La mujer observa mi cara a detalle con un poco de confusión, tiene esa mirada de cuando se te acerca un desconocido que parece conocerte bien y comienza a excavar en tu mente tratando de recordar de quién se trata la persona frente a ti, me analiza, de pies a cabeza intentando recordar, decido refrescarle la memoria.— Soy Renata Magallanes, mi madre era Jessica, veníamos con ella a la iglesia los domingos al pueblo. - ella abre mucho los ojos y un golpe de memoria parece llegarle, me sonríe de nuevo, no de la manera que le sonríes a un desconocido como antes, si no la que le das a un conocido.— ¡Natita! Eres tú… - la señora Paty se lleva ambas manos a la boca sorprendida, asiento con la cabeza, ella me sonríe y se lanza a mí para darme un cálido abrazo, me siento extraña.— No puedo creerlo, te recuerdo… tú eras la única pequeña que jugaba con mi Stefan… ¿Cómo está tu madre?Mi rostro se entristece de inmediato, siento un latigazo de dolor en el pecho y bajó la mirada al suelo… ha pa
Me observa fijamente, sus ojos azul profundo clavados en los míos, esperando... quizás alguna muestra de debilidad en mi mirada o arrepentimiento quizás, pero no había nada de eso, ni siquiera temor, estoy totalmente decidida de lo que acabo de decir, no me arrepiento y me parece que es la mejor idea para todos. Él aparta su mirada abrazadora de mí, pone distancia y camina lentamente a su escritorio mientras parece pensar en mis palabras. Se deja caer en la silla, me mira de nuevo aún sin decir nada, empiezo a sentirme ansiosa, desesperada porque diga algo, lo que sea, arruga la frente y mira a otro lado. — No puedo hacer eso...- no esperaba esas palabras, no de él que me mira como si quisiera clavarle un cuchillo en el cuello. — ¿¡Qué?! Porque no... me parece que es un plan perfecto de esa manera conseguimos todos lo que queremos. Úseme como carnada, atráigalo a un lugar, en donde podría matarme frente a sus ojos y de paso terminar con él, mataría dos pájaros de un tiro.Puede que
Stefan. Me molesta que ella esté aquí en mi casa, con mis hijos, bajo mi techo, no me alcanzan las palabras para describir la manera en que se me comprime el pecho de molestia de solo escuchar su voz. Como ella dice, la odio, es bueno que tenga las cosas claras y su posición conmigo, yo no soy hipócrita si alguien no me cae bien no me molesto en disimular y fingir.Estoy parado en una de las ventanas que dan al jardín y la veo a ella ahí, sentada en el pasto, su cabello rojo intenso está suelto y enmarañado, le cae en la espalda, Monse está sentada tras ella y le está poniendo muchos moños pequeños, Marco le arroja una pelota y ella se la regresa, mis hijos sonríen divertidos, de una manera en que hace mucho no los veía, me enferma que estén con ella, no puedo ocultar mi cara de molestia y la oleada de enojo que me golpea cada que la veo. — Los niños se llevan muy bien con ella, ellos me contaron maravillas de Renata, de cómo los cuido los días que… pues ya sabes, es una chica muy d
Renata.Una empleada mandó llamar a los pequeños para que se dieran un baño antes de cenar, mientras otra me mostró cuál sería mi habitación, en la cama estaban las bolsas con la ropa que había pedido al hombre de Bardi, tal y como el hombre me había dicho le pedí lo que creí necesario para pasar la semana aquí, solo quería un par de tenis cómodos, unos Jeans, un pants, un pijama además de 7 conjuntos de ropa interior, unos para cada día y tres camisetas.La ropa interior es de encaje, todas en color negro, no tengo idea de por qué el hombre la compró de este tipo, esperaba ver cómodos conjuntos de abuelita, pero bueno al final de cuentas no le especifique de cuál prefería; me disponía a darme un baño empecé a quitarme mi ropa del reclusorio, quedando solamente con los pantis que traía puestos, ya que en prisión no me dejaban tener sostén, no sé por qué, metí el conjunto de pants al baño de la habitación y solté mi pelo, pero me di cuenta de que me hacía falta la ropa interior así que
