Pistas

Montamos el carro y esta vez Ariana manejó y yo no puse ninguna objeción, me puse las gafas y sentí que el sueño me alcanzaba.

—Lex llegamos, despierta —me zamarreaba mientras hablaba. Abrí los ojos confusa y miré alrededor hasta que caí en cuenta de dónde estábamos.

Al llegar a la habitación, la gente se había multiplicado, ahora también estaban Elizabeth y los amigos de la infancia de Dan, Antonio, Joaquín y Román. Saludé a cada uno de ellos apenas entramos. Dejé mis cosas en un costado y me acerqué a darle un beso a mi adonis.

—Te ves mejor nena, aunque deberías estar descansando.

—Toma lo que te den nene —respondí sonriendo.

Se veía mejor, pero aún no era el hombre que yo conocía y amaba. Durante horas escuché diversas historias sobre su infancia y su adolescencia. Agradecí internamente a los amigos de él por hacerme conocer ese lado de Dan. Por la tarde la visita se fue retirando y quedamos pocos, fui a buscar un café y cuando volví a la habitación, un oficial de la policía estaba hablando con Dan y Félix. Me acerqué en silencio, no quería interrumpir.

—Señor Navarro, ¿tiene idea de quién pudo haberlo hecho? —preguntaba el uniformado.

—Nada certero, pero creería que proviene de la misma persona que las veces anteriores, Sabrina Oviedo.

—Estamos investigando todo señor. Si recuerda algo más, hágamelo saber, ya tiene mi número.

—Lo haré. Gracias —dirigió su mirada a mí y entonces me presentó—. Cariño él es el comisario Guzmán, ella es mi novia Lexy Miller.

—Encantada de conocerlo comisario —le ofrecí mi mano y él la cogió con seguridad.

—Igualmente señorita Miller. Si me disculpan.

—Lo acompaño —necesitaba hablar a solas con él. Ambos salimos y nos alejamos unos metros del resto de la familia que esperaba afuera.

—¿Sabrina Oviedo es la principal sospechosa? —investigué con ansiedad.

—Estamos investigando señorita Miller, pero por ahora, todo lo que tenemos es circunstancial. No podemos acusarla de nada.

—Estuvo aquí mientras Dante estaba en coma. Yo misma la saqué de la habitación.

—Lo añadiré a la investigación.

—No comisario, quizás no me entendió. Quiero hechos, no palabras. Si ella ha sido la responsable del accidente, la quiero presa. ¿Entendido?

—Haremos todo lo que esté en nuestro alcance.

—No me basta. Además, quiero custodia para Dante 24hs al día.

—Señorita Miller, no contamos con los recursos para hacerlo.

—¿Sabe quién soy comisario?

—La novia del señor Navarro.

—Además, soy la dueña de los hoteles Miller, y somos grandes benefactores de la fuerza pública —odiaba actuar de esa manera, pero realmente iba a hacer todo lo que pudiera por proteger a Dante.

—Muy bien señorita Miller. Pondré dos oficiales a su disposición.

—Que hagan turnos de 12hs, quiero que haya alguien continuamente en la puerta.

—Así será.

—Gracias comisario —me ofreció la mano, su tarjeta y se marchó.

Me quedé pensando en lo que había dicho Dante. “La misma persona que las veces anteriores” ¿De qué estaba hablando? Tenía que averiguar de qué se trataba esto.

Me metí en la habitación para conseguir las respuestas que quería. Manuel y Paloma se encontraban en la sala. Mientras Mariano y Ari estaban en el pasillo junto a Félix. Dante le daba instrucciones a Elizabeth que estaba por marcharse. Me senté en el sillón pacientemente. Finalmente, cuando ella se fue le pregunté.

—Antes has dicho que hubo otros “accidentes” que tenían que ver con Sabrina. ¿De qué se trata?

—Nada de qué preocuparse cariño.

—No me vale, habla —puso los ojos en blanco y negó con la cabeza. Pero sabía que no iba a dejarlo ahí—. Cuéntame que ha pasado Dan.

—Hace unos meses terminé con ella del todo, estaba cansado de que se comportara como si fuera mi novia o algo así. No lo tomó bien. ¿Recuerdas cuando tuve que volver de Oviedo?

—Sí, lo recuerdo.

