Renata. Ya es media noche, mi habitación es la última del pasillo, no puedo dormir por más que lo intento, solo consigo estar dando vueltas en la cama, girando de un lado a otro, incapaz de encontrar la posición correcta para poder dormir, las duchas tibias no me ayudan, necesito las pastillas, o si no quedaré loca, gracias al cielo no he tenido pesadillas que detonen ataques de pánico; pero pues claro, no es como que tenga oportunidad de soñar, aunque sea. Me siento sofocada, está haciendo calor y a pesar de solo llevar unos cortos shorts de pijama con una blusa de finos tirantes me siento prisionera de las telas, intentar dormir es inútil. Me levanto de la cama, voy al baño y me mojo el rostro con agua fresca, observo mi reflejo en el espejo, no parezco la misma mujer de hace una semana, mis días eran tan rutinarios, lentos y aburridos, el pasar del tiempo era deprimente, y ahora han pasado tantas cosas en un lapso de tiempo tan corto que me es en cierta parte imposible acabar d
Stefan. En lugar de sangre siento que es lava líquida y ardiente la que corre por mis venas, tengo el impulso de ir a por ese hombre y matarlo con mis propias manos, pero mi cuerpo no responde, es incapaz de moverse un centímetro lejos de Renata quién está recomponiéndose poco a poco.Alessandro está parado frente a ese hombre, apuntándole con el arma en la cabeza su cuerpo es el único obstáculo para llegar al maldito celular que trataba de llegar con desesperación.— Alessandro, llévalo al sótano, átalo y revisa ese celular. - el hombre se gira para quedar sentado en el suelo y me observa sonriente, todo lo contrario, a mí que lo fulminó con la mirada.— Desde que llegué aquí estaban rastreando la ubicación, solo no alcancé a avisarle que esa perra está aquí con vida.— No me importa que Armando conozca mi ubicación, no me estoy escondiendo de él, es más lo reto a que tan siquiera asome la cabeza por el perímetro, y con respecto a ella, el secreto muere contigo, no saldrás de aquí
Renata. Me duele todo el cuerpo, producto de la caída en las escaleras, pero todo el dolor pasa a segundo plano solo de pensar en lo que acabo de hacer hace poco... por todos los cielos, me cuelgue del cuello de Stefan, lo abracé y tuve el atrevimiento de tomarle su rostro y jalarlo a mí, no puedo verlo a la cara, la vergüenza que siento empaña el dolor. — Creo que deberíamos entrar a casa, vamos para que comas algo y de ahí a la cama. — Te agradezco, pero me iré a cama y... — A comer algo dije.Me quedo firme, su voz deja en claro que no está dispuesto a negociaciones es una orden, me regala una ligera sonrisa y toma mi mano para llevarme de vuelta al interior de la casa, me quedo en blanco, la imagen suya sonriéndome se queda plasmada en mi mente y no puedo apartar mis ojos de nuestras manos unidas mientras caminamos de vuelta a la casa. Apenas damos un par de pasos al interior y la voz de Alessandro llega a mis oídos. — Renata... ¿Estás bien? - Alessandro se acerca casi corrie
Stefan. El suelo está manchado de sangre, en mi ropa hay gotas carmesí en la tela por diferentes partes de ella, me arden un poco los nudillos, pero mi ira no se ha desvanecido ni un poco, normalmente los interrogatorios empiezan con una pequeña charla pasiva-agresiva, una que otra amenaza y después los golpes, esta vez no fue así, en cuanto llegué le di un puñetazo al maldito idiota que se atrevió a lastimar a Renata y ofrecerle que sea su... no importa cuánto lo golpeé, mi enojo no cesa, mis socios se están llevando todo un espectáculo cada que le encestó un golpe al tipo ellos ríen y hacen caras de dolor, se la están pasando en grande. Me retiro los mechones de cabello que me caen en la frente, por más que quiera matarlo a golpes tengo que sacarle un poco de información a este maldito, me acerco a Alessandro quién me tiende un paño húmedo para limpiarme, se lo arrebato de mala gana, estoy enojado con él también, no se me olvida que se quedó tiempo de más con Renata en la habitaci
Renata. Despierto con el cuerpo sumamente adolorido, pero en verdad que bien he dormido esta noche, ya sea por la golpiza que me pegué en esa caída por las escaleras o por la pastilla para dormir que me dio Alessandro, pero en verdad me siento de maravilla, no tengo idea de que hora es, no tengo reloj en la habitación, pero por la intensidad de los rayos del sol creo que falta poco para el mediodía. Alguien toca a mi puerta, me siento en la cama con un poco de dificultad. — Adelante. - digo estirando mis brazos al aire, la puerta se abre y aparece una de las empleadas con una charola de comida. — Buenos días, señorita Renata, el señor Stefan ordenó traerle el desayuno a la cama y atenderla. — Te agradezco.- me deja la mesilla frente a las piernas y ella se queda firme con las manos al frente, es linda, tiene el cabello castaño claro sujetado en un moño bajo, sus ojos son azules de un tono claro como el cielo, tiene una de esas presencias tranquilizadoras que te hace sentir cómodo.
