—Ignacio —dice una voz familiar—. ¡Ignacio despierta! —Sus ojos se abren lentamente. Ve la imagen difusa de una mujer—. Llevo semanas buscándote. Por fin te encontré mi amor.
—¿Qué? ¿Theresa?
—¡Siii, soy yo!
Ignacio puede ver con más claridad. La imagen en carne y hueso de Theresa está sentada junto a su cama. Siente como si su cuerpo se llenara de vida.
—¿De verdad eres tú? Pero… ¿Cómo llegaste aquí?
—He recorrido medio mundo para llegar a ti. —Theresa se acerca y lo abraza. Ignacio también la abraza con las pocas fuerzas que le quedan. Luego ella le mira a los ojos, se acerca lentamente y le besa delicadamente en los labios.
—Te amo… Y te juro que no volveré a alejarme de ti —dice Theresa.
La puerta de la habitación se abre de golpe
La luz del sol ingresa por la ventana de la habitación. Un rayo se mueve lentamente sobre la almohada de Ignacio, hasta que le da en un ojo. Despierta lánguido. Con su mano tapa el sol y se sienta sobre la cama. Todo está en silencio. Afuera se escuchan unas gaviotas y la voz de Guillermo a lo lejos.—¡Mujer, tráeme la llave inglesa!—¡Búscala tú! ¡Estoy cocinando! —responde ella. Se escucha a Guillermo refunfuñando nuevamente. Ignacio se levanta y busca su ropa. Lleva un pijama amarillo que le queda grande. «¿Quién me habrá sacado la ropa?».El pensamiento lo hace ruborizarse. Busca rápidamente el celular de Jorge que llevaba en el bolsillo de la parka. Está apagado y sin batería, pero no se mojó así es que debería funcionar. Busca su ropa y la encuentra
Los principales consejeros se encuentran en la sala de crisis de la Casa Blanca ubicada en la parte baja del ala oeste. El ambiente es tenso. Todos están inmersos en sus laptops sin decir una palabra. La puerta se abre e ingresa apresuradamente la presidenta Castillo.El jefe de gabinete, Ron Klaim recibe una notificación en su celular, levanta la vista y mira a la presidenta que se sienta en la cabecera de la gran mesa rectangular.—Buenas tardes a todos. Harry, ponme al día con los antecedentes de inteligencia sobre los grupos radicales —dice Castillo en un perfecto inglés, al Secretario de Seguridad Nacional.—Sí, señora presidenta. Tenemos grupos extremistas controlando varios sectores de Miami, Orlando y Boca Ratón. Se están organizando a través de los sitio web 4chan, X.com y de la red social Truth Social. En Texas…—Disculpe señora presidenta, hay a
—¿Están seguros que quieren salir en ese bote? —pregunta Guillermo mientras empuja el zodiac al agua con Jessica e Ignacio a bordo. —Totalmente —responde Ignacio. —No se preocupe, vamos a estar bien. Mire cómo está el día —dice Jessica mirando a un cielo azul totalmente despejado. —Recuerden que el tiempo aquí cambia de un minuto pa otro. Si ven que se pone feo, traten de bajar a tierra hasta que pase —dice María desde la orilla. —Según Windtime, el clima estará estable en esta zona durante todo el día. Hay que confiar en la tecnología —dice Jessica sonriendo. Ignacio la mira pensando. «Si supiera…». Luego toma el celular de Jorge, que ya tiene descargado todos los mapas de la zona en detalle, y marca la ruta hacia la entrada al río Palena. Finalmente le da un tirón a la cuerda del motor y logra hacerlo partir al primer intento. —¡Adiós amigos. Muchas gracias por su hospitalida
El jet privado Cessna Citation Longitude se detiene en una zona exclusiva del aeropuerto El Tepual de Puerto Montt. La puerta se abre y una escalera desciende hasta quedar dispuesta para la bajada de sus pasajeros. El primero en aparecer desde el interior es un hombre fornido, tez blanca, una tupida barba oscura, camisa negra de manga corta y pantalón cargo color caqui. Los anteojos deportivos negros no permiten ver sus ojos. Camina portando un pesado bolso que cuelga desde su hombro derecho. Tras él, desciende otro hombre de similares características, pero perfectamente afeitado, con una camiseta azul de cuello polo que resalta sus bíceps. Más atrás desciende un hombre afroamericano más delgado, vestido más casual, con una camisa floreada y pantalones cortos, llevando también su bolso. Dos personas más descienden al final. Uno de ellos es mujer. Su cuerpo atlético, cabello negro hasta los hombros, su gran
