Renata. Una tormenta de emociones fugaces cruza por los ojos de Stefan, son como destellos cambiantes que me cuesta identificar, pero qué más da lo que sea ¿sorpresa? ¿Lástima? Supongo que no es normal que alguien se emocione tanto con saber la fecha de su muerte, aunque juraría que en su mundo si era normal, no quiero profundizar en sus negocios, quizás no sea un monstruo del calibre de Armando, pero muy buena gente no creo que sea, se ha mantenido a raya por su madre, de eso estoy segura, ella es quién ha abogado por mí y ahora que no esté, Stefan va a sacar a relucir sus verdaderos colores, sin pudor alguno. Arruga su frente y su atractivo rostro toma un gesto pensativo, comienza a darle golpecitos a la madera oscura de su escritorio al ritmo de las manecillas del segundero del reloj que cuelga en una pared a su espalda, me presiono las rodillas y me encojo en el sillón, quizás esté pensando de qué manera acabar conmigo... solo espero que sea rápido y no sufra tanto, a pesar de
Stefan. No sé qué demonios me pasa, por qué tengo la cabeza tan revuelta, me comporto como si fuera otro y estoy seguro de que es culpa de Renata, la odio por eso, no pensé que me afectara tanto la presencia femenina en casa, hace tanto que no estoy cerca de una mujer, que no veo a una semi desnuda por lo menos, y tuvo que venir ella a romper mi récord perfecto, a comparación de mi primo Alessandro no siento que agonizo y me muero lentamente de la peor manera por no tener sexo, desde la muerte de mi querida Marisa no he tenido el cuerpo de ninguna otra mujer entre mis brazos, y han pasado 2 años de eso... Alessandro no puede pasar más de 3 días sin el calor femenino, ya estaría encerrado en un psiquiátrico si estuviera en mi lugar. Es tarde, muy tarde y por más que doy vueltas en la cama no logro conciliar el sueño, mi piel está ardiente, como lava fundida, el sudor en mi cuerpo comienza a tornarse desagradable, no es precisamente que este enfermo, mi cuerpo me exige encargarme de m
La mujer me sonríe de manera coqueta y se para en la mesa para continuar con su baile, meneando su cuerpo de manera lenta y sensual contra el tubo de la mesa, mis ojos recorren su cuerpo, no para admirarlo como debería sino para hacer putas comparaciones, su piel luce suave y si las luces iluminaran mejor juraría que es del mismo tono del de Renata, el cabello igual el mismo color, solo le falta cambiar esos ojos color verde por unos ámbar oscuro y es como si estuviera viendo a Renata... alguien pone una botella de Whisky a mi lado, "El color de ojos de ella... es en serio" un mensaje de texto llega a mi celular al leerlo me pongo un recordatorio de golpear a Alessandro más tarde. "Espero que la Renata que te mandé sea de tu agrado... ups perdón, que diga, bailarina :D"Pedazo de idiota, lo hizo a propósito, y no sé si sea por molestarme o porque se dio cuenta de que algo me está pasando con ella, trato de contenerme de no decirle a la chica que no quiero que ella esté aquí, me sirvo
Renata. El bullicio del exterior me hace abrir los ojos de golpe, pasos apresurados, voces alarmadas, cosas arrastrarse; hace poco me había quedado dormida, pero como mis problemas de insomnio han regresado me es difícil conciliar el sueño y muy fácil despertar ante el más mínimo ruido. No ha venido nadie a mi habitación así que me la pienso en salir e ir en dirección al sonido, esta no es mi casa y las situaciones que se desarrollen aquí no me conciernen, me detengo a centímetros de la puerta, pensativa, no quiero hacer enojar a cierto hombre que duerme al otro lado de mi pasillo. Estaba a punto de dar vuelta y regresar a mi cama cuando la voz agitada de Alessandro se coló por las orillas de la puerta. — Rápido, hagan rápido el equipaje de los niños, alguien despierte a la señora Patricia, deben marcharse ya. Todas mis alertas se disparan al igual que el latido de mi corazón que me martilla los oídos, la única razón por la que Stefan adelantara la partida de ellos que era mañana
