En el Poder

Sebastián estaba decidido a jugarse la vida aventándose del auto mientras este se encontraba en movimiento, lamentablemente para el señor, Rosario se encontraba a su lado y para asegurarse que no intentara hacer algo estúpido, Rosario se fue apuntando su pecho con un arma, de esa manera se aseguró que Sebastián no consiguiera escapar o alertar a las autoridades de cualquier circunstancia que se le ocurriera en ese momento completamente desafortunado y desdichado para el empresario acorralado y sin esperanza alguna.

Llegando a la mansión, se encontraba completamente desolada, definitivamente la mansión Ríos no era la misma que hace unos años atrás, por lo que ahora todo era más que perfecto para Rosario, Melquiades y la persona que ahora funcionaba como el mayordomo de la residencia, más algunas empleadas de limpieza ¡Todos fieles a Melquiades y Rosario!

— ¡Que alegría regresar a lugar del cual nunca debí haber salido! — Exclamo Rosario con su sarcasmo y entusiasmo de saber que ahora e
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