Cuando despierto de nuevo estoy primero que todo decepcionada, en una camilla de la enfermería con varias oficiales haciendo guardia en mi cama, una de ellas sale de la habitación en cuanto me mira abrir los ojos, me siento muy débil, estoy conectada a varios aparatos, cuando la oficial regresa viene tras de ella un hombre alto un tanto mayor con bata blanca, el médico claramente. — Renata ¿Cómo te sientes?. - me pregunta acercando una pequeña lámpara a mis ojos.— Débil.– y triste de descubrir que sigo viva más que nada — Te mantuvimos sedada por 3 días, tu herida era muy delicada, el más mínimo movimiento y se podía abrir, pero te estuve suministrando de los mejores productos para acelerar la recuperación de la piel.— Demasiadas atenciones para ser una reclusa cualquiera de una prisión ¿no cree?.– Lo miro extraño, él ríe nervioso.— Bueno, su esposo se encargó de ello, que recibiera la mejor atención y fuera tratada con los mejores productos, dentro de poco podrá irse, le recomie
La situación es extraña, los hombres de Bardi observan en la espera de alguna orden de su jefe, cuando Bardi va a hablar los pequeños me sueltan y Marco es quién habla.— Reni... ¿Papá está jugando a las escondidas contigo? Escondiéndote del señor Armando así como él nos escondió de papá... Bardi hace una mueca extraña en su rostro, tiene ambas manos apoyadas en sus costados y se inclina un poco al frente hacia los niños.— ¿¡Jugando a las escondidas?!.— Bardi habla, los pequeños se giraron para ver a su padre.— A ver... en primera que hacen ustedes aquí... — ¡Niños!... Gracias al cielo aquí están, salieron corriendo tras el perro y yo... – entra una mujer a la habitación, la abuela de los pequeños la señora Patricia, la recuerdo, al ver a los pequeños con su hijo parecía tranquila, pero cuando sus ojos se posan en mi amarrada en la silla su rostro se tornó molesto, ya estaba preparada esperando el golpe de su ira, pero ella se voltea a ver a Bardi.— ¿¡Stefan que significa esto?! ¿¡
La mujer observa mi cara a detalle con un poco de confusión, tiene esa mirada de cuando se te acerca un desconocido que parece conocerte bien y comienza a excavar en tu mente tratando de recordar de quién se trata la persona frente a ti, me analiza, de pies a cabeza intentando recordar, decido refrescarle la memoria.— Soy Renata Magallanes, mi madre era Jessica, veníamos con ella a la iglesia los domingos al pueblo. - ella abre mucho los ojos y un golpe de memoria parece llegarle, me sonríe de nuevo, no de la manera que le sonríes a un desconocido como antes, si no la que le das a un conocido.— ¡Natita! Eres tú… - la señora Paty se lleva ambas manos a la boca sorprendida, asiento con la cabeza, ella me sonríe y se lanza a mí para darme un cálido abrazo, me siento extraña.— No puedo creerlo, te recuerdo… tú eras la única pequeña que jugaba con mi Stefan… ¿Cómo está tu madre?Mi rostro se entristece de inmediato, siento un latigazo de dolor en el pecho y bajó la mirada al suelo… ha pa
Me observa fijamente, sus ojos azul profundo clavados en los míos, esperando... quizás alguna muestra de debilidad en mi mirada o arrepentimiento quizás, pero no había nada de eso, ni siquiera temor, estoy totalmente decidida de lo que acabo de decir, no me arrepiento y me parece que es la mejor idea para todos. Él aparta su mirada abrazadora de mí, pone distancia y camina lentamente a su escritorio mientras parece pensar en mis palabras. Se deja caer en la silla, me mira de nuevo aún sin decir nada, empiezo a sentirme ansiosa, desesperada porque diga algo, lo que sea, arruga la frente y mira a otro lado. — No puedo hacer eso...- no esperaba esas palabras, no de él que me mira como si quisiera clavarle un cuchillo en el cuello. — ¿¡Qué?! Porque no... me parece que es un plan perfecto de esa manera conseguimos todos lo que queremos. Úseme como carnada, atráigalo a un lugar, en donde podría matarme frente a sus ojos y de paso terminar con él, mataría dos pájaros de un tiro.Puede que
