Maya.
Mis uñas eran víctimas constantes de mis nervios. Desde aquel entonces, no he vuelto a verlo, ni he sabido nada del señor Valentino. Lo peor fue haber dicho que hiciera lo que quisiera conmigo. Claramente, me estaba entregando a él en bandeja de plata. Después de todo, el Don, quien sabe qué podría hacer conmigo, llevaba años acosándome y rogándome que fuera a vivir a su mansión, cosa que jamás hubiera hecho ni por necesidad. Ahora, resonaba en mi cabeza la frase que le dije al señor Valentino.
―Como usted quiera. Vaya, qué tonta he sido. Seguro piensa que soy una fácil... En fin, haría lo que fuera. Después de todo, él me ayudó en ese momento crucial. Fue como un ángel apareciendo justo cuando esos matones planeaban llevarme a la fuerza, y para colmo, querían lastimar a los pobres niños inocentes, incluyendo a las monjas. Dejo de lado mis pensamientos al escuchar la puerta de la habitación abrirse. Lucrecia se acerca a mí, su rostro serio, ¿qué estará pasando?
―Mi pequeña, creo que lo mejor será que te vayas de esta mansión.―Niego horrorizada. ¿A dónde iría? ¿Será que él le pidió que me echara? No dejo que termine de hablar cuando me levanto de mi alcoba, decidida a hablar con ese señor. ¿Qué mal he hecho?
―¿Maya, qué haces?
―Iré a pedirle que no me eche, Lucrecia. ¿Qué haré en la calle? No quiero que el mafioso de Igor me atrape. Ese señor me causa pánico.
Lucrecia se me acerca, negando.
―El señor Valentino no te está echando. Solo que tengo miedo, no sé, mi niña. Olvida lo que acabo de decir.
―Entonces, ¿eres tú la que quiere que me vaya de aquí?―Replico, decepcionada.
Salgo de la habitación y me dirigí al jardín. La luz pálida de la luna se refleja en mi rostro, acentuando mi expresión melancólica mientras susurro al viento:
―¿Por qué nunca puedo vivir en paz? ¿Por qué parece que nadie me quiere?
Una voz inesperada interrumpe mis pensamientos, haciéndome girar sorprendida. Detrás de mi una figura imponente se recorta contra la penumbra del jardín. Sus ojos oscuros me observan con intensidad, me sonrojo al encontrarme con esa mirada penetrante.
―¿Por qué lo dices? ―pregunta Valentino con la voz firme.
―Lo siento, es solo que... no sé a dónde ir ―respondi acolorada, sintiendo cómo las palabras fluyen cargadas de incertidumbre.
―¿A dónde iras? Pero tú vives aquí, trabajas aquí ―replica Valentino acercándose con pasos seguros.
―Disculpa, no quiero causarle problemas a Lucrecia. Ella ha sido muy buena conmigo. Espero que no se moleste con ella por haberme dado trabajo y sobre todo un espacio donde quedarme.
Un nudo de emociones se enreda en mi pecho, mientras estoy luchando por expresar mis pensamientos. Pero antes de que pueda continuar, una mano cálida se posa suavemente sobre mi hombro, reconfortánte... de repente siento una extraña sensación en mi corazón.
―Maya, no pasa nada. Puedes quedarte aquí todo el tiempo que necesites, y no te preocupes por Lucrecia ―Expresa él, llena de comprensión y calidez.
Un destello de alivio cruza mi rostro, y una sonrisa tímida asoma en mis labios. Me acerco tímidamente a él, depositando un beso en su mejilla como muestra de gratitud. Pero antes de que pueda retirarme, las manos del señor Valentino me detienen suavemente, y sus ojos me inspeccionan fijamenta.
―Eso no es suficiente. Quiero más ―susurra con su voz y su tono cargado de deseo, antes de que sus labios encuentren los mio en un beso sorprendente y apasionado, dejándome aturdida y con el corazón galopando desbocado en mi pecho.
