ValentinoDespués de aquel encuentro tan intenso e íntimo con Maya, la llevé a su habitación y la dejé allí, ya que estaba dormida. La observé por un momento y noté un tatuaje en su muñeca, de hecho, eran varios. A pesar de haberla conocido hace semanas, apenas me doy cuenta de los tatuajes ahora. Con un suspiro, decido que debo irme, ya que en unas horas regresaré a Mystralón.Antes de partir, me acerco y le doy un beso en la mejilla. Lo que estoy sintiendo no debería ser bueno, sin embargo, es inevitable.Salgo de la mansión y me dirijo hacia el bosque, donde Gabriel y Emilio me esperan.—Hola, señor Valentino —saluda Gabriel, a lo que yo respondo con un gesto de saludo.—Mi lord, debemos partir, está por anochecer en Mystralón.—Vamos —digo, mirando a mi alrededor. No sé qué es, pero siento una sensación extraña. Negando con la cabeza, entramos al portal que nos llevará directamente a nuestro mundo.Abro los ojos al escuchar a las aves chillar en mi mundo. Aún no estaba oscureciendo
Valentino La oscuridad de la noche se cierne sobre nosotros, envolviéndonos en un manto de incertidumbre mientras nos preparamos para la batalla. A mi lado, mis fieles compañeros de manada se alzan, sus ojos brillando con determinación y coraje. La luna roja ilumina el campo de batalla, haciendo que las sombras bailen de manera siniestra mientras los monstruos del otro mundo se abalanzan hacia nosotros con ferocidad.—¡Por nuestra manada! ¡Por nuestra supervivencia!— grito, mi voz resonando en la noche mientras me lanzo al combate. Mis garras se encuentran con las afiladas garras de los monstruos, chocando en un estallido de chispas y furia desenfrenada. El olor a sangre y sudor impregna el aire, mezclado con el sonido de gruñidos y rugidos que se entrelazan en una cacofonía de batalla.—Mi lord, son muchos—Espeto Gabriel el cual estaba junto a Wilop ambos luchado sin temor.—¡No retrocedan, hermanos! ¡Defendamos lo que es nuestro!— exclamo, inspirando a mis compañeros con mis palabr
Valentino.Esta noche envuelve la Aldea en una atmósfera de calidez y camaradería mientras nos reunimos alrededor de una gran fogata, cuyo resplandor baila en las caras sonrientes de mis compañeros de manada y los miembros del clan aliado de las montañas del sur. El aroma tentador de la carne asada llena el aire, mezclado con el sabor ahumado de los terneros y otras delicias culinarias dispuestas sobre la mesa.—Mis más sinceros agradecimientos por luchar a nuestro lado— expreso con gratitud hacia el otro clan, cuyo nombre apenas puedo recordar en medio del bullicio festivo.—Al igual que tú, haré todo por proteger a mi raza— responde el líder del clan aliado, un hombre de semblante serio pero mirada franca, cuya presencia emana una sensación de seguridad y confianza.Observo cómo el lobo Ikar se despide junto a su manada, su aura carente de malicia revela su naturaleza noble y honorable. Puedo sentir las vibraciones en el aire, las energías que emanan de los licántropos y vampiros que
ValentinoEstaba tratando de asimilar lo que esta desconocida me decía. ¿Era posible que fuera mi luna? No sentía esa sensación característica, pero ella tenía algo misterioso que me hacía pensar en mil cosas. Lo que ella me había confesado sobre el bloque de su esencia no parecía algo que sus padres hubieran hecho sin razón. Necesitaba descubrir de qué se trataba.Mientras tanto, reflexionaba sobre la locura que podría ser cierta.—Valentino, todo está tranquilo en la Aldea —asentí sin deseos de hablar—. ¿Pasa algo? —inquiere mi cuñado.—¿Qué sentiste cuando conociste a mi hermana y supiste que era tu luna?Sabía que esa pregunta me había hecho cuestionarme muchas cosas.—Es una sensación extraña, como una llama que arde por dentro, y al tenerla cerca es un torrente de emociones que no tengo idea de cómo describirlo. Inmediatamente sabrás que es ella. O ella sabrá de qué se trata cuando estemos destinados a nuestra luna.—Aún no, pero he sentido atracción por alguien. No puedo explica