Armando. La cabeza me duele de tanto que he estado tirando de mi cabello en estos días, no puedo comer, no puedo dormir, en este tiempo mi negocio ha empezado a tener ligeros colapsos, me avergüenza y molesta tener que admitir que esto no es culpa del maldito de Bardi, sino mía, no puedo concentrarme, solo puedo pensar en ella, mi Renata... la idea de que esté siendo tocada por otro hombre me enferma más que nada; golpes ella puede con ellos, castigos iguales, puede con ello, no sería su primera vez, pero estar con otro... joder ella es mía, solo mía. Lleno de molestia tiro el plato de comida que estaba frente a mí, el estruendo de la porcelana al romperse en varios pedazos llena el angustiante silencio que reina en la casa, la ausencia de Renata es notoria, no escucho sus quejidos contantes de que algo le molesta o no le parece, una de las empleadas entra para limpiar el desastre que acabo de causar, para ser más exacto la mujer con la que me encontró Renata en mi despacho, no he v
Stefan. Los gritos de Armando me causan una satisfacción que no tengo las palabras correctas para describirlo ¿emoción? ¿Orgullo? No tengo idea, pero ver que eres el causante del delirio y dolor de tu peor enemigo es glorioso sin duda, Renata tenía razón, el estado en que se encuentra está a poco de llegar a la locura, es fantástico, podría pasarme horas viéndolo desmoronarse, pero como todo lo bueno tiene un final llegó el momento de finalizar esta llamada. — Vuelve hacer una estupidez y para la otra te mando un video del proceso... Vuelve a gritar sin control, con la voz un poco ronca ya, termino la llamada con una sonrisa y ahora mi atención total está en la mujer que yace quieta bajo mi mano, mis dedos aún están sobre la suave piel de su espalda llena de hematomas falsos, excepto por los que tiene en el hombro ya más tenue, aparto mi mano tragando saliva ante el cosquilleo que su piel empieza a crear en mi mano y recorre todo mi cuerpo. — Te dije que se iba a volver loco, jamá
Renata. A penas y pude lograr dormir unas dos horas, mi insomnio me está comenzando a preocupar, necesito pastillas para dormir, pero claramente no le pediré nada a Stefan no estoy en posiciones de pedir nada aquí, me levanto y me dispongo a buscar Stefan, para que me dé alguna tarea o algo para hacer, no me gusta estar de inútil, siento que necesito ganarme la comida y el techo que me está brindado, y el que no me haya matado también. Voy directo a su oficina la casa esta tan silenciosa sin los pequeños aquí, estoy a poco de llegar, la puerta, se encuentra abierta así que quiero suponer que no se encuentra ocupado, de repente un sonido me paraliza. "Adiós papi". Corro en dirección a la puerta, el camino me parece tan largo y siento que la velocidad de mis piernas no es suficiente, entro sin prestar atención a lo que ellos dicen, noto como miran con confusión la muñeca y después abren mucho los ojos al verme entrar, gritando y corriendo a ellos, lo único que tiene mi total atención
Stefan. Mis manos están manchadas de sangre, Renata recibió un impacto de bala en el costado, intento detener la hemorragia, pero el movimiento del auto me está dificultando la tarea, el asiento de piel blanco está manchado de lagunas carmesí, en mis ojos no hay más que desesperación y angustia absoluta, me transporto de vuelta al atentado de anoche, la chica herida, solo que esta vez mi temor de aquella noche se hizo realidad, es Renata quién se muere bajo mis manos, está perdiendo mucha sangre maldita sea. Alessandro va en el asiento del copiloto llamando a nuestro médico de confianza, el chofer maneja de manera impecable, pero la velocidad es insuficiente, tengo el corazón palpitándome en la garganta y oídos, jamás había sentido esta ansiedad por estar a punto de perder a alguien. Tengo la mirada fija en mis manos manchadas, que desearía que por primera vez estas manos no fueran buenas para matar, sino para sanar, de pronto unas manos más pequeñas se posan sobre las mías, levanto