―Me encantas, Maya ―susurra, sin querer soltarme. Sus palabras resuenan en el silencio de la noche, cargadas de un deseo palpable que me deja sin aliento. Necesito más de él, más de este momento que nos envuelve en una burbuja de intimidad y pasión.
Nos separamos por un breve instante, y el silencio se hace eco de mis pensamientos confusos. ¿Qué debo decir en este repentino momento de vulnerabilidad? Pero una parte de mí anhela más, ansía explorar cada rincón de este sentimiento que nos une.
―Déjame demostrarte lo que siento cada vez que mis ojos te ven ―susurra él, y asiento como un autómata, entregándome al impulso del deseo. Esta vez, acerco mis labios a los suyos, dejando que el miedo se disipe y permitiendo que la pasión nos envuelva en un abrazo íntimo y ardiente.
Es la primera vez que experimento una tormenta de sensaciones en mi pecho, como un torbellino que me arrastra hacia lo desconocido. Sus besos son deliciosos, cada uno, una caricia suave que despierta emociones dormidas en lo más profundo de mi ser. Nunca antes había besado a alguien con tanta entrega, con tanto deseo. Aquel único beso forzado en el pasado solo dejó un amargo recuerdo, pero con él, es como si tocara la luna y la acariciara con mis propias manos.
Me separa de él y mi instinto protesta, pero una sonrisa traviesa curva sus labios mientras vuelve a besarme con pasión desenfrenada. Cada beso es un vendaval que me hace temblar, pero esta vez, el temblor es de pura dicha y emoción desbordante.
De repente, nos separamos al sentir un fuego ardiente emanar de mi interior, envolviéndome en una sensación extraña y desconocida. Es la primera vez que experimento tantas emociones al mismo tiempo.
―Me da vergüenza ―susurro, apartando la mirada de la suya, sintiéndome vulnerable ante la intensidad del momento.
―No tienes por qué estarlo. Todo ocurre de esta manera. Solo déjate llevar ―responde él con su voz firme y una sonrisa tranquilizadora en su rostro.
Me pregunto si él quiere intimar conmigo por haberme salvado de las garras de Igor.
Seguramente...
―Maya, de ahora en adelante puedes quedarte aquí. Te protegeré de ese italiano, no te preocupes ―dice él, ofreciendo su protección sin reservas.
―¿A cambio de qué, señor Valentino? ―pregunto sin titubear, dejando a un lado las formalidades―. ¿Acostarme con usted? ―añado, observando cómo eleva las cejas ante mi atrevimiento.
―A como sea. Veo que no eres indiferente, Maya. Tendrás todo lo que necesites, incluso los niños estarán protegidos, y las monjas tendrán víveres ―responde con calma, ofreciéndome un trato tentador y generoso.
Me siento nerviosa y decepcionada al mismo tiempo. Trago saliva, sintiendo el peso de su propuesta sobre mis hombros.
Sin más preámbulos, decido aceptar. Me gusta, no lo niego, pero nunca pensé que llegaría a este punto. Quizás la excusa perfecta es pensar que lo hago por el reformatorio y el convento, cuando en realidad es mi propio deseo lo que me impulsa.
Con firmeza, le digo:
―Me acostaré con usted, pero debe prometerme que proporcionará todo lo necesario para que las monjas y los niños huérfanos vivan bien y tengan lo que necesiten.
―Lo haré. Todo lo que me pidas ―responde él con seguridad.
Una vez más, toma mi rostro entre sus manos y me besa, transportándome a un lugar donde parece que puedo tocar la luna con las yemas de los dedos...
