tirantes. Zapatos azules de tacón, me recogí el cabello y me maquillé suavemente. Al salir del baño Dan estaba sentado en el borde de la cama.—Te ves de maravilla nena. Qué suerte que me gusta que admiren lo que es mío, sino tendrías un problema.—El problema sería tuyo nene. Pues no tendrías más remedio que aguantártelo.&mda
Se sentó en el borde de la cama y abrió sus piernas para que yo me pusiera en medio, estiró su mano y le di la mía.—Eres un maldito, me has torturado toda la cena.—Lo sé nena.—Me las pagarás.—No, no lo haré, no funciona así y lo sabes.—Buscaré la forma de vengarme.—Entonces el castigo será mucho peor. ¿Eso quieres?—No —respondí haciendo puchero como una niña, cada vez me encabronaba más. Sonrió macabramente y se relamió el labio.—Que hermosa te ves así nena. Ni te lo imaginas.—Eres injusto.—Las relaciones D/s no son justas Lex, ya lo sabes —hice una mueca restándole importancia, me comportaba como una niña caprichosa y lo sabía, pero no podía evitarlo. Un duro azote estalló en mi na
La alarma sonó a las 7am, aún estaba en brazos de mi adonis, inspiré profundo y me desperecé.—No, quédate en la cama.—Debo levantarme cariño.—Solo unos minutos más, vamos —giré sobre mí, me puse encima de su pecho y besé sus labios dulcemente.—De acuerdo, al diablo la vida, mi hombre quiere que me quede con él —acarició mi pelo y volvió a besarme por un buen rato.—Vale, no quiero que sigas perdiendo más días por mi causa.—Ya no hay trato, aquí me quedo —respondí con una sonrisa.—¿Toda la vida?—Hasta mi último respiro —Xander interrumpió nuestros mimos matinales con su peculiar sentido inoportuno. Saltó sobre la cama y comenzó a ladrar impaciente— ¿Y tú que quieres? —el mov
Nos montamos al carro y luego de lidiar con el tráfico de Madrid finalmente llegamos al piso de Dante. Ni bien cruzamos el recibidor Xander se acercó a darnos la bienvenida.—Hola pequeño. ¿Cómo te has portado? —le acaricié las orejas. Mi madre acarició su cabeza y lo besó con dulzura. Nos metimos al despacho de Dan, y ahí estaba mi hermoso hombre acompañado por otro muchacho, se veía joven y nervioso, aún tenía cara de niño.—Hola nena, finalmente has llegado.—Hola cariño, mira lo que me encontré —le respondí mientras me acercaba a besarlo en los labios.—¡Amparo! Que buena sorpresa. ¿Cómo te encuentras?—Hola Dante. Muy bien, pero lo importante es… ¿cómo te encuentras tú?—Acá me ves, en perfecto estado. Nena, él
Luego de las clases Fran me llevó hasta el pequeño bistró italiano cerca de mi piso y ahí me encontré con mi madre y mi hermana.—Bonito auto —dijo Ari simulando que silbaba.—Ni me hables de eso.—Solo intenta cuidarte cielo, no se lo hagas tan difícil —me regañó mi madre. Y nos metimos al bistró. Ordenamos y charlamos todo el rato. Mi madre y Ari ultimaron detalles de la boda, mientras yo oía horrorizada, cada pequeño detalle de decoración.—Jamás me casaré, ya lo decidí —bromeé al respecto.—Sí lo harás, ya verás —contestó Ari burlona.—Definitivamente no. Demasiado tedioso trabajo.—Pero no hay nada más lindo que ver a tu marido esperándote en el altar Alex —replicó mi madre.—Paso. Se me
Me desperté excitada, mis propios gemidos me sobresaltaron. Abrí los ojos y miré alrededor confusa. Estábamos en la habitación. Busqué a Dante y lo encontré al borde de la cama, su sonrisa era maliciosa y sus ojos destellaban de deseo. Una nueva oleada de sensaciones me subió desde mi sexo hasta la nuca, un cosquilleo que conocía a la perfección. Oí el ruido del magic, que él sostenía en mi entrepierna a una velocidad baja. Jadeé.—¿Qué haces? —pregunté aún confundida.—Disfruto de lo que es mío. Vuelve a dormir nena.—Sí, claro —aumentó la velocidad del vibrador y mi cuerpo se curvó de manera anormal sobre el colchón.—¿Te gusta?—S-sí —contesté entre gemidos.—¿Ya te despertaste?—S-s&iac
—Feliz cumpleaños amor mío —su voz me sacó de mi profundo sueño. Me refregué los ojos y los abrí. Ahí estaba mi hermoso dios griego cargando una bandeja con un bellísimo desayuno. Café, y una pequeña torta de cumpleaños. Forrada en rosa, con flores de colores y una vela rosa. Un pequeño florero con una bellísima orquídea rosa. Y una pequeña caja celeste.—Gracias cariño, pero odio los cumpleaños.—Amarás éste.—No, te amo a ti, no el ponerme vieja. Un año más, un año menos…—Así no se comienza un cumpleaños Alexandra. Sonríe para mí —le di una ridícula y falsa sonrisa—. Puedes hacerlo mejor cariño —hasta que por fin sonreí de verdad. Se sentó en la cama y tomamos el desayuno ahí mis
Estaban todos nuestros amigos y había unas exquisitas pizzas de todo tipo y sabor, junto con unas coronitas bien frías y algunos entremeses. Perfecto, justo lo que hubiera elegido yo. Dan estaba sentado en un sillón individual y yo me arrodillé en el suelo entre sus piernas, y me dediqué a comer, beber y charlar con mis amigos. Las risas y anécdotas divertidas se multiplicaban por todo el lugar, de momentos se convertía en conversación de locos, historias cruzadas entre todos, pero siempre con un tono risueño. Cerca de la medianoche y antes de que el día acabara Ari entró a la sala cargando un enorme pastel de cumpleaños, con un zapato de adorno y 28 velas colocadas alrededor. Todos se unieron para cantarme el feliz cumpleaños, mientras yo escondía la cara en el pecho de mi adonis, odiaba esta parte por sobre el resto.—Debes pedir un deseo —me regañó mi