Stefan. Me molesta que ella esté aquí en mi casa, con mis hijos, bajo mi techo, no me alcanzan las palabras para describir la manera en que se me comprime el pecho de molestia de solo escuchar su voz. Como ella dice, la odio, es bueno que tenga las cosas claras y su posición conmigo, yo no soy hipócrita si alguien no me cae bien no me molesto en disimular y fingir.Estoy parado en una de las ventanas que dan al jardín y la veo a ella ahí, sentada en el pasto, su cabello rojo intenso está suelto y enmarañado, le cae en la espalda, Monse está sentada tras ella y le está poniendo muchos moños pequeños, Marco le arroja una pelota y ella se la regresa, mis hijos sonríen divertidos, de una manera en que hace mucho no los veía, me enferma que estén con ella, no puedo ocultar mi cara de molestia y la oleada de enojo que me golpea cada que la veo. — Los niños se llevan muy bien con ella, ellos me contaron maravillas de Renata, de cómo los cuido los días que… pues ya sabes, es una chica muy d
Renata.Una empleada mandó llamar a los pequeños para que se dieran un baño antes de cenar, mientras otra me mostró cuál sería mi habitación, en la cama estaban las bolsas con la ropa que había pedido al hombre de Bardi, tal y como el hombre me había dicho le pedí lo que creí necesario para pasar la semana aquí, solo quería un par de tenis cómodos, unos Jeans, un pants, un pijama además de 7 conjuntos de ropa interior, unos para cada día y tres camisetas.La ropa interior es de encaje, todas en color negro, no tengo idea de por qué el hombre la compró de este tipo, esperaba ver cómodos conjuntos de abuelita, pero bueno al final de cuentas no le especifique de cuál prefería; me disponía a darme un baño empecé a quitarme mi ropa del reclusorio, quedando solamente con los pantis que traía puestos, ya que en prisión no me dejaban tener sostén, no sé por qué, metí el conjunto de pants al baño de la habitación y solté mi pelo, pero me di cuenta de que me hacía falta la ropa interior así que
Sus pasos son largos, rápidos, pareciera que está intentando huir de mí o por lo menos lograr hacer una distancia considerable entre nosotros, baja las escaleras a toda velocidad, me esfuerzo para seguirle el ritmo y a la vez ser lo suficientemente cuidadosa para no perder el equilibrio y caer, ahora si me rompería el cuello como dijo si caigo encima de él, sus zapatos resuenan en el piso blanco.Al llegar al área del comedor la señora Patricia y los niños ya estaban en la mesa en sus respectivos lugares, esperando por nosotros, me quedo en la entrada algo incómoda, me siento como una intrusa fuera de lugar, Stefan camina hasta llegar al otro extremo de la mesa rectangular, Patricia se pone de pie y se acerca a mí con una gran sonrisa.La cena fue agradable y sorprendentemente me sentí cómoda a los pocos minutos a pesar de que en más de una ocasión llegué a sentir la mirada molesta de unos ojos azules sobre mí, era como una clase de sueño, la última vez que tuve una cena tan cálida y
Lloré en sus brazos como no recuerdo haber llorado nunca, llena de dolor, de angustia, dejando salir la agonía que me carcomía en silencio cada día y yo no me había dado cuenta, cuando logro tranquilizar mi llanto cierro los ojos unos segundos y tomó un gran suspiro de nuevo, la señora Patricia me observa con una ligera sonrisa en los labios, dándome ánimo, haciéndome saber con una sola mirada que ella está aquí para mí sin decir una palabra, es entonces cuando asiento y comienzo hablar. — Cuando tenía 14 años mi padre falleció y eso complicó mucho las cosas en casa, dejamos de ir a la iglesia porque tiempo libre era algo que ya no teníamos, mamá empezó a trabajar noche y día para poder hacerse cargo de la casa, comida, nuestra educación y necesidades, pero era mucho para ella sola, en el campo la vida siempre es más difícil por ende me decidí en dejar de estudiar para ayudar en casa a mi madre y poder darle una mejor educación a mi hermano, él era brillante.- agacho la mirada, lucha