Renata. Cuando salí de mi ducha mi sombra Alessandro no estaba en la habitación, se me hizo extraño así que me quedé sentada en la cama esperando a que regresara, no quería ir por ahí en la casa y después me acusaran de intentar implantar bombas por el lugar, pero la señora Patricia entró a la habitación y estuvo conmigo toda la tarde, tratando de subirme el ánimo y hacerme ver que la vida era bella, solo me pidió que tuviera fe… fe... Algo que yo hace mucho tiempo que ya había perdido, en algún momento de mi vida fui muy religiosa, pero eso con el pasar del tiempo cambió, me cansé de suplicar, pedir ayuda y ser ignorada, perdí la fe hace mucho tiempo. Apreciaba lo que ella intentaba hacer, no iba a decir que no, pero para alguien como yo que era oídos sordos para las frases motivacionales no me quedaba de otra que fingir una sonrisa y responder con un "lo intentaré" cuando no era así. A la hora de la cena Stefan no estuvo con nosotros, lo cual agradecía, su presencia me pone de n
Está muy cerca de mí, demasiado, el aire es pesado al respirar, trato de controlarme, de no tomar grandes bocanadas de aire como si me estuviera ahogando, aunque prácticamente eso siento. Él levanta su mano y la acerca a mí, se me detiene el corazón en ese momento al igual que se me corta la respiración, mis ojos están fijos en su mano que viene hacia mí, por un momento pienso que me tomara del cuello he intentara asfixiarme, pero nada de eso.Su mano va en dirección a mi hombro, de una manera lenta y delicada aparta mi cabello para dejar expuesta mi piel, maldigo la camisa de finos tirantes, su tacto me causa un escalofrío en todo el cuerpo, es una combinación entre frío adormecedor y calor ardiente que me recorre el cuerpo entero al sentir su tacto, sus ojos permanecen en mi piel, me obligo a concentrarme y he ahí cuando descubro las ligeras marcas que tengo en ellos. La vez de aquella fiesta, la noche en que Armando me tomó a la fuerza me había mordido como todo un animal, habían
Stefan.Estoy absorto en mis pensamientos, un remolino de emociones que creí muertas hace años despertaron, en mi cabeza sigue muy vivo el recuerdo de la cercanía con Renata anoche, mi memoria muscular permanece fresca y es como si pudiera sentir su suave piel bajo las yemas de mis dedos aún, su aroma... cierro los ojos y una corriente de electricidad me recorre el cuerpo entero, igual que anoche, en cuanto mi piel entró en contacto con la de ella, cuándo su cálido aliento acariciaba mi pecho desnudo... esto no puede ser, niego con la cabeza y dejo caer la mano sobre mi muslo, pasó tanto desde la última vez que me sentí de esta manera, en estos 3 años he estado en abstinencia total, ninguna mujer me había causado sensación alguna, solo me había sentido de esta manera tan confusa con dos mujeres a lo largo de mi vida, Renata y mi querida Marisa... Me separo de mi escritorio y abro el primer cajón, ahí reposa un retrato de Marisa sonriendo, su cabello castaño oscuro suelto como ella si
Renata. Una tormenta de emociones fugaces cruza por los ojos de Stefan, son como destellos cambiantes que me cuesta identificar, pero qué más da lo que sea ¿sorpresa? ¿Lástima? Supongo que no es normal que alguien se emocione tanto con saber la fecha de su muerte, aunque juraría que en su mundo si era normal, no quiero profundizar en sus negocios, quizás no sea un monstruo del calibre de Armando, pero muy buena gente no creo que sea, se ha mantenido a raya por su madre, de eso estoy segura, ella es quién ha abogado por mí y ahora que no esté, Stefan va a sacar a relucir sus verdaderos colores, sin pudor alguno. Arruga su frente y su atractivo rostro toma un gesto pensativo, comienza a darle golpecitos a la madera oscura de su escritorio al ritmo de las manecillas del segundero del reloj que cuelga en una pared a su espalda, me presiono las rodillas y me encojo en el sillón, quizás esté pensando de qué manera acabar conmigo... solo espero que sea rápido y no sufra tanto, a pesar de