Sus pasos son largos, rápidos, pareciera que está intentando huir de mí o por lo menos lograr hacer una distancia considerable entre nosotros, baja las escaleras a toda velocidad, me esfuerzo para seguirle el ritmo y a la vez ser lo suficientemente cuidadosa para no perder el equilibrio y caer, ahora si me rompería el cuello como dijo si caigo encima de él, sus zapatos resuenan en el piso blanco.Al llegar al área del comedor la señora Patricia y los niños ya estaban en la mesa en sus respectivos lugares, esperando por nosotros, me quedo en la entrada algo incómoda, me siento como una intrusa fuera de lugar, Stefan camina hasta llegar al otro extremo de la mesa rectangular, Patricia se pone de pie y se acerca a mí con una gran sonrisa.La cena fue agradable y sorprendentemente me sentí cómoda a los pocos minutos a pesar de que en más de una ocasión llegué a sentir la mirada molesta de unos ojos azules sobre mí, era como una clase de sueño, la última vez que tuve una cena tan cálida y
Lloré en sus brazos como no recuerdo haber llorado nunca, llena de dolor, de angustia, dejando salir la agonía que me carcomía en silencio cada día y yo no me había dado cuenta, cuando logro tranquilizar mi llanto cierro los ojos unos segundos y tomó un gran suspiro de nuevo, la señora Patricia me observa con una ligera sonrisa en los labios, dándome ánimo, haciéndome saber con una sola mirada que ella está aquí para mí sin decir una palabra, es entonces cuando asiento y comienzo hablar. — Cuando tenía 14 años mi padre falleció y eso complicó mucho las cosas en casa, dejamos de ir a la iglesia porque tiempo libre era algo que ya no teníamos, mamá empezó a trabajar noche y día para poder hacerse cargo de la casa, comida, nuestra educación y necesidades, pero era mucho para ella sola, en el campo la vida siempre es más difícil por ende me decidí en dejar de estudiar para ayudar en casa a mi madre y poder darle una mejor educación a mi hermano, él era brillante.- agacho la mirada, lucha
Stefan. No me fui, me quedé como un pequeño husmeando detrás de la pared, recargué mi espalda en la fría madera y escuché llorar a la mujer que acompañaba mi madre, era un llanto de dolor puro, conozco bien ese tipo de llanto cuando has perdido a alguien, ella no mentía. Su historia es trágica es más de una manera, mi hierve la sangre al darme cuenta de que el maldito responsable de todas sus tragedias era ese animal que tiene como marido. Ya escuché suficiente, incluso de más; con pasos cuidadosos me voy a mi oficina para encerrarme, tengo mucho que pensar, ella me dio mucho que pesar. Al llegar al lugar me dejo caer en uno de los sillones y pienso en los detalles de su historia, Armando llevándola cuando tenía 17 años, maldición era una niña y ese maldito ya tenía casi 40, cerdo. El hijo de perra arrastró a su hermano al negocio, me parece curioso y difícil de creer, si lo mataron por vender en territorio enemigo Armando estaba más que enterado de los riesgos que corría el chava
Renata.Stefan me asignó a un hombre para que me vigilara el tiempo que estoy aquí, no confía en mí, eso es más que obvió y me quedó el claro desde que llegué aquí, además de que él me lo dijo directamente así que no sé por qué me impresionó, fue muy incómodo tenerlo en mi habitación, no logré dormir muy bien, podía escuchar sus pasos recorriendo el lugar, de vez en cuando se sentaba en una silla que estaba al lado de la puerta de entrada, cuando se iba ahí no podía mirarlo porque había un pequeño pasillo, pero yo sabía que él estaba ahí. A la mañana siguiente llegó otro chico a relevarlo, pero yo no salí de la cama absolutamente para nada, me sentía triste y recaída, así como cuando mi hermano y madre fallecieron, no tengo ganas de nada, solo quiero dormir y ya. — Señorita Renata… la señora Patricia la espera para desayunar.Al abrir los ojos me topo directamente con unos ojos color gris, muy claros y llamativos que me observan atentos, él está arrodillado frente a mí, es el mismo