—Bueno, alguien entró en la casa y destrozó mi despacho y la habitación, tenía su toque de mujer despechada. Hizo pedazos tus fotos y escribió las paredes. La policía no pudo probar que fue ella, así que lo dejé ahí. Luego llegó a la oficina una orquídea negra con una amenaza y tampoco conseguimos nada que la vinculara, pero la conozco. Sé que fue ella. Y ahora esto, es sumar dos más dos.

—¿Y nadie ha hecho nada por detenerla? ¿Es una broma? Ha estado aquí cuando tú estabas en coma. Yo misma la saqué de la habitación —Dante miró a Félix que enseguida entendió.

—Lo siento señor, había ido por un café cuando apareció —se disculpó Félix.

—¿Has podido averiguar algo más? ¿No hay videos de seguridad? —preguntaba mi adonis.

—Sí, hay un video de seguridad, pero no se ve claramente quien está cerca de su auto. Lleva capucha y ropa holgada y se esconde bien de la cámara. Es lógico que sabe dónde están —decía Félix.

—Quiero verlo Félix. ¿Puedes conseguirlo para mí? —interrumpí con una notada voz de enojo. Félix miró a Dante pidiendo aprobación y éste asintió.

—Se lo traeré señorita.

—Gracias Félix. Enseguida vuelvo —me disculpé y salí de la habitación en busca de Mariano que estaba a los arrumacos con Ariana.

—Hola preciosa, que cara traes ¿Todo está bien? —preguntó mientras soltaba a mi hermana y se centraba en mí.

—No, nada está bien. Dan cree que Sabrina Oviedo tiene que ver con el choque. Y no quiero seguir arriesgando nada, quiero una orden de restricción contra ella. No quiero que se pueda acercar a Dante nunca más.

—¿Dante está de acuerdo?

—No se lo he preguntado, te lo estoy pidiendo yo. ¿Puedes pedirle a Lautaro que la prepare?

—De acuerdo preciosa, lo haré.

—Ahora Mariano, por favor.

—Bien —se alejó y hablo con él.

—Ya cálmate Lex —me decía Ari mientras me acomodaba el cabello detrás de las orejas.

—No puedo Ari, no quiero que esa tipa se vuelva a acercar a Dan. Si algo le pasara… —mi voz se quebró. Me alejé y busqué mi móvil, si la policía no hacía nada, yo lo haría.

—Hola tío, soy Alex.

—Hola princesa. ¿Todo está bien? ¿Cómo sigue Dante? —preguntaba mi tío Michael

—Se ha despertado y está recuperándose.

—Esa es una gran noticia. Mándale mis saludos y buenos deseos.

—Lo haré. Te llamo por otra cosa.

—Sí, lo imagino, ¿el investigador?

—Sí, ¿has tenido noticias?

—No mucho, por eso no te llame. Hay algunos empresarios que podrían no estar muy felices con Dante, pero nada que llame mucho la atención.

—Bien, que se concentre en Sabrina Oviedo. Es una ex de Dante, y la principal sospechosa.

—De acuerdo, se lo diré.

—Gracias tío. Salúdame a la familia.

—Lo haré. Cuídate.

Me senté en las sillas de la sala de espera y pensé en qué más podía hacer. Félix salió de la habitación.

—Félix, necesito hablarte.

—Diga señorita Lexy.

—¿Tienes gente de confianza que pueda ser guardaespaldas?

—Sí, por supuesto señorita.

—Bien, vamos a necesitar dos más. Quiero que tomen turnos, eso te incluye —iba a interrumpirme, pero lo detuve—. No está a discusión Félix, necesitas descansar para poder estar alerta. Toma el turno de la noche y busca dos más para el día. Turnos de 8hs máximo. ¿De acuerdo?

—Así se hará. Ya mismo me pongo a ello. No se preocupe.

—Gracias Félix.

Manuel se acercó a mí con cara de preocupación.

—Cariño, necesitas relajarte. Te veo yendo de aquí para allá.

—Solo intento protegerlo Manuel.

—Lo sé cielo. ¿Qué has hecho?

—Pedí custodia policial 24/7, además le pedí a Félix que doble la seguridad y también le pedí a Lautaro una orden de restricción. Ahora voy a hablar con el director del hospital para que no la dejen entrar.

—Yo me encargo de eso. Éste papel tuyo de sobreprotectora te pone agresiva, se te pegó de Dan —dijo entre risas mientras me guiñaba el ojo.

—Bien, te lo dejo a ti —se paró y se fue, yo volví al lado de mi hombre maltrecho que hablaba con su madre.

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