Renata. Abro los ojos con pesar, sintiendo los parpados sumamente pesados... esta sensación me parece bastante familiar, ah, sí, en la cárcel cuándo me apuñalaron. Esto se debe de tratar de una mala broma del destino, una puñalada, un balazo en la misma zona y sorprendentemente sigo viva... tengo más vidas que un gato. Me siento molesta, incómoda, no puedo creer que Stefan hubiera permitido que me salvaran, tenía su venganza en charola de plata, no iba a tener problemas con su madre, puesto que él no me hizo nada, solo tenía que quitar sus manos y dejar la sangre fluir... que decepción. — Pareces molesta... - la voz de Stefan irrumpe en el lugar, no he mirado en dónde estoy, solo tengo la mirada fija en el techo color crema y el abanico del techo que gira con lentitud. — ¿Por qué no me dejaste morir? Hubiera sido más fácil, además era lo que quería y lo sabías. - la habitación se llena de un completo silencio, solo el sonido del ventilador y el de nuestras respiraciones tranquilas
Han pasado 3 días y el destino parece estar de mi lado por ahora, no he mirado a Stefan ni a Alessandro por aquí, me ha tocado comer sola estos días, por más que intenté ayudar a las empleadas con la limpieza o algo se negaron rotundamente, tenían órdenes de atenderme y tratarme como una invitada muy importante, el segundo día dejé de insistir, ya que me di cuenta de que no las iba a convencer y que comenzaban a ponerse nerviosas, no quería meterlas en problemas, así que simplemente me hice a un lado. Me la he pasado la mayor parte del tiempo fuera en el jardín, si bien es un lugar bellísimo y la vista es espectacular me parece un lugar menos entrañable; cuando me marche de aquí podre ir a un parque y sería el mismo pasto y árboles verdes, pero sé que no puedo acostumbrarme al interior de esta mansión, "no debo desarrollar apego a nada ni a nadie" me repito en la cabeza una y otra vez la frase que mi terapeuta me repetía una y otra vez. — Hola... hola... porque tan solita chica man
Stefan. No encuentro al tarado de Alessandro por ningún lado, no tengo idea de dónde se metió, estuvimos un poco ocupados estos días perfeccionando la seguridad y tratando de espiar a Armando, estamos en guerra no hay tiempo para bajar la guardia, la paz regresará cuando uno de los dos caiga y ese no seré yo. Además de que estaba viendo eso para realizarle documentos falsos a Renata y buscar un lugar que este fuera del territorio de Armando para que ella no corra peligro. Voy por uno de los pasillos que da al comedor cuando de pronto escucho una risa femenina que me calienta el pecho y me causa un escalofrío, volteo en dirección a donde vino el sonido y veo ahí al tarado que había estado buscando sentado en una banca abrazando a Renata. Cierro los ojos y cuento hasta tres, tratando de ignorar la molestia que me está creciendo en el pecho, puedo decir que es muy diferente a cualquier otra que había experimentado antes, es un tipo de enojo... distinto.Avanzo a donde se encuentran,
Renata. Ya es media noche, mi habitación es la última del pasillo, no puedo dormir por más que lo intento, solo consigo estar dando vueltas en la cama, girando de un lado a otro, incapaz de encontrar la posición correcta para poder dormir, las duchas tibias no me ayudan, necesito las pastillas, o si no quedaré loca, gracias al cielo no he tenido pesadillas que detonen ataques de pánico; pero pues claro, no es como que tenga oportunidad de soñar, aunque sea. Me siento sofocada, está haciendo calor y a pesar de solo llevar unos cortos shorts de pijama con una blusa de finos tirantes me siento prisionera de las telas, intentar dormir es inútil. Me levanto de la cama, voy al baño y me mojo el rostro con agua fresca, observo mi reflejo en el espejo, no parezco la misma mujer de hace una semana, mis días eran tan rutinarios, lentos y aburridos, el pasar del tiempo era deprimente, y ahora han pasado tantas cosas en un lapso de tiempo tan corto que me es en cierta parte imposible acabar d