Valentino.—¿Cómo has llegado aquí? ¿Con qué derecho has venido? —gruño molesto, incapaz de comprender cómo Laria me ha seguido hasta este lugar. En ese momento, ella se transforma en mujer, y le hago una seña a Emilio para que cubra su desnudez.—Lo siento, tenía que hacerlo. Tú eres mi alma gemela, lo sé —dice ella con una mirada llena de determinación.Emilio y Gabriel me miran sin entender.—Eso aún no lo creo. Además...No puedo continuar hablando al escuchar la voz de Maya.—Valentino —Maya está de pie frente a nosotros, mirándonos con sorpresa. Ella corre hacia mí y se abalanza. Emilio se coloca delante de Laria, quien aún está parcialmente desnuda, protegiendo su modestia.El portal se cierra detrás de nosotros.—Pensé que ya no vendrías —me dice Maya, intentando desviar su atención de Laria.—Vamos a hablar adentro, ¿te parece? —le sugiero, tratando de evitar que se dé cuenta de la presencia de la loba.—¿Pero porque vienen por el bosque? —pregunta Maya, mirando a Emilio lueg
Maya.Me levanto de la cama con cuidado de no hacer demasiado ruido; aún no ha amanecido. Mi mirada busca instintivamente a la chica, pero no está. Me asalta la curiosidad sobre quién es ella y por qué besó a Valentino Desciendo las escaleras en silencio y salgo al jardín. La luna está alta en el cielo, ofreciendo su resplandor plateado. Me quedo absorta en su belleza, con deseos de bailar bajo su luz, pero una silueta detrás de mí rompe mi ensimismamiento.—¿Quién eres?—La pregunta es curiosa.—Soy Maya, nada más— respondo sin dejar de contemplar el hermoso cielo estrellado.—Tú sabes quién soy yo y de dónde vengo— su voz suena pasiva. No tengo idea de quién es ni por qué está aquí.Encogí los hombros y levanté las manos sin razón aparente, sintiendo una extraña sensación de querer atrapar la luna y abrazarla.—¿Por qué estás con Valentino? Tú sabes quién es él— suelto un suspiro bajando las manos, y me giro para enfrentarla. Es muy bonita, con ojos verdes y cabello rubio. —No enti
Maya.El bullicio de la plaza comenzó a hacerse presente a medida que avanzaba la mañana, llenando el aire con el murmullo de conversaciones animadas y el suave tintineo de los puestos ambulantes. Los pájaros, despertados por el trasiego de la vida cotidiana, entonaban su melodía matutina desde las copas de los árboles, añadiendo una nota de frescura y vitalidad al ambiente. A pesar de ser apenas las 8 de la mañana, el sol ya comenzaba a calentar la piedra de las calles, creando un contraste reconfortante con la frescura de la sombra de los árboles. Sin embargo, en medio de ese bullicio y esa actividad frenética, me sentía abrumada por una profunda sensación de nostalgia. Las risas y los encuentros felices a mi alrededor solo servían para recordarme lo lejos que estaba de tener un hogar.Mientras estaba perdida en mis pensamientos escuché mi nombre salir de esa voz que me causaba temor.—Maya, parece que el destino quiere unirnos de nuevo —dijo Igor, acercándose a mí.Lo miré con furi
Valentino Después del encuentro con Maya, decidímos regresar a la mansión. Los trabajadores parecían intrigados por ella,me imagino que preguntandose ¿si quien era la chica que salia de mi oficina? pero los ignoré por completo. —El coche está listo, señor Valentino —informó Emilio.—Gracias, Emilio. Por favor, dile a la secretaria que despediré a cualquiera que comente algo sobre mi novia y revisaré todas las grabaciones si escucho algún cuchilleo —ordené, dejando un beso en los labios de Maya, quien sonrió tímidamente.Al subir al coche, revisé algunos mensajes sobre don Victorino, quien planeaba una fiesta a la que estaba invitado. Maya estaba dormida, con la cabeza apoyada en mi hombro.Me pregunté qué estaría pasando con ella y por qué ese imbécil de Igor quería tenerla. Me sorprendía lo que Maya tenía que atraía a los Lobos. Bueno, al menos a Lucrecia, a ese tal Igor y a mi. Miré a Emilio y le pregunté.—Emilio, ¿sientes alguna atracción por Maya? —pregunté curioso. Emilio detuv