Stefan.En cuánto una de mis empleadas me notificó que Renata había despertado dejé todo lo relacionado con el trabajo y pendientes a un lado para ir a buscarla, si, estaba preocupado por ella, lo estaría por cualquiera que se hubiera caído escaleras abajo en mi propia casa, a eso sumándole la desagradable situación por la que pasó, necesitaba saber si ella se encontraba bien. Ya era mediodía, ella nunca despertaba tan tarde, pero no fui a molestar a su habitación porque pensaba que los medicamentos que le dieron anoche posiblemente la noquearon. Al llegar miré que la puerta estaba abierta así que me asomo y entro sin más... la cama esta desecha y reposa la charola con su desayuno a medio comer, ¿Dónde está? no se supone que debería estar fuera de la cama; antes de comenzar a buscarla dentro de toda la casa me acerco al baño en donde también la puerta se encuentra abierta y ahí está ella; me quedo estático al verla, una sensación fría y a la vez cálida me recorre el cuerpo entero, es
Renata Estamos cerca, él está muy cerca de mí, nuestros pechos están juntos, una de sus manos está sobre mi cintura, lo único que impide el contacto piel con piel es la tela de la delgada toalla, su otra mano sujeta mi barbilla manteniendo fijo mi rostro al suyo. La diferencia de estatura no es poca, pero él mantiene baja su cabeza logrando que la distancia que nos separa me parezca extremadamente corta, solo necesito ponerme de puntillas para alcanzar su boca, y una parte de mí quiere hacerlo, me implora que lo haga, pero mi mente está aún un tanto aturdida intentando encontrar una respuesta a su pregunta "¿Me tienes miedo Renata?"Si, pero no... no creo que sea una respuesta válida y clara, pero ni siquiera yo lo tengo claro, le temo, en parte sí, es un hombre peligroso que hace días me expresó abiertamente sus ganas de romperme el cuello, pero en parte no, porque siento, que no me haría daño, porque tuvo la oportunidad de dejarme morir y no lo hizo, porque a pesar de ese odio pr
Stefan. La repentina llegada de Alessandro me irritó y me hizo sentir aliviado en partes iguales al principio, pero después, me molestó bastante que tomara a Renata del brazo para atraerla hacia él, lo estaba haciendo a propósito, todo para molestarme, pero no caería en su juego, solo era darle la razón a su causa, quería ponerme celoso para confirmar que Renata me gusta, pero las cosas no son así, ella solo... que situación tan más jodida. Me fui antes de que mis ganas de caerle a golpes a mi primo me ganaran, regresé a la oficina para atender algunos pendientes, pero ahora necesito del idiota de Alessandro por desgracia, salgo de la oficina para buscarlo, al llegar a uno de los pasillos logro ver a Alessandro junto con Renata en el jardín, mis ojos se van a su cabello, lo lleva suelto, eso es raro de ver, los rayos del sol se reflejan en él haciéndolo ver tan brillante, el cabello le llega como a la mitad de la espalda, pero mis malditos ojos siguen bajando, me concentro en lo qu