Stefan. En lugar de sangre siento que es lava líquida y ardiente la que corre por mis venas, tengo el impulso de ir a por ese hombre y matarlo con mis propias manos, pero mi cuerpo no responde, es incapaz de moverse un centímetro lejos de Renata quién está recomponiéndose poco a poco.Alessandro está parado frente a ese hombre, apuntándole con el arma en la cabeza su cuerpo es el único obstáculo para llegar al maldito celular que trataba de llegar con desesperación.— Alessandro, llévalo al sótano, átalo y revisa ese celular. - el hombre se gira para quedar sentado en el suelo y me observa sonriente, todo lo contrario, a mí que lo fulminó con la mirada.— Desde que llegué aquí estaban rastreando la ubicación, solo no alcancé a avisarle que esa perra está aquí con vida.— No me importa que Armando conozca mi ubicación, no me estoy escondiendo de él, es más lo reto a que tan siquiera asome la cabeza por el perímetro, y con respecto a ella, el secreto muere contigo, no saldrás de aquí
Renata. Me duele todo el cuerpo, producto de la caída en las escaleras, pero todo el dolor pasa a segundo plano solo de pensar en lo que acabo de hacer hace poco... por todos los cielos, me cuelgue del cuello de Stefan, lo abracé y tuve el atrevimiento de tomarle su rostro y jalarlo a mí, no puedo verlo a la cara, la vergüenza que siento empaña el dolor. — Creo que deberíamos entrar a casa, vamos para que comas algo y de ahí a la cama. — Te agradezco, pero me iré a cama y... — A comer algo dije.Me quedo firme, su voz deja en claro que no está dispuesto a negociaciones es una orden, me regala una ligera sonrisa y toma mi mano para llevarme de vuelta al interior de la casa, me quedo en blanco, la imagen suya sonriéndome se queda plasmada en mi mente y no puedo apartar mis ojos de nuestras manos unidas mientras caminamos de vuelta a la casa. Apenas damos un par de pasos al interior y la voz de Alessandro llega a mis oídos. — Renata... ¿Estás bien? - Alessandro se acerca casi corrie
Stefan. El suelo está manchado de sangre, en mi ropa hay gotas carmesí en la tela por diferentes partes de ella, me arden un poco los nudillos, pero mi ira no se ha desvanecido ni un poco, normalmente los interrogatorios empiezan con una pequeña charla pasiva-agresiva, una que otra amenaza y después los golpes, esta vez no fue así, en cuanto llegué le di un puñetazo al maldito idiota que se atrevió a lastimar a Renata y ofrecerle que sea su... no importa cuánto lo golpeé, mi enojo no cesa, mis socios se están llevando todo un espectáculo cada que le encestó un golpe al tipo ellos ríen y hacen caras de dolor, se la están pasando en grande. Me retiro los mechones de cabello que me caen en la frente, por más que quiera matarlo a golpes tengo que sacarle un poco de información a este maldito, me acerco a Alessandro quién me tiende un paño húmedo para limpiarme, se lo arrebato de mala gana, estoy enojado con él también, no se me olvida que se quedó tiempo de más con Renata en la habitaci
Renata. Despierto con el cuerpo sumamente adolorido, pero en verdad que bien he dormido esta noche, ya sea por la golpiza que me pegué en esa caída por las escaleras o por la pastilla para dormir que me dio Alessandro, pero en verdad me siento de maravilla, no tengo idea de que hora es, no tengo reloj en la habitación, pero por la intensidad de los rayos del sol creo que falta poco para el mediodía. Alguien toca a mi puerta, me siento en la cama con un poco de dificultad. — Adelante. - digo estirando mis brazos al aire, la puerta se abre y aparece una de las empleadas con una charola de comida. — Buenos días, señorita Renata, el señor Stefan ordenó traerle el desayuno a la cama y atenderla. — Te agradezco.- me deja la mesilla frente a las piernas y ella se queda firme con las manos al frente, es linda, tiene el cabello castaño claro sujetado en un moño bajo, sus ojos son azules de un tono claro como el cielo, tiene una de esas presencias tranquilizadoras que te hace sentir cómodo.