Stefan. No sé qué demonios me pasa, por qué tengo la cabeza tan revuelta, me comporto como si fuera otro y estoy seguro de que es culpa de Renata, la odio por eso, no pensé que me afectara tanto la presencia femenina en casa, hace tanto que no estoy cerca de una mujer, que no veo a una semi desnuda por lo menos, y tuvo que venir ella a romper mi récord perfecto, a comparación de mi primo Alessandro no siento que agonizo y me muero lentamente de la peor manera por no tener sexo, desde la muerte de mi querida Marisa no he tenido el cuerpo de ninguna otra mujer entre mis brazos, y han pasado 2 años de eso... Alessandro no puede pasar más de 3 días sin el calor femenino, ya estaría encerrado en un psiquiátrico si estuviera en mi lugar. Es tarde, muy tarde y por más que doy vueltas en la cama no logro conciliar el sueño, mi piel está ardiente, como lava fundida, el sudor en mi cuerpo comienza a tornarse desagradable, no es precisamente que este enfermo, mi cuerpo me exige encargarme de m
La mujer me sonríe de manera coqueta y se para en la mesa para continuar con su baile, meneando su cuerpo de manera lenta y sensual contra el tubo de la mesa, mis ojos recorren su cuerpo, no para admirarlo como debería sino para hacer putas comparaciones, su piel luce suave y si las luces iluminaran mejor juraría que es del mismo tono del de Renata, el cabello igual el mismo color, solo le falta cambiar esos ojos color verde por unos ámbar oscuro y es como si estuviera viendo a Renata... alguien pone una botella de Whisky a mi lado, "El color de ojos de ella... es en serio" un mensaje de texto llega a mi celular al leerlo me pongo un recordatorio de golpear a Alessandro más tarde. "Espero que la Renata que te mandé sea de tu agrado... ups perdón, que diga, bailarina :D"Pedazo de idiota, lo hizo a propósito, y no sé si sea por molestarme o porque se dio cuenta de que algo me está pasando con ella, trato de contenerme de no decirle a la chica que no quiero que ella esté aquí, me sirvo
Renata. El bullicio del exterior me hace abrir los ojos de golpe, pasos apresurados, voces alarmadas, cosas arrastrarse; hace poco me había quedado dormida, pero como mis problemas de insomnio han regresado me es difícil conciliar el sueño y muy fácil despertar ante el más mínimo ruido. No ha venido nadie a mi habitación así que me la pienso en salir e ir en dirección al sonido, esta no es mi casa y las situaciones que se desarrollen aquí no me conciernen, me detengo a centímetros de la puerta, pensativa, no quiero hacer enojar a cierto hombre que duerme al otro lado de mi pasillo. Estaba a punto de dar vuelta y regresar a mi cama cuando la voz agitada de Alessandro se coló por las orillas de la puerta. — Rápido, hagan rápido el equipaje de los niños, alguien despierte a la señora Patricia, deben marcharse ya. Todas mis alertas se disparan al igual que el latido de mi corazón que me martilla los oídos, la única razón por la que Stefan adelantara la partida de ellos que era mañana
Armando. La cabeza me duele de tanto que he estado tirando de mi cabello en estos días, no puedo comer, no puedo dormir, en este tiempo mi negocio ha empezado a tener ligeros colapsos, me avergüenza y molesta tener que admitir que esto no es culpa del maldito de Bardi, sino mía, no puedo concentrarme, solo puedo pensar en ella, mi Renata... la idea de que esté siendo tocada por otro hombre me enferma más que nada; golpes ella puede con ellos, castigos iguales, puede con ello, no sería su primera vez, pero estar con otro... joder ella es mía, solo mía. Lleno de molestia tiro el plato de comida que estaba frente a mí, el estruendo de la porcelana al romperse en varios pedazos llena el angustiante silencio que reina en la casa, la ausencia de Renata es notoria, no escucho sus quejidos contantes de que algo le molesta o no le parece, una de las empleadas entra para limpiar el desastre que acabo de causar, para ser más exacto la mujer con la que me encontró Renata en mi despacho, no he v