ValentinoEra una experiencia increíble sentir los labios suaves e inexpertos de Maya. Esta chica despierta sensaciones delirantes en mí, un deseo ardiente de poseerla. Esta noche confirmó que no me es indiferente y estoy decidido a hacerla sentir bien mientras aún persigo mi propia luna. La necesito, y cuanto antes sea mía, mejor. Pero al mismo tiempo, siento la responsabilidad de protegerla. Maya se está infiltrando en mi piel sin ser consciente del peligro que corre. Solo espero que no salga lastimada, ya que es simplemente una humana que no debería estar vinculada con un hombre lobo como yo. Sería fatal para ella adentrarla en mi mundo, en lo que realmente soy.Por otro lado, tengo asuntos pendientes en Mystralón. Necesito averiguar qué está sucediendo con los clanes. Emilio me informó sobre un mensaje que requiere mi atención urgente, por lo tanto le mando un mensaje.Me recuesto en la acolchada silla y reflexiono sobre los clanes oscuros. ¿Qué pretenden? ¿Qué buscan? ¿Y qué harán
MayaSentí nerviosismo cuando Lucrecia me informó que esta noche el señor Valentino deseaba llevarme a cenar. No reveló muchos detalles, pero intuí de qué se trataba.Durante días, me he preguntado si él tiene alguna persona a su lado, alguien con quien compartir su vida. Es apuesto, posee un carácter dominante y, sobre todo, es un magnate cuya riqueza supera incluso la de los reyes del país.―Mi niña, fue un error traerte a esta mansión. No tengo idea de qué planea el señor contigo ―me advierte Lucrecia con preocupación.―No te preocupes, estoy bien. Es solo que le caí bien e incluso está ayudando a las hermanas y a los niños. Fui a verlos y estaban muy felices ―respondí, sorprendida por la generosidad de Valentino.Realmente me sorprendió ver a los niños tan alegres, rodeados de regalos, comida y camas cómodas. En apenas unos días, Valentino cumplió con todo lo que le pedí, y eso solo aumenta mi deseo por él. Sé que lo hace por mí, es diferente a Igor, quien me quizo comprar; en camb
Capitulo subido de tono +18ValentinoContemplaba con admiración el cuerpo desnudo de Maya, sintiendo cómo su perfección me envolvía por completo. Aunque ella estaba avergonzada con los ojos cerrados, pero para mi es una fuente de fascinación irresistible. La idea de marcarla para poseerla cruzó mi mente, no obstante la rechace de inmediato. Sabía que convertirla en mi esclava, como hacían algunos solitarios desesperados, era una línea que no podía cruzar. Los otros clanes nunca lo aceptarían; los híbridos eran tabú, y cualquier indicio de su existencia podía desatar una guerra.Dejé de lado cualquier pensamiento para concentrarme por completo en la belleza que tenía justo enfrente de mí.—Abre los ojos- pedi suavemente. —Quiero que veas todo lo que está por venir.—Me da vergüenza que me veas así—respondió nerviosa.Rió apartando sus manos de su rostro, me acerco para besarla con pasión, embriagado por su aroma y la suavidad de su piel. Desnudos, nos fundimos en un abrazo piel con pie
Maya Despierto con una sonrisa tonta en los labios, el recuerdo de la noche anterior aún esta fresco en mi mente. Buscó a Valentino con la mirada, pero note que él no estaba en la cama. En su lugar, lo veo de pie junto a la ventana, observando el amanecer.Eran las 6 de la mañana y me sentía cansada y adolorida, pero también plena y satisfecha por lo que habíamos compartido. Con un suspiro de contento, me incorporó en la cama acomodandome entre las sábanas.—Hola —salude con voz suave, captando la atención de Valentino.Él se giró hacia mi, con una sonrisa enigmática en los labios.—Buenos días, preciosa —respondió, acercándose a la cama con pasos lentos y seductores.Lo observó cómo se acercaba a mi, sintiendo una mezcla de excitación y anticipación.Valentino se unió junto a mi en la cama, para luego entregarnos nuevamente a la pasión, pero esta vez era diferente, más intenso que la noche anterior. Cada contacto era como un fuego que nos consumía, dejándonos sin aliento y ansioso p