—¡Newen!... ¡Mucho newen! —se despide la mujer de origen mapuche con su mano en alto. Jessica e Ignacio sonríen y responden con sus manos desde la barcaza que cruza el río Palena gratuitamente, desde Puerto Raúl Marín Balmaceda hacia la ruta X-12 que les llevará al pueblo La Junta.—¡Gracias por su hospitalidad! —le grita Jessica.—¡Qué buena onda la señora! ¡Y que cocinaba rico! —Después de un merecido almuerzo y de hacer nuevos amigos, ambos continúan su camino cruzando un corto trayecto en la barcaza Palena.—Parece que alguien viene atrasado —dice Ignacio. El motor de la embarcación está encendido y lleva varios minutos a la espera.Por un alto parlante se escucha “¡Falon… Falon!”. Ignacio y Jessica se miran desconcertados.—¿Quién será la Falon para tenernos aquí esperando diez minutos? —se pregunta Jessica.A 30 metros se ve una perrita blanca que viene corriendo hacia la barcaza.Jessica abre sus ojos sorprendida.—¿Es en serio?—Esto es surrealista —dice Ignacio. La perrita su
—Señor, tenemos una situación —dice en inglés por radio, el piloto del dron MQ-9 Reaper desde su estación en tierra, ubicada en la base estadounidense Creech, en Nevada.—Qué situación —responde un oficial.—El reaper que tenemos en la operación Newen… Hemos perdido el control señor.—¿A qué te refieres con “perder el control”?—Pues eso… No tengo control. Y está siendo controlado por alguien más.—¡Eso es imposible! Nuestros sistemas de comunicaciones son inviolables. Debe ser una falla.—Señor, es una falla que sabe pilotear drones tan bien como nosotros.—¿Tienes visual de la cámara?—Sí señor. En este momento está siguiendo a un vehículo todo terreno por un camino al sur de Chile.—Vo
—Don Luis, tenemos que detenernos —dice Ignacio.—No se preocupe, si voy bien —responde Luis.—No es por eso. Estamos en peligro por favor. ¡Detenga el auto! —Ignacio reconoce el dron que ha visto en innumerable juegos de combate en su computadora.—¿Qué pasa? —pregunta Jessica que despierta por los gritos.Ignacio mueve el volante del Suzuki hacia un lado, tratando de orillarlo.—¡¿Pero qué le pasa?! —Luis tira del volante en la otra dirección y frena. En ese instante una luz inunda la cabina, acompañado de un poderoso estruendo. El vehículo se eleva y gira en el aire. La explosión y el sonido del metal del techo al golpear el suelo quedaron grabados a fuego en la mente de Ignacio.Abre lentamente los ojos. Ve borroso. Se escucha el sonido de un monitor cardíaco.—Doctor, el joven está de
Marco enciende la radio que se conecta por bluetooth a su celular. Elije la canción “Mr. Blue Sky” de Electric Light Orchestra y avanza confiado sin percatarse de que lo siguen. Al llegar a su casa, detiene el auto frente al portón de acceso y lo abre con un mando a distancia. El sujeto que le sigue se detiene unos metros más atrás y apaga las luces. El portón se abre, Marco estaciona el vehículo en el interior de la casa y presiona nuevamente el mando para cerrarlo. Toma su celular que está en el asiento de al lado, levanta un maletín del piso y abre la puerta del Audi para descender. Una pistola Taurus aparece frente a sus ojos. El médico queda congelado y levanta las manos.—Llévate el auto. Las llaves están puestas —dice entrando en pánico.—¡Baja ya! —ordena el sujeto con una mascarilla negra, que tiene estampada una sonrisa macabra que mue