ValentinoEstaba absorto en un pensamiento sobre Maya. Desde aquella noche que pasamos juntos, no he logrado sacarla de mi mente. Su calor, su fragancia, se han infiltrado en mi ser, haciéndome aún más necesitado de ella. No puedo entender que me está pasando incluso me siento desanimado.No puedo evitar revivir cada instante compartido, cada sonrisa, cada mirada por parte de ella. Cada vez que cierro los ojos, su imagen se materializa ante mí, y el eco de su risa resuena en mis oídos. Me encuentro anhelando su presencia, ansiando el momento en que pueda sentir de nuevo su cercanía. Sin embargo, a pesar de mis esfuerzos, su recuerdo persiste, envolviéndome en una bruma de nostalgia y deseo.—Maya es solo una humana de la cual debo alejarme lo antes posible— Susurro para mi mismo.No puedo permitirme seguir con esto. No obstante, es algo inevitable e inexplicable. A pesar de mis esfuerzos por apartarla de mis pensamientos, su presencia sigue envolviéndome, como un imán que me atrae hac
ValentinoDespués de aquel encuentro tan intenso e íntimo con Maya, la llevé a su habitación y la dejé allí, ya que estaba dormida. La observé por un momento y noté un tatuaje en su muñeca, de hecho, eran varios. A pesar de haberla conocido hace semanas, apenas me doy cuenta de los tatuajes ahora. Con un suspiro, decido que debo irme, ya que en unas horas regresaré a Mystralón.Antes de partir, me acerco y le doy un beso en la mejilla. Lo que estoy sintiendo no debería ser bueno, sin embargo, es inevitable.Salgo de la mansión y me dirijo hacia el bosque, donde Gabriel y Emilio me esperan.—Hola, señor Valentino —saluda Gabriel, a lo que yo respondo con un gesto de saludo.—Mi lord, debemos partir, está por anochecer en Mystralón.—Vamos —digo, mirando a mi alrededor. No sé qué es, pero siento una sensación extraña. Negando con la cabeza, entramos al portal que nos llevará directamente a nuestro mundo.Abro los ojos al escuchar a las aves chillar en mi mundo. Aún no estaba oscureciendo
Valentino La oscuridad de la noche se cierne sobre nosotros, envolviéndonos en un manto de incertidumbre mientras nos preparamos para la batalla. A mi lado, mis fieles compañeros de manada se alzan, sus ojos brillando con determinación y coraje. La luna roja ilumina el campo de batalla, haciendo que las sombras bailen de manera siniestra mientras los monstruos del otro mundo se abalanzan hacia nosotros con ferocidad.—¡Por nuestra manada! ¡Por nuestra supervivencia!— grito, mi voz resonando en la noche mientras me lanzo al combate. Mis garras se encuentran con las afiladas garras de los monstruos, chocando en un estallido de chispas y furia desenfrenada. El olor a sangre y sudor impregna el aire, mezclado con el sonido de gruñidos y rugidos que se entrelazan en una cacofonía de batalla.—Mi lord, son muchos—Espeto Gabriel el cual estaba junto a Wilop ambos luchado sin temor.—¡No retrocedan, hermanos! ¡Defendamos lo que es nuestro!— exclamo, inspirando a mis compañeros con mis palabr
Valentino.Esta noche envuelve la Aldea en una atmósfera de calidez y camaradería mientras nos reunimos alrededor de una gran fogata, cuyo resplandor baila en las caras sonrientes de mis compañeros de manada y los miembros del clan aliado de las montañas del sur. El aroma tentador de la carne asada llena el aire, mezclado con el sabor ahumado de los terneros y otras delicias culinarias dispuestas sobre la mesa.—Mis más sinceros agradecimientos por luchar a nuestro lado— expreso con gratitud hacia el otro clan, cuyo nombre apenas puedo recordar en medio del bullicio festivo.—Al igual que tú, haré todo por proteger a mi raza— responde el líder del clan aliado, un hombre de semblante serio pero mirada franca, cuya presencia emana una sensación de seguridad y confianza.Observo cómo el lobo Ikar se despide junto a su manada, su aura carente de malicia revela su naturaleza noble y honorable. Puedo sentir las vibraciones en el aire, las energías que emanan de los licántropos y vampiros que